Como el chocolate caliente en pleno verano, algunas costumbres fuera de contexto han ido cobrando arraigo por décadas en Lima: castigar bajo el sol a los Papá Noeles con abrigos de terciopelo, cantar villancicos acerca de renos y trineos, poner árboles de plástico y comprar regalos como en bonanza económica. La Navidad que muestra la televisión por cable es imposible en el diciembre limeño, pero igual nos esforzamos. Nada cae del cielo en la capital, por eso había que inventarlo. SACUDE,MAMI
En el centro comercial Plaza Norte, la Villa de Papá Noel aloja una típica Navidad estadounidense en miniatura, una serie de animatronics de la familia Noel preparando la Nochebuena, un nacimiento con animales vivos y una zona de nieve con acceso al público. Bajo el sol de media tarde, el falso ecosistema es el primer acercamiento de miles de niños al atractivo de lanzar una bola de nieve en la cara del compañero. Los resbalones son parte del proceso, la ropa se seca a la salida.
Para evitar la alienación por exposición prolongada, el espectáculo incluye duendes y querubines que bailan villancicos en clave reggaetón. “Vamos pastores, vamos”, hasta abajo y más abajo. LUZ DE MIS NOCHES
Como cada año, espontáneos y comprometidos ciudadanos anónimos han llenado de luces de colores las fachadas de sus viviendas, como la casa navideña de Rinconada Baja (cuadra 7 de Prado Ugarteche) o la calle Monte Umbroso, en Chacarilla. Escenas que a un niño le dan ganas de correr, saltar o simplemente observar. A los adultos, ciudadanos con celular en mano, les provoca tomarse un selfie.
Advertidos sobre la compulsión compradora y el afán por registrarlo todo, los señores de Samsung colocaron un árbol de televisores en el estacionamiento del centro comercial Megaplaza. Medio millón de dólares en pantallas outdoor LED Smart Signage que intercalan anuncios publicitarios con los selfies que los paseantes se tomen con el artificio. La tecnología resiste incluso la lluvia que, una noche de jueves, manda a todo el mundo a su casa. Papá Noel envió copos de nieve, pero se derritieron en el camino. Otro aforismo navideño: cuidado con lo que se pide.