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Los 65 años de Charly García - 1
Carlos Batalla

Con el nombre tan común como puede ser el llamarse Carlos Alberto García Moreno, el fenómeno argentino se hizo inmortal con el más corto nombre de Charly García. El 23 de octubre de 1951, en Buenos Aires, comenzó una vida de música, canto y excesos.

Los comienzos de un genio

De niño le regalaron un piano pequeño que casi calificaba como juguete. Pero en él empezó a saber todo lo que tenía y quería saber de la vida. En su adolescencia, tocaba música clásica y odiaba la música popular. “Tocaba Chopin, Bach y hasta prendía las velas (...). Más tarde quise componer en serio pero mi maestra, que era una divina aunque muy aferrada al catolicismo y a la música clásica, me hizo sentir que no había lugar para mí en eso. Que podía, sí, ser un buen concertista, pero no un creador. Y es ahí cuando llegan Los Beatles", comentó en un libro de perfil que escribió un amigo suyo, el periodista Sergio Marchi, en 1997.

Con los años Charly García debutaría en un escenario en 1972 y ese mismo año, al lado de , Carlos Piegari, Beto Rodríguez y los hermanos Belia armó una banda denominada “Sui Generis”. En un corto tiempo “Sui Generis” se convirtió en un dúo con Mestre, con quien grabó tres famosos discos: el histórico “Vida” (1972); y los inmortales "Confesiones de invierno" (1973) y "Pequeñas anécdotas sobre las instituciones" (1974). El cierre de ese maravilloso ciclo ocurrió con el álbum “Adiós Sui Generis” (1975).


El joven Charly se jugaba todos los días por su música, pero aún no se atrevería a ser un solista. Paralelamente a su último álbum solo con Mestre, ambos músicos se ligaron a otros como Raúl Porchetto, León Gieco y María Rosa Yorio (pareja de Charly entonces y con quien tuvo a su único hijo Miguel); con ellos, pues, formó la banda “PorSuiGieco”, que duró poco tiempo: no más allá de tres conciertos y un disco en 1976. Después integró “La Máquina de hacer Pájaros” y vinieron dos discos más, uno con el título del mismo grupo; y el otro llamado "Películas" (1977).

Creatividad y excentricidad

Entre fines de los años 70 y comienzos de los años 80, el genio argentino asumió el liderazgo del grupo Serú Girán, con David Lebón, Pedro Aznar y Oscar Moro. Con ellos Charly avanzó hacia una discografía más variada y personal a la vez. Fueron cinco álbumes: "Serú Girán" (1978), "La grasa de las capitales" (1979), "Bicicleta" (1980), "Peperina" (1981) y "No llores por mí, Argentina" (1982), disco emblemático ya que surgió en tiempos de la “Guerra de las Malvinas” contra la imperial Inglaterra.

Justamente durante ese año clave para el rock y la política argentina a la vez, el bueno de Charly se decidió a trabajar solo. Se volvió un solista. Así grabó "Yendo de la cama al living" (1982), un disco clásico que tenía como temas-bandera: ‘Yo no quiero volverme tan loco’, ‘Inconsciente colectivo’ y ‘Súper héroes’. García, ya con el bigote blanco y negro, sabía reunirse con gente talentosa. Aquel disco lo consiguió junto con Willy Iturry en la batería, Gustavo Bazterrica en la guitarra, Cachorro López en el bajo y nada menos que en los teclados. No importaba que las emisoras radiales peruanas no le dieran tanta bola, él seguía haciendo su música. ¡Y qué música!

Los años 80, además de un internamiento en un clínica rehabilitadora (léase, psiquiátrica) fueron para Charly de gran expresividad, experimentación musical y locura en escena. Se acercó al pop-rock con una originalidad muchas veces impredecible. Aparecieron discos como "Clics modernos" (1983), que contenía el hit ‘Estoy verde’ (esta sí un boom radial en el Perú); "Piano bar" (1984), que contaba con el hoy clásico ‘Demoliendo hoteles’; y el disco "Terapia Intensiva" (1984). Al año siguiente, en 1985, salió al público un disco recopilatorio con el simple nombre de "Grandes éxitos". Inolvidable año, además, por su llegada al Perú, a Lima, en el patriótico mes de julio, para tocar en la tradicional

"Tango" (1986) fue el primer disco estudio de Charly García, quien lo trabajó con su compatriota Pedro Aznar; en ese disco apareció la hermosa canción ‘Hablando a tu corazón’. Luego, el músico argentino se enfocó en su banda "Las ligas", donde compartió con Richard Coleman en la guitarra, Fernando Samalea en la batería, además de Andrés Calamaro y Daniel Melingo.

"Parte de la religión" (1987) fue de una factura admirable. Charly había hecho música para películas, pero su inclinación natural era componer en uno o dos meses todas las canciones para un disco y grababa en jornadas inacabables. Ese el proceso con que hizo la mayoría de sus discos, y el álbum solista "Cómo conseguir chicas " (1989) no fue la excepción.

Los noventas de alta productividad

Un maravilloso disco fue, sin duda, el que abrió la década de 1990: "Filosofía barata y zapatos de goma" (1990), un disco polémico en su país por incluir su versión “personal” del Himno Nacional Argentino. En los años 90 vino el álbum “Tango 4” (1991), otra vez con Pedro Aznar. Toda esa etapa la alternaba con conciertos en Europa y América Latina, reviviendo a “Serú Girán” en su país, con nuevos discos que marcaron época como "12 Años" y "87-93". A la par que producía vertiginosamente, amigos suyos querían ayudarle a desintoxicarse, pero el genio bonaerense los evadía.


Más bien trabajó febrilmente en su céntrico departamento, su sala de ensayo, en una esquina de Buenos Aires de donde nunca quiso salir, pensando en una serie de presentaciones audaces como la ópera-rock "La hija de la lágrima" (1994). A fines de ese mismo año, Charly salió tras su alta por segunda vez de una clínica psiquiátrica. No hubo un cambio milagroso. El artista no creía en ningún milagro. Seguía siendo el mismo paranoico de siempre.

Un año después, en julio de 1995, realizaría un recordado concierto en la capital limeña, trayéndonos su locura, energía y creatividad al máximo. Fue la época en que renegó del apellido de su madre, Moreno, y anunciaba que su nombre oficial era Carlos Alberto García Lange. Una boutade de esas que no dejaban de escandalizar a las señoras y los señores noventeros. En 1996, apareció su nuevo disco titulado "Estaba en llamas cuando me acosté". De un trabajo con Mercedes Sosa surgió “Alta fidelidad” (1997) y luego "El Aguante" (1998). Una gran producción la que se dio en la segunda mitad de los años 90.

Un nuevo siglo fatal y duro

El nuevo siglo llegó con un salto. En marzo del 2000, Charly García salvó de morir al lanzarse desde la ventana del noveno piso a la piscina de un hotel en Mendoza, Argentina. La piscina no estaba completamente llena de agua, pero el músico salió intacto (o casi intacto). Al poco tiempo, luego de este susto para el mundo, el viejo Charly escribió una canción titulada "Me tiré por vos”, donde quiso explicar las razones de su acto suicida.

En el 2002, apareció el disco, “Influencia”, un trabajo muy personal, en el que demostró su versatilidad y destreza en las 13 canciones que contenía. Después llegó una joya: "Rock and Roll Yo" (2003), con el tremendo tema ‘Asesíname’.

Ya para mediados de la década del 2000, el exceso de drogas y otros estimulantes le fue cobrando factura nuevamente. Todo se complicó en el 2008. Había llegado a su límite de resistencia y fue el tiempo en que muchos admiradores suyos pensaron que su historia no iba a terminar bien. Luego de varios escándalos en conciertos y hoteles, Charly buscó rehabilitarse, internándose en una clínica por tercera vez (al menos una tercera vez oficial). El gesto fue como salvar su propia vida.


En el 2009, estrenó la canción ‘Deberías saber por qué’. Era su vuelta a la música y con varias canciones más. Su propia imagen lucía mejorada. Parecía renacer por esos años. Un amigo muy cercano y que lo acompañó en ese trance fue Palito Ortega, quien justamente participó en “Kill gil” (2010), un disco de recopilación. Muy recordada fue su presentación del 30 de abril de ese año en el mítico Luna Park de Buenos Aires, donde tocó y cantó sus numerosos temas, todos coreanos por la gente y sus amigos invitados León Gieco, David Lebón, Pedro Aznar, entre otros. Ese momento fue inmortalizado en el disco y DVD "El concierto subacuático". El 2011, por octubre y noviembre, retomó los conciertos.

Una carrera musical de más de 40 años es un privilegio y un sacrificio. Charly García no deja su música aunque la vida le vaya en ello. Un hombre que vivió intensamente, que cayó en el abismo y luego renació, es alguien que llama a la admiración y al respeto.

A fines de junio del 2012, el cantautor argentino llegó a Lima, al Jockey Club, para dar un concierto más para él, pero único para los peruanos. En enero de 2013 declaró a CNN: “Antes vivía en guerra permanente. Al no sentirme comprendido, quería imponer mi idea de alguna forma. No sé por qué, pero esa forma agresiva creo que se me fue, la tengo adentro, pero actualmente uso más la inteligencia. Ahora busco un cambio más radical, tengo el desafío de competir conmigo mismo", confesó.

Ese año del 2013 Charly estaba lanzando el disco "60 x 60", el cual contenía tres DVD que recopilaban su trayectoria artística. Ya pasaba los 60 años de edad; cumpliría 62 años en octubre, pero un poco antes, en setiembre, el viejo gaucho publicaría su primer libro: "Líneas paralelas", un volumen que tenía mucho de memoria, confesión y bitácora. Declaró entonces que escribir ese libro “fue como componer una canción”.

La salud le jugó malas pasadas en los últimos años. Canceló algunos conciertos, pero tras una última operación en julio del 2015, el inacabable Charly García, el hombre que prefería llamarse “músico” y no tanto “rockero”, se atrevió a cantarles a los propios pacientes, enfermeras y médicos del hospital donde estaba internado, en un bello e inesperado “concierto”. Nadie lo para. Ni hoy que cumple 65 años de edad.

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