Juan de la Puente y Fernando Tuesta han usado una analogía deportiva para explicar este burdo espectáculo que venimos observando en los últimos días, en el que conocidos personajes con aspiraciones presidenciales conversan, descartan y acuerdan sus fichajes con los partidos políticos aptos para participar en los comicios del abril del 2021.
“Rito deportivo de pases”, lo ha llamado De la Puente, mientras que Tuesta ha comparado estas idas y venidas con el ambiente que se vive en el mercado futbolístico ante el “inminente cierre del libro de pases”.
El calendario electoral peruano señala que el último día para fichar por un partido político y, por ende, defender su camiseta en las elecciones presidenciales vence este 30 de setiembre. De ahí, pues, este acelerado e intenso desfile de rostros –entre resucitados, desconocidos y uno que otro rejuvenecido-, que en lugar de goles, asistencias o campeonatos, ponen en bandeja un supuesto arrastre electoral, sus mejores sonrisas y muy, pero muy pocas ideas, la mayoría de trazo grueso.
¿Qué ofrecen y qué reciben a cambio por cada fichaje? He ahí las grandes preguntas aún sin respuesta que constituyen el gran drama de nuestro sistema político, que permite a partidos sin ideología ni cuadros ser protagonistas en cada elección gracias al enorme poder negociador que les otorga la bendita inscripción.
Ningún vientre de alquiler es garantía de estabilidad. ¿O alguien cree que alguno de estos esqueletos atados con tres hilos continuará apoyando a su candidato ganador cuando las papas quemen y aparezcan sustitutos más apetecibles? ¿Qué incentivo tendrán sus congresistas para no cambiar de camiseta cuando el desgaste asome?
De la Puente dice que estamos viendo un “crimen de la política”. Así es. Esto es solo el preludio de la inestabilidad y de las tormentas que se avecinan, sea quien fuere el nuevo inquilino de Palacio de Gobierno el 28 de julio del 2021.