Abordar con sensibilidad y mesura acontecimientos como la tragedia de Independencia es parte del oficio del periodista. (Foto: captura de pantalla)
Abordar con sensibilidad y mesura acontecimientos como la tragedia de Independencia es parte del oficio del periodista. (Foto: captura de pantalla)
Pedro Ortiz Bisso

No, el ‘Zorro’ Zupe no es periodista.

Tampoco ejerce el periodismo.

Eso que a los periodistas nos parece una obviedad, no lo es para el gran público. El hecho de que Ricardo Zúñiga -el nombre real del ‘Zorro’- haya sido panelista de un programa de televisión en el que se hacen preguntas y respuestas, no lo convierte en periodista, ni a ese espacio en periodístico.

La aclaración es necesaria porque entre las justificadas críticas contra Zúñiga por haber insultado a la madre de Camilita, la niña que fue violada y asesinada, no faltaron quienes lo llamaron “periodista” y señalaron que sus “colegas” solían dispensar un trato similar en otros programas televisivos.

Periodismo es informar con la verdad, opinar con argumentos. El buen periodista mide cada palabra que dice o escribe porque es consciente de la responsabilidad que tiene sobre sus hombros y busca ponerse en los zapatos del otro. El periodismo no es una competencia de quién habla más alto o utiliza el epíteto más grueso bajo el disfraz de la falsa ‘frontalidad’.

Cierto es que los periodistas tenemos gran parte de culpa en esta confusión. El abandono del rigor, nuestra afán de no perder la ola de las redes, nos ha convertido en apóstoles de la imprecisión, la vacuidad y lo postizo. Hasta cuando nos equivocamos -que no sucede pocas veces- inventamos maneras para no rectificarnos, como si reconocer nuestras burradas fuera algo indigno.

Evitar esa confusión, recuperar la confianza de la gente, es una batalla que aún tenemos por ganar.

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