(Foto: Juan Ponce / El Comercio)
(Foto: Juan Ponce / El Comercio)
Angus Laurie

Las ciudades tienen que acomodar el crecimiento. Una de las mejores maneras para lograr esto es a través de la densificación de sus barrios céntricos. Sin embargo, esta tarea debe ir de la mano de la generación de más árboles, más espacios públicos, mayores veredas y más equipamientos públicos para acomodar una mayor población. El desarrollo de la ciudad debe significar su mejoramiento, pero en Lima, en muchos casos, el desarrollo ocurre al costo de la belleza y la calidad de vida.

Fotos históricas de Lima de las décadas 50 y 60 muestran cómo los barrios, incluyendo el Centro Histórico, Santa Beatriz, San Isidro y Miraflores, tuvieron grandes árboles en sus calles. La imagen en esta época era la de una ciudad jardín, un oasis en medio del desierto. Avenidas como Paseo Colón, Paseo de la República y Alfonso Ugarte se caracterizaban por sus grandes árboles estructurales, que se han ido perdiendo en el tiempo para ceder cada vez más espacio al automóvil.

Propuestas recientes de obras viales, que incluyen la creación de una vía expresa en la avenida Salaverry, la ampliación de la avenida Santa Cruz, la construcción de un paso a desnivel en la avenida Arequipa y la ampliación de la avenida Aramburú muestran cómo todavía las autoridades tienen una mentalidad que prioriza el automóvil sobre el ser humano, y el tráfico sobre la calidad de vida.

Los proyectos inmobiliarios también resultan en la eliminación de muchos árboles ubicados en lotes privados que, junto con los árboles en la calle, están constantemente bajo amenaza por el “desarrollo”. En otras ciudades existen políticas para proteger los árboles, y han podido mantenerse a pesar de los procesos de crecimiento.

Es en parte por esta larga historia de sufrir municipalidades que no valoran los árboles maduros, que varios vecinos de Barranco están molestos por el hecho de que un ficus de 120 años se cayó el otro día en la avenida Pedro de Osma. Según la municipalidad distrital, “es normal que se caigan los árboles porque tienen un período de vida”. Por otro lado, en la prensa y en las redes sociales han estado circulando fotos que muestran cómo la reciente obra vial en Pedro de Osma ha mutilado varias de las raíces de los ficus centenarios.

Incluso si damos el beneficio de la duda a la Municipalidad de Barranco, la pregunta es: ¿Si los ficus de Pedro de Osma están llegando al fin de su ciclo de vida, dónde está la siguiente generación de árboles en esta avenida para tomar la posta?

Para poder proteger la identidad monumental de esta avenida, junto con Arequipa, Salaverry y otras, y para asegurar que en el futuro haya árboles estructurales, ya deberíamos tener algunos ejemplares adolescentes que puedan dar sombra a las próximas generaciones.

El Comercio no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

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