(Foto: Municipalidad de Lima)
(Foto: Municipalidad de Lima)
Redacción EC

Cuando una persona sube a un bus del lo último que se le cruza en la cabeza es que tres delincuentes armados ingresen a robar, menos en una de las estaciones más tranquilas del servicio y que apuntaran sus armas contra todos, incluso mujeres y adultos mayores.

El bus de la línea C en el que viajábamos más de 40 personas fue escenario de una terrorífica experiencia. Los malhechores, que portaban mascarillas, ingresaron al vehículo y sacaron unas pistolas viejas tras ingresar a la estación Escuela Militar, en Chorrillos.

Estos sujetos ingresaron al medio de transporte como cualquier ciudadano y se ubicaron entre el grupo de gente que recién había subido por la primera puerta. Eran aproximadamente las 4:50 p.m. del miércoles.

Detuvieron el bus, encañonaron al chofer y exigieron que todos los viajeros se tiraran al suelo. Acto seguido, ordenaron con improperios la entrega de los celulares. Solo subieron por los teléfonos, no pidieron nada más.

En ese momento, una buena parte de los pasajeros entró en pánico. Hubo lágrimas de desesperación y hasta personas encomendándose a Dios. Comprensible.

La mayoría se agachó velozmente en el espacio que hay entre los asientos, ni bien se escuchó la orden. Sin embargo, uno de los delincuentes, el que viste de negro en las imágenes de seguridad, se percató de que no habían suficientes móviles a su disposición y amedrentó a quienes estaban ubicados en el centro del bus.

“¡¿Quién no ha dado sus celulares?! ¡Al que no lo entrega lo quemo!”, gritó el ladrón, agregándole varias groserías y apuntando a sus víctimas.

Luego de recoger las pertenencias de los pasajeros, se acercaron nuevamente al chofer para exigirle que abra la puerta, a la altura del Coliseo Mariscal Cáceres, poco antes de llegar a la estación Fernando Terán.

El bus se detuvo varias veces durante el robo, exacerbando más a los delincuentes. Los que estábamos agachados no pudimos ver cómo los delincuentes escaparon del vehículo.

Cuando terminó el robo, el bus fue directo a la estación Matellini. Allí, los colaboradores del Metropolitano no supieron realmente qué hacer entre tantas quejas. Solo atinaron a pedir que vayamos a hacer la denuncia en la comisaría de Chorrillos. La Policía llegó instantes después, tomó testimonios, y también solicitó dejar una constancia de lo sucedido.

Los hampones, de aproximadamente 20 años, se mostraron alterados en todo momento. Definitivamente, no parecían tener la situación bajo control. Ello solo generaba más pánico entre los pasajeros ante el temor que se les pueda escapar un tiro, algo que fácilmente pudo haber pasado. Afortunadamente, ninguno de los que vivimos esta lamentable experiencia resultó herido.

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