mujeres anemia
mujeres anemia
Óscar Ugarte

Si bien la merece nuestra máxima atención, esta enfermedad en mujeres gestantes es otro problema crítico que no debemos dejar de lado.

Según la última Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (ENDES), elaborada por el, el 30% de las padecen anemia en el Perú.



La cuarta parte de ellas viven en Lima, y la tendencia es creciente. En el quintil 1, más pobre, subió de 52,8%, en el 2012, a 55,6% en el 2018. Y en el quintil 5, más rico, también subió de 25,4%, en el 2012, a 30,1% en el 2018. Como vemos, la anemia en gestantes no está solo vinculada a la pobreza.

El tema es muy delicado, pues las consecuencias de la anemia en gestantes pueden ser graves: mayor riesgo de mortalidad materna y de bajo peso al nacer o prematuridad del recién nacido; reducción de la lactancia materna con las consecuencias posteriores de anemia y desnutrición; o peor aún, deficiente desarrollo y mortalidad infantil.

Las normas técnicas del Ministerio de Salud establecen acciones para combatir este problema, como por ejemplo, el control de la gestación desde el primer trimestre y complementar la alimentación de las gestantes con hierro y micronutrientes.

Pero las evidencias demuestran que la situación no mejora. Podría ser que las normas no se aplican o que no se dispone de los recursos necesarios. Se necesitaría mejorar la alimentación cotidiana con proteínas animales, regular la actividad física y controlar posibles enfermedades como hipertensión arterial y diabetes.

La anunciada ampliación del aseguramiento universal de salud, la mejora de la atención mediante Redes Integradas de Salud y la mayor provisión de medicamentos e insumos deberían contribuir a la reducción de la anemia en gestantes y, en general, en mejorar la calidad de vida de los peruanos. Es una obligación del Estado garantizar los recursos humanos y materiales para ello.

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