El señor Manuel Merino de Lama, presidente del Congreso de nuestro país, debe sentirse muy orgulloso.
Pese a sus intenciones de involucrar a las Fuerzas Armadas en el proceso de vacancia al presidente Vizcarra, el Parlamento decidió ayer, por abrumadora mayoría, rechazar la admisión a debate de una moción de censura en su contra.
Ha sido respaldado por el Congreso que quiere bajarse a la Sunedu y desfalcar a la ONP. Que permite presidir la comisión de fiscalización a quien tiene sobre sus hombros dos acusaciones constitucionales. Que cuenta entre sus miembros con lengualargas que suelen salpicar los debates con improperios y otras frases irreproducibles.
Lo ha apoyado el Legislativo que acoge al señor Daniel Urresti, especialista en decir una cosa un día y desdecirse al siguiente, quien ayer se refirió a las “tendencias sexuales” del presidente. Que alberga al señor Posemoscrowte Chagua, ex protagonista del ‘andahuaylazo’, quien al votar contra la censura dijo que el mandatario “se apunta a la lista de fusilamientos”.
No es difícil imaginar el orgullo que debe sentir el señor Merino de Lama tras esta gigantesca y desinteresada demostración de sus colegas, luego de la penosa llamadita que perturbó su existencia en los últimos días.
Pero señor Merino de Lama, para usar sus palabras, tómeselo con calma. El país no aguanta más espectáculos bochornosos. Recuerde que más de cien personas mueren cada día por la pandemia, que el empleo formal sigue sin recuperarse, que la pobreza se extiende sin medida. El país necesita un respiro. O, como usted dice, calma. Mucha calma.