Pasamayo
Oscar Paz Campuzano

En el serpentín del pocas cosas han cambiado desde que hace seis meses un bus se desbarrancó y arrastró hacia la muerte a 52 personas. Ni siquiera el armazón oxidado del vehículo de la empresa San Martín ha sido retirado del fondo del precipicio.

El Comercio recorrió esta semana los 31 kilómetros sinuosos del Pasamayo para verificar las condiciones de seguridad en esta ruta. Un punto verificado fue la zona del accidente del pasado 2 de enero.

El pequeño muro que quedó destruido con el impacto del bus es el mismo; solo fue resanado. Es una especie de sardinel irregular en su altura: en algunos tramos mide 0,30 centímetros y en otros 0,54.

Según David Fairlie, ingeniero de tránsito de la Asociación Cruzada Vial, la dimensión de esta estructura no sirve para soportar el impacto de un vehículo pesado, como quedó demostrado a principios de año.

Los muros de concreto –explica Fairlie– son barreras de seguridad normadas, pero tienen características especiales descritas en el Manual de Seguridad Vial del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) [Ver infografía].

Los elementos de seguridad a lo largo de las 83 curvas peligrosas del serpentín no se han reforzado ni se han instalado barreras en los giros en los que no existe ninguna protección. En varios tramos hay sacos de arena en vez de guardavías.

Según un informe que remitió en abril del 2018 el Regulador de la Infraestructura de Transporte de Uso Público (Ositrán) al MTC, en el serpentín del Pasamayo existen 22 puntos negros, llamados así por ser zonas alta accidentabilidad.

Los restos del ómnibus siniestrado el 2 de enero continúan en el precipicio. (Dante Piaggio / El Comercio)
Los restos del ómnibus siniestrado el 2 de enero continúan en el precipicio. (Dante Piaggio / El Comercio)

-Buscan soluciones-

Dos días después de la tragedia, el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) restringió el paso de minivanes y buses destinados al transporte de personas en el serpentín para desviarlos hacia la variante, una vía más segura por no ir al filo del abismo y tener carriles separados. La medida vence este sábado y será extendida seis meses más, confirmó ayer la Dirección General de Transporte Terrestre del MTC.

Sin embargo, esta sigue siendo una salida temporal y más bien se requiere –como recomendó en su momento la División de Prevención e Investigación de Accidentes de Tránsito de la Policía– una intervención integral para que el Pasamayo deje de ser una tumba.

A principios de junio, Norvial (a cargo de la concesión Ancón-Huacho-Pativilca, que incluye la variante y el serpentín) le propuso al MTC que la variante se amplíe a tres carriles y se hagan otras obras de mejora en esa vía de modo que deje de usarse el Pasamayo.

Según los informes técnicos hechos por el concesionario, la colocación de más barreras de seguridad no es una opción en el serpentín porque, dadas las condiciones inestables del suelo y el poco espacio, la intervención ocasionaría derrumbes.

Según un informe que Ositrán envió al MTC en mayo de este año, Norvial no tiene la obligación contractual de instalar señales y elementos de seguridad en el serpentín. Para esta intervención u otras no contempladas en el contrato firmado el 15 de enero del 2003 se requiere suscribir una adenda entre el MTC y Norvial.

El Ministerio de Transportes no se pronunció sobre la propuesta del concesionario, pero informó ayer que en el julio pondrá en marcha el plan “Pasamayo Manejo Seguro”. Este consiste en colocar puntos de control para verificar que los camiones tengan revisión técnica al día, controlar la velocidad y colocar mensajes para hacer respetar las normas de tránsito.

En el tema de infraestructura, el MTC refiere estar trabajando en un estudio sobre las alternativas para mejorar la seguridad en estos 31 fatídicos kilómetros.

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