Redacción EC

A ellos nadie les paga el feriado y saben que, si no salen a trabajar como si fuera cualquier otro día, perderán un día completo de ingresos. Son trabajadores de la calle, vendedores que se ubican donde hay un rincón disponible para llamar la atención de sus potenciales clientes.

Para los ambulantes, ya sea dentro o fuera de la formalidad, el trabajo el vital y no hay Día del Trabajador que amerite no esforzarse para llegar al final del día.

Son padres desempleados, mujeres solteras, viudas, ancianos sin pensión o personas con alguna discapacidad. Todos ellos tienen en común algo: saben que el descansar todo un día es un lujo que ellos no se pueden dar.

“La juventud es corta, la vejez larga y a esta edad nadie nos va a dar trabajo”, nos dice una señora viuda que vende muñecas como mensaje para todos los que no laboran hoy, como quien pide a los jóvenes empleados que no desperdicien sus oportunidades.

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