La lucha por la memoria de un Héroe del Cenepa
La lucha por la memoria de un Héroe del Cenepa
Redacción EC

FERNANDO GONZÁLEZ-OLAECHEA T.

Diecinueve años andando sola es mucho tiempo. Sobre todo si sientes que no te hacen caso. Pero Julia no lo ve así. Luis Alberto García Rojas murió en la tarde del 29 de enero de 1995. El helicóptero del Ejército Peruano que piloteaba fue derribado por artillería ecuatoriana en la última guerra que ha peleado nuestro país. Julia va a hablar sobre esto cuantas veces sea. “No tengo por qué mendigar la reivindicación de mi esposo. Él es un héroe”, dice. Esa es la segunda vez que se le quiebra la voz.
 
Efectivamente, Luis es un héroe. Legalmente héroe: el 2006, el Congreso de la República publicó una ley que así lo declaraba. Julia Panta subraya que aún no se le ha hecho un monumento en Chiclayo, la ciudad en la que nació. Que tampoco han trasladado sus restos a la Cripta de los Héroes en el Presbítero Maestro. Ambas cosas detalladas en esa ley.
 
Cuando Julia se enteró de que Luis había muerto, se dijo que fue su decisión y debía respetarla. Y eso se repite hasta ahora. Cuando derribaron a Luis, él piloteaba un helicóptero MI-8 de abastecimiento en una misión militar, muy cerca de Tiwinza, de manera voluntaria.
 
Dos periodistas de El Comercio estuvieron esa tarde ahí. Vieron caer el helicóptero de García en llamas. Uno de ellos es el fotógrafo que tomó las imágenes que aparecen en esta página. En la nave, con el valeroso García iban cuatro militares más. “Ese helicóptero del Ejército es como un camión de papaya yendo delante de los tanques”, dice Julia al comparar el equipamiento del MI-8 que piloteaba su esposo con los MI-25 de la Fuerza Aérea, que también fueron en la misión.
 
El presidente Ollanta Humala es promoción de Luis García Rojas. Según Julia, hasta ahora no atiende su pedido para que se cumpla la ley que nombra héroe a Luis. Sus hijas, en Estados Unidos, donde viven con ella desde el 2007, sienten algo confuso que puede definirse como resentimiento. Julia seguirá viniendo, advierte, año tras año hasta que se reconozca por completo a su esposo como el héroe que es.

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