Edwin Oviedo nombró a los nuevos integrantes de la Comisión de Licencias de la FPF. (Foto: AFP)
Edwin Oviedo nombró a los nuevos integrantes de la Comisión de Licencias de la FPF. (Foto: AFP)
Pedro Ortiz Bisso

Son tiempos de desesperanza, también de rebeldía. Los #CNMAudios asquean no solo por lo que confirman, sino por quienes atacan su difusión.

La recatafila de insultos que han recibido Gustavo Gorriti e IDL-Reporteros, así como los otros medios y periodistas que han dado a conocer este océano de podredumbre son el termómetro adecuado para medir la dimensión del miedo desatado.

Afortunadamente, la tinta sobre el papel y los tuits están ahí. Para que el público juzgue y la historia recuerde.

La ética del diminutivo –hermanito, doctito, verdecitos, tocayito– nos define como país. Uno de los protagonistas indirectos de este escándalo, sin embargo, sigue sin dar la cara y se ha escudado en comunicados de prensa que, valgan verdades, en lugar de aclarar su situación solo han conseguido multiplicar las preguntas.

Edwin –Edwincito– Oviedo intentó deslindar con el juez César Hinostroza a través de una nota de prensa de la Federación Peruana de Fútbol (FPF) escrita con evidente apuro (¿a qué se habrán referido con “Hinistroza” y “Munidial”?).

El jueves, un nuevo comunicado indicaba que el presidente de la federación se hallaba fuera del país por dos motivos de importancia capital: “La gestión directa [...] ante los altos directivos de FIFA en Suiza, para formalizar nuestra solicitud de anticipo de recursos económicos provenientes de nuestra participación en el Mundial Rusia 2018” a fin de ayudar a los clubes profesionales. Y “acceder al pedido directo y personal de nuestro jugador Paolo Guerrero, a efectos de lograr que se aclare la vigencia de la medida cautelar que le otorgó al Tribunal Supremo suizo”.

Que nuestros clubes urgen de liquidez para pagar sus cuentas no es novedad. ¿Pero la federación no posee otros mecanismos para ayudarlos mientras se concreta la transferencia del dinero?

Respecto a Guerrero, desde antes del Mundial se sabía que su castigo quedaba suspendido en tanto el Tribunal Federal suizo no decidiera sobre el fondo de su caso. Si bien Flamengo, su club, quería una confirmación para hacerlo jugar, ¿era indispensable la presencia del señor Oviedo?

A juzgar por los comunicados, que hayan coincidido estas gestiones con el mayor escándalo de corrupción de los últimos años ha sido obra del destino. Ergo, cualquier suspicacia es antojadiza. Un vil ejercicio de mala leche.

El protagonismo del señor Oviedo para que Guerrero jugara en Rusia no levantó muchas cejas. Sus problemas judiciales y su inexplicable aparición en el video pos-Mundial de agradecimiento a los hinchas acrecentó las dudas.

La eficacia del fútbol como elemento distractor ha sido probada infinidad de veces en todas partes del mundo.

Acabar con las dudas debería ser el principal objetivo del señor Oviedo, pero no a través de la frialdad de un comunicado. 

Contenido sugerido

Contenido GEC