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Frank Sinatra: el centenario de “La Voz” - 2
Carlos Batalla

Un 12 de diciembre de 1915, Frances Albert Sinatra dio su primer grito a la vida. Fue en Hoboken, Nueva Jersey, Estados Unidos. Su familia, de origen humilde y ascendencia italiana, la encabezaba su padre, un duro siciliano que andaba por la vida de bombero y boxeador; y su madre, un ama de casa de fuertes raíces genovesas. Frank sería con el tiempo el gran artista que nadie anunció, pero que llegó a ser con legítimo derecho. Murió el 14 de mayo de 1998. Tenía entonces 82 años.

¿Qué hizo Frank Sinatra para pasar a la historia? Fue un buen actor, un revelador hombre de mundo, pero especialmente fue un exquisito e inolvidable cantante. Su vida de artista estuvo empañada por acusaciones, polémicas y chismes. Pero nadie le puede quitar el apelativo inmortal de “La Voz”.

Desde muy joven probó suerte en conjuntos musicales de Nueva Jersey. Pero el cine parecía atraerlo sobre manera. Con esa idea, debutó con 26 años en el filme "Las Vegas Nights" (1941) de Ralph Murphy, donde actuó junto con la orquesta de su maestro musical Tommy Dorsey.

Pero la historia que aseguró su inmortalidad fue la que dio vida a “From Here to Eternity” (“De aquí a la eternidad”, 1953), cinta por la que recibió el Globo de Oro y luego el premio Óscar en 1954, en ambos casos, a Mejor Actor de Reparto. Pese a ello, la crítica señaló que uno de sus mejores filmes fue "The Manchurian Candidate" (1962).

Uno de los momentos más encantadores -tuvo muchos en su vida fílmica- se dio en la película “Young at Heart” (1954), cuando cantó brevemente al lado de la bella Doris Day.

El estilo del cantante de New Jersey era elegante en postura y entonación, y nunca dejó de tener un aire informal en sus interpretaciones. Poseía una controlada potencia y seducción. Así era Frank Sinatra, un artista del canto que seducía a todos con sus versiones inigualables de “My Way”, "Strangers In The Night" o el clásico "New York, New York".

Sinatra era un romántico “a su manera” y un hombre de mundo a la vez. Su voz se deslizaba con creatividad y fortaleza vocal en los campos del jazz, el swing y el foxtrot. Su edad de oro fueron las décadas de 1940 y 1950.

Hacia 1939 formaba parte aún de la orquesta de Harry Arden como vocalista, pero la década de 1940 marcó el inicio de su carrera como solista. Y lo hizo de una manera contundente con su interpretación de “I'll Never Smile Again”, con la que llegó a ser número uno en la revista Billboard (1940). No dejó de grabar grandes canciones, todas de éxito en ventas.

Foto: Agencias

A mediados de los años ‘50, Sinatra se hizo amigo de Sammy Davis, Jr., a quien apoyó de la mala fe racista y discriminatoria que se cernía sobre él. Tuvo un grupo de amigos, muy cercanos, en los que buscó refugio y a los que inoculó su energía y ganas de disfrutar de la vida: A Sammy se unió Humphrey Bogart, Lauren Bacall, Dean Martin, Judy Garland, David Niven, entre otros.

En los años ‘50 Sinatra estaba en su gloria: llegó a ser portada de la revista “Time” en agosto de 1955; y a los 40 años gozaba de la popularidad y el reconocimiento del mundo del espectáculo y la Academia. Mientras su cuenta de ahorros se engrosaba, en 1957 Sinatra llegó a la cadena ABC donde se hizo más famoso aun conduciendo con el programa The Frank Sinatra Show.

Entonces ya su vida personal no le pertenecía. Estaba a la mano y a la vista de todos. Y lo estaba desde antes incluso, cuando se casó en 1939 con Nancy Barbato, a quien conoció en 1932; o cuando Ava Gardner lo dejó boquiabierta y se convirtió en 1951 en su segunda esposa (ella duró seis años, hasta 1957). Cuentan que esa separación lo marcó de por vida. Pero superó ese vacío, por lo menos en apariencia. Así, buscó en otro rostro conocido cubrir sus sueños de no quedarse solo.

En 1966 se enlaza con la actriz Mia Farrow. La diferencia de edad no colaboró con esa relación que el gran Sinatra dejó ir, para en los años ’70 acercarse a Bárbara Marx, con la que no se divorció y con la que estuvo hasta su muerte en 1998, en Los Ángeles.

El cantante no pudo escapar de su propia “mitología seductora”. Por eso en la lista de mujeres de Sinatra muchos añaden los nombres de Marilyn Monroe, Grace Kelly y Kim Novak. Otro aspecto, más oscuro y especulativo, que no pocos han dejado de destacar de su vida, son sus supuestos vínculos personales con la mafia. Se habló de negocios turbios en los que estuvo involucrado, de amigos en la política y de míticos jornadas nocturnas de sexo y drogas.

Él era una estrella del cine, la televisión y la canción. Un hombre maduro y famoso vendía, como dicen hoy. Lo único cierto es que sobre Sinatra se ciernen verdaderas leyendas y récord admirables, como la grabación de 1,300 canciones y la participación en más de 50 películas. Entre sus reconocimientos están los 10 premios Grammy obtenidos a lo largo de su carrera artística y una Medalla a la Libertad, otorgado por el gobierno de su país.

Todo eso fue Frank Sinatra.

(Carlos Batalla)
Fotos: Agencia

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