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Casonas antiguas
Juan Guillermo Lara

Frágiles, peligrosas y sucias. Así lucen muchas y quintas en los principales barrios históricos de Lima. Esto no solo atenta contra el patrimonio arquitectónico de la ciudad, sino, sobre todo, pone en riesgo a los moradores.

Ayer por la madrugada, parte de la cornisa de una casona ubicada en el cruce de las avenidas Manco Cápac y 28 de Julio, en La Victoria, se desplomó. Debido al ruido, Marda Jiménez, de 75 años, salió por el balcón del segundo piso. Sin embargo, el peso de los escombros hizo que esta precaria estructura cayera. La mujer sufrió golpes y quedó tendida en la vereda.

Personal de rescate de los bomberos trasladaron a Jiménez al hospital Grau y tuvieron que evacuar a sus familiares con una escalera, pues el balcón que se destruyó tras la caída de la cornisa era la única salida de esa y otras tres viviendas.

Personal de gestión de riesgo de la Municipalidad de La Victoria anunció que por la falta de condiciones de seguridad, el predio fue declarado inhabitable.

Según la inspección efectuada, se identificaron “serios daños en las estructuras de edificación, la ausencia de columnas recomendadas, así como cables expuestos”. Por ello, según la comuna, el predio es de alto riesgo frente a sismos.

Jesús Tomás, inquilino del inmueble, asegura que el accidente se produjo porque una constructora había colocado grandes paneles sobre la cornisa y el balcón.

—Por todo lado—
La situación crítica de casonas, quintas y balcones históricos de Lima se repite en distritos como el Cercado, Rímac y Barranco.

En setiembre de este año, el gerente de Defensa Civil de la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML), Mario Casaretto, informó que solo en el Centro Histórico de la capital hay 250 quintas en alto riesgo de derrumbe y al menos unos 1.200 predios en riesgo moderado de colapso.

“El riesgo es un tema difícil de manejar porque ningún inquilino quiere dejar la vivienda, incluso tras un derrumbe. Por ejemplo, les llevamos carpas, pero a veces no quieren que los retiren de ahí”, dijo Casaretto.

Edwin Benavente, jefe de la Dirección General de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura, explica que, pese a ser consideradas patrimonio histórico, las casonas son propiedad privada y por tal motivo no pueden ser intervenidas más que por sus dueños.

“Nosotros damos asistencia técnica con arquitectos y orientamos sobre lo que deben hacer para no dañar la estructura del edificio. Pero existe desidia por parte de los moradores que ni siquiera limpian ni protegen la vivienda”, aseguró Benavente.

Según el artículo 32 de la norma A-140 del Reglamento Nacional de Edificaciones, le corresponde a “los propietarios, inquilinos u ocupantes de los monumentos iniciar las reparaciones en sus inmuebles”.

Sin embargo, para la arquitecta Sofía Rodríguez-Larraín, dichos inmuebles pertenecen a la historia de la ciudad y son, en su mayoría, patrimonio histórico, y como tal deberían recibir algún tipo de apoyo del Estado.

“Nadie está obligado a realizar mantenimiento y si no tiene dinero lo más probable es que no lo haga. Lo que hay que buscar es un mecanismo, no sé si a nivel municipal o del Ministerio de Cultura, pero se deben tomar decisiones políticas lo más pronto posible”, indica la experta.

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