
A raíz de la tragedia en el Real Plaza de Trujillo, se ha abierto el debate sobre la fiscalización de infraestructuras en el país. En apenas siete días, las municipalidades han clausurado en la última semana 17 malls y 10 supermercados. Los expertos señalan que es crucial mejorar los protocolos y reglamentos con el fin de mejorar las inspecciones sin caer en los abusos de ciertas autoridades.

Ante la reciente tragedia donde se derrumba un techo sobre el patio de comidas de un centro comercial, a pesar de que contaba con todos los permisos, es indispensable investigar cuáles han sido las causas.
Desde el Colegio de Arquitectos del Perú exigimos a las municipalidades ser mucho más rigurosas en el perfil técnico de las autoridades a cargo de la gestión de riesgo de desastres y defensa civil; deben ser profesionales colegiados y habilitados, y/o tener la debida experiencia acreditada.
En las inspecciones técnicas, debe participar un ingeniero civil para evaluar los riesgos de colapso estructural y el arquitecto para verificar la seguridad de los medios de evacuación, aforos máximos y que las personas puedan salir por rutas protegidas en caso de incendios.
Los propietarios de locales públicos deben ser los primeros responsables de implementar un riguroso Plan de Mantenimiento.
En las inspecciones se deben priorizar las observaciones sustanciales que pueden significar un riesgo inminente, pero sin irnos al extremo de cerrar todos los centros comerciales y edificaciones públicas, tal como lo estamos viendo ahora.
Necesitamos un efectivo control de la corrupción que impera también en estos permisos, dejar de “normalizar” estas conductas y denunciarlas.

Con lo sucedido en Trujillo ha quedado evidenciada la falta de protocolos para prevenir este tipo de tragedias, y se expuso la escasa o casi nula homogenización de los procesos que involucran la construcción.
Convivimos y hemos naturalizado a las galerías que emergen en los alrededores de los mercados, ferias que se inician como temporales y terminan siendo un laberinto comercial; y todo esto complementado por un creciente comercio ambulatorio, escuelas, y centros de estudios que muchas veces operan en casas modificadas con mucha visión comercial, pero sin el criterio técnico debido.
Se necesitan activar protocolos para evitar y afrontar todo tipo de tragedias. Los protocolos no reemplazarán a la supervisión;por el contrario, la sistematizará al punto que terminará automatizado los procesos y asegurando que cada paso sea atendido de manera seria.
Nuestro nivel de construcción es bajo. No por la baja calidad de los profesionales, sino por la poca homogenización, desde los procesos hasta los insumos. Convivimos con fábricas clandestinas de ladrillos, vivimos con mezcladoras de cemento que se trasladan de un distrito a otro sin que nosotros sepamos bien cuál es el contenido. Convivimos con columnas que renuncian o hacen caso omiso a las características técnicas que cualquier construcción exige. Son muchos los factores y casi todos están desatendidos.

Durante años hemos venido endureciendo o flexibilizando las normas de las inspecciones técnicas de seguridad de locales públicos en función al estado de ánimo de la población. Si ocurría un siniestro con víctimas mortales, se endurecían, si se clausuraba a algún restaurante de nuestra simpatía se flexibilizaban nuevamente, y esto tiene que acabar.
Debemos aspirar a tener como país, un sistema de aseguramiento de la seguridad de locales públicos, similar a los sistemas de aseguramiento de la calidad de productos alimenticios HACCP (Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control). Se determina los puntos críticos para la seguridad de un local y se establece un sistema de monitoreo de los mismos y todo supervisado por entidades certificadas.
En Estados Unidos y otros países, las inspecciones están a cargo de empresas certificadoras, encargándose las autoridades locales de verificar que el sistema de monitoreo está operativo y con sus inspecciones al día reduciéndose la “discrecionalidad” de los inspectores.
Si este sistema hubiera estado operativo en el Real Plaza de Trujillo se hubiera estado monitoreando las estructuras del techo de patio de comidas y se hubiera detectado cualquier anomalía a tiempo y tomado las medidas correctivas y no estaríamos lamentando las perdidas de vidas humanas. No sigamos haciendo lo mismo y esperar tener un resultado distinto.

El lamentable accidente que ha enlutado a varias familias ha puesto en discusión varios aspectos técnicos. Si se hace un listado cronológico, se tendría un error en el diseñado estructural, es decir malos cálculos de las dimensiones y características físicas de los elementos estructurales.
También error en la verificación municipal y entrega de la autorización para la construcción. Mal proceso, en donde el constructor no siguió lo indicado en los planos. Mala calidad de los materiales, los cuales o se adquirieron a menor precio y calidad, o el proveedor no cumplió con las especificaciones técnicas.
De igual manera, sobrecargas, debido a la acumulación o exceso de peso, y un mal programa de mantenimiento.
¿Qué hacer para que esto no ocurra? Mejorar el Reglamento de Inspecciones Técnicas de Seguridad en Edificaciones (ITSE) y colocar explícitamente que en el equipo de inspectores deben ser conformado por ingenieros de la especialidades de civil, eléctrica, sanitaria, seguridad y un arquitecto; mejorar la cartilla de verificación ITSE, donde se exija que esta deba ser exhaustiva en relación a los elementos estructurales que incluya aquellos de difícil acceso, como son los techos altos.
Para esto último se pueden usar nuevas tecnologías como las inspecciones por drones.
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