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Venezolanos en Jirón de la Unión
Juan Guillermo Lara

Hay 10.258 ciudadanos venezolanos inscritos para el Permiso Temporal de Permanencia (PTP) aprobados actualmente, según el superintendente nacional de Migraciones, Eduardo Sevilla.

Todos ellos salieron de Venezuela escapando de la crisis política, social y económica que se vive en el país y llegaron hasta Perú en busca de una mejor calidad de vida y conseguir dinero para enviar a sus familiares.

Estas son algunas de las historias de los ya conocidos vendedores de arepas, 'bombas', tizanas y demás productos y golosinas, con los que nos encontramos a diario por el Jirón de la Unión, una de las calles más populares y tradicionales de la ciudad.

-El vendedor de 'bombas'-
Las arepas son ya conocidas entre las personas que transitamos a diario por el Centro de Lima. Sin embargo, desde hace unos meses las 'bombas' (tipo de donas rellenas con manjar blanco) llegaron a los paladares limeños.

"Fui uno de los primeros que comenzó a vender 'bombas' acá. A la gente le ha gustado mucho. Yo se las compró a un amigo que es panadero y vendo en promedio unas 50 al día", dice Juan Carlos.

Juan salió hace dos meses de Barquisimento hacia Lima. Antes de llegar a Perú estuvo por Panamá, pero en el lugar que quisiera estar siempre es al lado de sus tres hijos.

"Hoy (martes) uno de ellos cumple 16. Más temprano lo llamé, como todos los días. Acá mis días pasan entre salir a vender y luego llegar a casa para hablar con la familia y descansar", dice.

En Venezuela, Juan Carlos trabajaba como vendedor de muebles, pero la devaluación de su moneda hizo que lo que ganaba no le alcance ni para la comida. En Lima encontró un refugio para ayudar a sus hijos.

"Allá ganaba entre 8 o 9 dólares. No alcanza para nada. Acá trabajando desde las 10:00 a.m. hasta las 10:00 p.m. puedo enviarles hasta unos 150 soles semanales", indica.

-Encontrando una nueva familia-
Junior tiene 24 años y trabajaba como técnico en electrónica en Venezuela. Llegó hace ocho meses con la ayuda de sus padres. Acá lo recibió un familiar, pero poco a poco conoció a otros "paisanos" y formó una segunda familia.

"En la residencia donde estoy, en El Agustino, somos unos 30 venezolanos. Llegué sin conocer a más que uno, pero poco a poco nos hemos vuelto como una familia. Nos apoyamos en todos lo que podemos", dice.

Junior cuenta que se siente cómodo viviendo en Lima; sin embargo, lo que más le preocupa es que sus padres y hermanos sigan en Venezuela.

"Yo les he pedido que vengan, pero mis padres no quieren dejar sus carreras. Allá la situación es caótica, lo que manda es la delincuencia. No se vive, se sobrevive".

-La bombera-
​Firmar la revocatoria contra el referédum le costó a Marianny Durán, 'Nanny' para los amigos, su puesto como asistente médico de cosmetología, quien además forma parte del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de su país.

Ella tuvo que venir a Lima para poder ganar dinero y mantener a su hija de cuatro años que dejó al cuidado de sus padres.

"Yo acá puedo comer y, al menos, comprar una ropa. Allá no alcanza ni para eso. Eso si, vivo preocupada por ellos. En donde están (Anzoátegui) hace cuatro días no hay agua ni luz", dice.

A diferencia de sus compañeros, 'Nanny' ha tenido algunos malos momentos en Lima. Ella nos dice que hace unos días un sujeto le botó el balde donde lleva la tizana que vende. Hace unas semanas, un grupo de personas le gritaron que lo único que hacen (los venezolanos que llegan a Perú) es vender arepas.

"Uno es un ser humano y nos sentimos mal. Nadie quiere salir de su país ni de su zona de confort, pero es parte de lo que nos toca vivir. Yo quisiera regresar a mi Venezuela, pero como está la cosa no se puede", lamenta.

-El estudiante-
Giovanni era estudiante de primer año de derecho en Venezuela y trabajaba para una compañía. Sin embargo, tuvo que dejar todo ello porque el dinero que ganaba no le alcanzaba para continuar.

"Allá ganaba al menos unos 25 mil bolívares que a la fecha era como ganar unos 10 soles acá. Yo hubiese querido seguir estudiando, pero el dinero no alcanzaba ni para los pasajes", dice.

Según nos cuenta, al vender 'bombas' se dio cuenta que a los limeños les gusta el dulce y decidió comenzar a ofrecer trufas de chocolate.

"Demoro unas dos horas en hacer unas 100 trufas. Luego vengo hasta acá (Jirón de la Unión) y me quedo hasta vender todo. Yo quisiera continuar con mis estudios, acá o allá, pero ya veremos qué sucede".

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