Lima tiene reservas de agua para afrontar posible emergencia
Lima tiene reservas de agua para afrontar posible emergencia

De pie frente a la bocatoma de La Atarjea, ese punto del río Rímac donde el Servicio de Agua Potable y Alcantarillado de Lima () empieza a tratar el agua que bebe la ciudad, Yolanda Andía admite que la situación es crítica. No solo porque este año llovió 20% menos que en el 2015, o porque el Gobierno declaró en emergencia hídrica 17 regiones, incluidas siete provincias limeñas. No. La amenaza sobre nuestro acceso al agua –afirma la gerenta de Producción y Distribución Primaria de Sedapal– es el constante desperdicio de un recurso básico que apreciamos poco.

—¿Está Lima en riesgo por la falta de lluvias?
El período de lluvias es de diciembre a abril. En noviembre el caudal natural del río Rímac debió ser de 17 m3 por segundo, pero fue 30% menor. Pero los pronósticos del Senamhi nos dan esperanza de que llueva hacia fines de este mes o ya en febrero.

—¿A cuánto asciende nuestra reserva de agua?
Entre las cuencas de San Mateo, Santa Eulalia y Marcapomacocha, que tributan al Rímac, tenemos 19 lagunas y tres represas, así como 456 pozos distribuidos en todos los distritos de Lima Metropolitana y el Callao. Por la emergencia, hemos reducido la presión en unos 200 de ellos, a razón de 50 litros por segundo. En total, la reserva es de 331 millones de m3.

—Pareciera que todo está bajo control...
Ese es el problema. El plan de contingencia, en el peor escenario, contempla restringir el servicio en los distritos donde hay las 24 horas, pero de todas maneras abastecer. A diferencia de las regiones del norte o del sur, donde la falta de agua se manifiesta con un fuerte impacto en la agricultura, en Lima la escasez pasa inadvertida al ver a la gente regando las veredas, llenando piscinas en la calle o lavando los carros con mangueras. Para Sedapal, es como recibir una cachetada.

—¿Cuánta agua desperdiciamos los limeños?
Sedapal produce 700 millones de m3 al año. De ellos, 194,74 mlls. (27,82%) se pierden. Para entenderlo, pensemos en una gotita que fuga del caño. Apenas un milímetro (ml), la milésima parte de un litro. Viéndola parece poca cosa, pero si por cada segundo se pierde un ml, en una hora habremos perdido 3.600 ml; en un día, 86.400 ml. Es decir, 86,4 litros –más de lo que consume un vecino de Puente Piedra al día– desperdiciados por un solo accesorio sanitario.

— ¿Por qué cree que subestimamos esos detalles? 
Vemos el agua potable como un servicio barato, comparado con otros como las telecomunicaciones. ¿Quién no está pendiente de pagar la cuenta de su celular? O de la luz para ver su programa de TV favorito. No ocurre lo mismo con el agua. Como alguien me dijo una vez, “el agua viene del caño”, ignorando que para que llegue allí ha bajado desde una altura de 4.500 metros y recorrido 13 mil km de la red de distribución. Ello sin considerar lo que se invierte en tratarla antes y después de su uso.

— ¿Cuánto se invierte?
Unos S/257’548.860 mlls. al año, la mayor parte en insumos químicos, para tratar el agua potable. En la cuenca del Rímac lidiamos con un agua tan contaminada, que cuando nos visitan especialistas de otros países se preguntan cómo podemos tratarla. Pero lo hacemos. En las plantas de tratamiento para las aguas servidas invertimos S/179’104.795 al año, y en el mantenimiento de los pozos de contingencia S/78’444.065.

—¿Cree que la reciente emergencia mejorará nuestro cuidado del agua?
Todo ahorro beneficia a la población, no a Sedapal. Por ejemplo, si disminuimos nuestro consumo de 250 litros por habitante en al menos un litro, al mes ahorraríamos 9 mlls. de litros, lo que alcanzaría para una pequeña población.

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