El INSN de Breña celebra el Día de la Enfermera Peruana honrando a quienes sostienen pequeñas vidas con manos firmes y corazón inmenso.
El INSN de Breña celebra el Día de la Enfermera Peruana honrando a quienes sostienen pequeñas vidas con manos firmes y corazón inmenso.

En el Perú, cada 30 de agosto, el calendario se tiñe de gratitud y reconocimiento para quienes, con pasos silenciosos y manos firmes, sostienen pequeñas vidas en sus momentos más frágiles: las enfermeras y enfermeros del Instituto Nacional de Salud del Niño (INSN) de Breña.

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En el contexto de la celebración por el Día de la Enfermera Peruana, el INSN Breña presenta a tres profesionales que reflejan vocación hacia nuestros pacientes pediátricos. Ellos representan a los más de 670 licenciados en enfermería del instituto.

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Carlos Salas Abusada

Cuidando con el corazón

Tenía el sueño de ser doctora, pero la vida le cambió el rumbo cuando perdió a su hermano en un trágico accidente. “No tenía quién me apoyara económicamente para estudiar en Lima”, recuerda la enfermera Teodosia Cuestas Zavala, quien labora en el servicio de Otorrinolaringología. Así, decidió estudiar Enfermería en su ciudad natal: Tarma. Un día recibió la llamada que marcaría su historia: ingresar al entonces Hospital del Niño, hoy INSN de Breña. En noviembre cumplirá 43 años de servicio y se despedirá del centro pediátrico al cumplir su ciclo como servidora pública.

Su trayectoria en el centro pediátrico empezó en Emergencias en 1982, cuando las jeringas eran de vidrio y los casos más complejos eran niños que convulsionaban o morían por deshidratación. Pasó unos 39 años en Cirugía General —diez como enfermera asistencial y los años restantes como jefa de enfermeras— y, tras la pandemia, encontró un nuevo hogar en Otorrinolaringología. “Me manden al servicio que me manden, uno sabe desempeñarse con base en la experiencia. Lo que se siembra, se cosecha”, dice con una sonrisa.

Teodosia siente que cada niño que cuida es suyo, sobre todo los que llegan desde provincias y necesitan más apoyo. Entre los recuerdos que guarda en el corazón está Patrick, un niño proveniente de Huaraz que, a sus cuatro años, ingirió lejía y sufrió graves quemaduras en el esófago. Con el apoyo de médicos, fue operado en Estados Unidos y pudo volver a beber y alimentarse sin dolor. “Vino al instituto hasta cuando tenía 17 años por chequeos, y ahora trabaja en España porque estudió aviación comercial. Hasta hoy me escribe y me invita a pasear por allá”, cuenta con orgullo.

Dar lo mejor, por la vida que confía en ti

Desde hace 35 años, el rostro sereno y la voz calmada del licenciado Antonio Gutiérrez Montes recibe a miles de niños y adolescentes en el servicio de emergencia del INSN Breña. Proveniente de Huancayo, llegó a Lima para formarse en la universidad y, pese a trabajar en el Ministerio de Defensa, donde atendió a adultos, el destino le reservaba un lugar especial: la pediatría. “A los niños se les conversa para que no sientan ansiedad ni miedo antes de un procedimiento”, afirma, convencido de que el carisma es tan vital como la técnica.

En el trajín de áreas como observación, reposo, tópico, cirugía y pacientes críticos, Antonio ha escrito silenciosas historias de esperanza. Una de ellas es la de un pequeño paciente hematológico, de apenas tres meses, al que lograba canalizar la vía cuando nadie más podía. La madre lo buscaba siempre, y con el tiempo, el niño creció y ya hablando le solicitaba que él le haga el procedimiento.

Padre de dos hijos y esposo de una tecnóloga médica, Antonio sabe del sacrificio y del equilibrio entre familia y profesión. Su mensaje para las nuevas generaciones es: “La profesión es de cada uno. Hay que autoesforzarse, especializarse y dar siempre lo mejor, porque detrás de cada procedimiento hay una vida que confía en ti”.

Liderar con manos firmes y corazón maternal

Desde este año, la licenciada Magali Paz Cuéllar dirige con compromiso y cariño al equipo de más de 70 enfermeras del Centro Quirúrgico del INSN de Breña. Nacida en Lima, lleva 19 años en la institución, siempre trabajando con niños y adolescentes. Su vocación nació como un homenaje a su madre, técnica en Enfermería.

Su carrera comenzó en diferentes áreas de la institución, pero un diplomado en instrumentación quirúrgica la llevó al corazón del hospital: el quirófano. Allí, entre luces frías y silencio expectante, aprendió que detrás de cada intervención hay ansiedad y miedo, no solo en el paciente sino también en su familia. “En la sala de recuperación damos más cariño y hasta atención maternal. El llanto es parte de su comunicación de los pacientes”, dice.

Actualmente enfrenta el gran reto de su primer cargo como jefa de Enfermeras del Centro Quirúrgico, un puesto que asume con disciplina y amor por su equipo. Coordinar con anestesiólogos y cirujanos, planificar cada procedimiento y garantizar que las necesidades quirúrgicas pediátricas se cumplan, es parte de su día a día. “Somos un equipo, y mi labor es dirigir, organizar, planificar, ejecutar y, sobre todo, controlar para que todo salga bien”, afirma.

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