El ministro Víctor Zamora recorrió ayer las instalaciones del Hospital II Clínica Geriátrica San Isidro Labrador, en Ate, uno de los centros de salud que recibirán a pacientes con coronavirus. (Presidencia de la República)
El ministro Víctor Zamora recorrió ayer las instalaciones del Hospital II Clínica Geriátrica San Isidro Labrador, en Ate, uno de los centros de salud que recibirán a pacientes con coronavirus. (Presidencia de la República)
/ Andrés Valle
Gladys Pereyra Colchado

El 19 de marzo, cuando el país empezaba a asimilar la primera muerte por en el Perú, se confirmaron otras dos víctimas de la . Tres en un solo día. Horas después, empezó su gestión como ministro de Salud. En tres semanas, las muertes suman 181 y Zamora, médico de profesión, ha adelantado que los cuerpos en calles y casas no tardarán en aparecer. Su estrategia es reforzar el diagnóstico con las pruebas rápidas y unir al sector público y privado para la atención de pacientes. Anuncia la incorporación de médicos de distintas especialidades para reforzar las unidades de cuidados intensivos.

—¿Cuántas pruebas rápidas ya se han realizado?

Hemos distribuido 330 mil pruebas rápidas en el país para personal de salud, las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional, hospitales, penales y poblaciones especiales, incluyendo el Congreso. Es población que por su trabajo no se puede garantizar el distanciamiento social. En lo que respecta al personal de salud, hemos cubierto unas 9.000 pruebas.

—¿Cómo se define a quién se realiza esta prueba?

Hay una suerte de idealización de la prueba rápida. Esta no define tratamientos, sino solo si estás contagiado y si debes aislarte. Solo en los últimos días en la policía hemos hecho 7.400 pruebas y vamos a continuar en estos días con 6.500 pruebas más. Pero la estrategia es que, si hay un contagiado en la casa, todos están contagiados. No necesitan todos hacerse la prueba. La velocidad con que se realizan no necesariamente va a cubrir las expectativas de la población. Lo importante es que antes hacíamos 500 pruebas diarias y ahora hacemos 9.000 junto con las moleculares. La meta es llegar a 12.000 pruebas diarias.

— ¿Cuándo se completa la entrega de 1’400.000 pruebas rápidas?

Esperamos un segundo lote de cerca de medio millón que requiere un nuevo trámite en la aduana china. Llegaría el viernes de la próxima semana, pero dependemos de la administración china. También hay medio millón de pruebas rápidas donadas por la empresa privada que están esperando el mismo sello en China.

— En entrevistas anteriores dijo que algunas empresas peruanas elevaron los precios de equipos para médicos. ¿Hubo un cambio del sector privado?

Nosotros no tenemos un control de precios porque no está en nuestra Constitución. Los precios siguen elevados. Lo que sí hemos hecho, siguiendo el ejemplo de Brasil, Colombia, Chile, Canadá y otros, es emitir medidas proteccionistas para evitar que los productos que tanto necesitamos para nuestros trabajadores sean vendidos al extranjero. Ahora ya no es posible exportar sin autorización del Minsa.

— Luego del primer caso de un médico fallecido por COVID-19, ¿qué se hace para reforzar la salud del personal de este sector?

Estamos incrementando sostenidamente las compras de equipos de protección personal (EPP). Esta mañana [ayer] se enviaron dos toneladas de EPP a Loreto. También salieron dos vuelos para el sur del país (Arequipa, Moquegua y Puno) y otro a Tacna. Hemos reservado S/122 millones para comprar EPP, de los cuales hemos gastado S/75 millones, que equivale a cerca de 530 toneladas distribuidas en el país. Son 33 millones de unidades adquiridas a pesar de las dificultades que tenemos.

—¿A quiénes se les entrega?

A la primera línea de batalla. Estos equipos no son para los vigilantes ni para la parte administrativa porque no están expuestos al virus. Es exclusivo para el personal que tiene la ruta COVID-19. Además, a partir de hoy, con el apoyo de la Superintendencia Nacional de Salud (Susalud), estamos instalando equipos de vigilancia de las EPP porque también se han identificado pérdidas y sustracción en los almacenes. Tenemos que cuidar mucho estos equipos no solo porque salvan vidas, sino porque son costosos y es difícil el mercado internacional. También estamos comprando 10 millones de mascarillas de tela reutilizables, parte de las cuales usará el personal médico y de vigilancia que no requiere alta tecnología para estar protegido.

—Farid Matuk, miembro del Grupo Prospectiva del Minsa, nos dijo que si llegábamos al paciente 505 en las unidades de cuidados intensivos (UCI), el sistema colapsaba. ¿Cuántas tenemos ahora?

Cuando empecé mi gestión, teníamos 255 UCI operativas, pero a inicios de año solo eran 100. Luego se subió a 504. Hoy hemos actualizado la cifra y tenemos 600 camas de UCI operativas. La meta es llegar a 1.000. Ya no las contamos como camas exclusivas para el virus, sino usamos cifras totales.

—¿De dónde se consiguieron estas nuevas camas?

Tenemos pacientes con el síndrome Guillain-Barré que estaban en UCI con equipos sofisticados de soporte ventilatorio, pero necesitaban lo básico. Entonces, cambiarles ese equipo sofisticado no pone en riesgo su vida, pero ganamos uno para los pacientes de COVID-19. La estrategia es reutilizar las camas y otra es reparar las que estaban dañadas. Hemos comprado unas 500 camas nuevas, pero esas no llegan todas en un solo día, se van a distribuir durante el año. Además, tenemos donaciones. Por ejemplo, la Confiep nos ha donado 110 camas de UCI, pero no están contabilizadas porque llegarían la última semana de abril.

—¿Se ha aumentado el número de médicos intensivistas?

Formar un médico intensivista toma 14 años, entonces no nos van a alcanzar. Es un hecho. Por eso estamos incorporando al equipo de UCI a otros profesionales que, por su entrenamiento, tienen capacidades para manejar cuidados intensivos. Por ejemplo, anestesiólogos, emergenciólogos, de medicina interna, traumashock. A ellos se les está entrenando y reentrenando en algunas técnicas o cómo es el uso del monitor.

— En una entrevista, usted dijo que, de las víctimas, un grupo “va a morir en la calle o en las casas”. ¿Qué se hace para evitarlo?

El objetivo es que la persona que fallezca sea tratada con dignidad y respeto, y eso empieza por los vecinos. Ellos tienen que estar alerta y tocar la puerta a los ancianos que viven solos, estar atentos en la calle si alguna persona se siente mal e inmediatamente llamar a la policía. Con eso, más el protocolo que va a aplicar la policía, queremos evitar lo que se vio en Guayaquil.

— Se reconoció que fue un error las salidas por género. ¿Qué autocrítica puede realizar de su gestión?

Estoy muy orgulloso de trabajar en un Gobierno que implementa las mejores medidas para proteger la salud de su pueblo. En el camino aprendemos, tomamos lecciones, corregimos y seguimos adelante. Continuaremos con las medidas que nos han dado resultados y han sido muy positivas hasta el momento. Sobre las nuevas medidas tomadas, la próxima semana, cuando haya más datos, podremos evaluar.

¿Qué es el COVID-19?

El COVID-19 es la enfermedad infecciosa que fue descubierta en Wuhan (China) en diciembre de 2019, a raíz del brote del virus que empezó a acabar con la vida de gran cantidad de personas.

El Comité Internacional de Taxonomía de Virus designó el nombre de este nuevo coronavirus como SARS-CoV-2.

¿Cuáles son los síntomas del nuevo coronavirus?

Entre los síntomas más comunes del COVID-19 están: fiebre, cansancio y tos seca, aunque en algunos pacientes se ha detectado dolor corporal, congestión nasal, rinorrea, dolor de garganta y diarrea. Estos malestares pueden ser leves o presentarse de forma gradual; sin embargo, existen casos en los que la gente se infecta, pero no desarrolla ningún síntoma, precisó la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Además, la entidad dio a conocer que el 80 % de personas que adquieren la enfermedad se recupera sin llevar un tratamiento especial, 1 de cada 6 casos desarrolla una enfermedad grave y tiene dificultad para respirar, la gente mayor y quienes padecen afecciones médicas subyacentes (hipertensión arterial, problemas cardíacos o diabetes) tienen más probabilidades de desarrollar una enfermedad grave y que solo el 2 % de los que contrajeron el virus murieron.

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