Minsa informó ayer que la ocupación de camas UCI se elevó en 3% en la última semana. (Foto: Miguel Bellido/GEC)
Minsa informó ayer que la ocupación de camas UCI se elevó en 3% en la última semana. (Foto: Miguel Bellido/GEC)
Gladys Pereyra Colchado

Pese a la disminución sostenida en los casos nuevos de en el Perú, cada día mueren en promedio 50 personas solo por esta enfermedad. Se trata de una cifra que no ha variado en las últimas seis semanas. En palabras del director del Centro de Epidemiología del Ministerio de Salud, Luis Rodríguez, “estancamiento” en uno de los indicadores más duros del impacto de la pandemia en nuestro país. Pero no el único.

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Aún con el periodo de caída de contagios, en las regiones del centro se reporta un incremento de los casos positivos y más de 3.700 personas siguen hospitalizadas. Además, en solo una semana . Nueve meses después de la llegada del virus al país, aún estamos lejos de superar una enfermedad que en Europa y Estados Unidos ha vuelto a golpear con fuerza en una segunda ola incluso más devastadora.

¿Cómo evitar un repunte de contagios también aquí? Este es el tema que trató la primera mesa digital de la campaña ‘Cuidar a mi familia no es un chiste’ del Grupo El Comercio con patrocinio de Plaza Vea, que contó con la participación de la médica Fiorella Krapp, infectóloga de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH), la doctora Flor Calderón, directora médica de la clínica Aviva, y el psicólogo social Jorge Yamamoto, investigador y docente principal de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).

De la calle a la casa

¿Por qué bajaron los contagios en el Perú? Aunque los especialistas sostienen que son múltiples factores los que impactaron en la reducción de la transmisión del virus, la médica Flor Calderón considera que un elemento decisivo ha sido la obligatoriedad del uso de la mascarilla en ambientes públicos. “Países que no tienen el uso mandatorio de mascarillas han enfrentado rebrotes y segundas olas de terror”, explicó.

Sin embargo, esta medida de prevención, junto con el lavado de manos y distanciamiento social, ha sufrido una innegable relajación en las últimas semanas, cuando, paradójicamente, la caída en los contagios ha demostrado su efectividad. La infectóloga Fiorella Krapp considera que es necesario reconocer que existe un “cansancio de pandemia”, en la que la población decide reunirse con familia y amigos porque siente que con los cuidados generales es suficiente.

El reto, entonces, es llevar las medidas de prevención que se usan en las calles a las casas y las reuniones. La médica recuerda que los pacientes asintomáticos son los más propensos a diseminar el virus en mayor cantidad. “Vemos mucha disposición a reunirse de gente conocida porque creemos que están sanos, pero sabemos que el virus se transmite incluso antes de presentar síntomas. Alguien se puede sentir bien y estar contagiando”, enfatiza.

Para Yamamoto el problema del relajamiento de la prevención no pasa por la falta de información sobre los riesgos sino por la adopción de conductas sin mayor reflexión. “El paso de la conducta automática a la conducta consciente es el elemento central de la prevención. Se trata de que la gente no entre en piloto automático, sino que tenga una conducta autoobservada”, sostiene.

El psicólogo social sostiene que esto tiene que ver con una “desensibilización sistemática” debido a que el coronavirus se ha convertido en parte de la rutina y se le ha perdido el miedo inicial.

Por eso, los tres coinciden en el que el peor escenario al que nos podemos enfrentar es que las personas que se han mantenido protegidas en sus casas o que se han movilizado menos en los últimos meses empiecen a hacerlo a propósito de la Navidad o las fiestas de Año Nuevo.

Experiencia para aprender

La segunda ola de contagios en Europa y Estados Unidos ha coincidido con dos elementos que podrían repetirse en Perú: el incremento de reuniones familiares por celebraciones culturales (el Día de Acción de Gracias, por ejemplo) y la temporada de invierno en dicho hemisferio. Sobre lo segundo, Krapp explica que muchos virus respiratorios, como el Sars-CoV-2, tienen tendencia a aumentar en los meses de frío por el incremento actividades en espacios cerrados con poca ventilación. “Este es el mejor escenario para la transmisión”, dice.

En ambos casos, Calderón agrega que el Perú tiene la ventaja de tener tiempo para adoptar acciones concretas antes de Navidad, Año Nuevo y el cambio de estación en tres meses. “Tenemos que repensar las estrategias. ¿Qué haríamos diferente si tuviéramos un caso cero de nuevo? ¿Utilizaríamos las mismas pruebas?”, indica.

Sobre las fiestas de fin de año, Krapp indica que lo más razonable no es prohibir las reuniones, que indudablemente se van a dar, sino enseñar pautas para que estas sean lo más seguras posibles. “Ensenar qué es alto riesgo y qué menor riesgo”, indica.

Para Yamamoto resulta necesario que en este punto diseñen estrategias basadas en experiencia y evidencia. “No podemos seguir reaccionando. Se necesita una visión estratégica de públicas basadas en evidencia para no adivinar sino para tener datos específicos de lo que va a funcionar”, sostiene.

En este punto, Krapp recuerda que incluso controlando los contagios de COVID-19, queda pendiente atender otros problemas de salud pública que se han visto afectados por la pandemia. “Es importante que los tomadores de decisiones no se olviden que hay realidades distintas en el país y que hay otros problemas de salud que no son COVID-19 y que están en condiciones precarias”, dijo. En su opinión, pese al enorme avance científico que supone el desarrollo en tiempo récord de vacunas, faltan por lo menos otros seis meses para llegar a un nivel de control de la enfermedad. “Estamos en una transmisión de casos mucho más baja y tenemos que tomar esta oportunidad para replantear cosas. Debemos asumir que podemos estar contagiados así no tengamos síntomas”, indica.

Los tres especialistas coinciden en que las medidas de prevención básicas dentro y fuera del hogar son la clave para eliminar la transmisión del virus. Este cuidado, agrega Yamamoto, no puede ser dejado a un ‘piloto automático’ sino que tiene que ser un comportamiento consciente y continuo.

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