(Foto: Nancy Chappell / El Comercio)
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Redacción EC

Ayer al mediodía, el cardenal Juan Luis Cipriani presidió la apertura del proceso de beatificación de monseñor Federico Kaiser, fundador de la Congregación Religiosa Misioneras de Jesús, Verbo y Víctima.

El canciller de la Arquidiócesis de Lima, Jaime Calvo, anunció que la primera sesión de la comisión investigadora será el 1 de octubre. Agregó que las entrevistas a los testigos se realizarán los lunes y miércoles en el jirón Chancay 282 (sede del arzobispado).

Kaiser, alemán de nacimiento, llegó a Lima en 1939 y se nacionalizó peruano en 1945. En 1957 se convirtió en el primer obispo de Caravelí, Arequipa. Murió en 1993, a los 90 años.

A la ceremonia de ayer asistieron la religiosa María Inmaculata, misionera de Jesús Verbo y Víctima y postuladora de la causa; el juez delegado, padre Fernando Palacios; el promotor de Justicia, monseñor Alberti Maraví; y como notarios, el padre Julio Zafra y la madre María Ana.

La madre María Inmaculata contó que ha presentado una lista de cincuenta testigos que aseguran que recibieron una gracia del obispo. “Tenemos más de 200 testigos oculares y 250 testigos de segundo grado”, dice la religiosa.

—Los pasos—
Para que un fallecido sea declarado santo debe pasar, primero, por un proceso de investigación a nivel diocesano. Ahí se analiza si el candidato se ha distinguido por una “práctica heroica de las virtudes”. Ya en esta primera etapa, la persona recibe la denominación de “siervo de Dios”. De superar este filtro, se envía su expediente a Roma. Si pasa esa segunda etapa, el candidato recibe el grado de “venerable”.

En Roma, pasa por el escrutinio de la Congregación de la Causa de los Santos, de una comisión médica y el plácet del Papa. Ellos son los encargados de evaluar si efectivamente se registraron milagros. De comprobarse uno, la persona se convierte en beata. Con un segundo milagro confirmado, pasa a ser canonizada.  El Perú cuenta con cinco santos y dos beatos.

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