Cuando escuchamos a Donald Trump y Jair Bolsonaro referirse con tanto desdén y soberbia a la pandemia, a pesar de los miles de muertos que ha causado en sus países, lo primero que muchos pensamos es que, dentro de todo, hemos tenido suerte de no haber caído en manos de un gobernante con tan despreciables cualidades.
¿Pero qué pasa cuando un presidente no cumple lo que pregona, cree que se puede enfrentar a un virus con medidas que carecen de evidencia que las sustente, sin una estrategia clara y desoyendo las recomendaciones de los científicos de su país?
Lo que ha pasado ayer en diferentes sedes del Banco de la Nación no tiene nombre. Tampoco las explicaciones de los funcionarios que, como era de esperarse, culparon a los usuarios –la mayoría adultos mayores- por lo ocurrido. “No tenían por qué ir”, “la mayoría fue a pedir información”, han señalado, lavándose las manos por estas aglomeraciones que, en breve, originarán más contagios y harán que la maldita curva se mantenga en ascenso.
Para controlar la pandemia, presidente Vizcarra, no se requiere solo de buena voluntad, sino de una estrategia integral, con objetivos precisos, que potencie nuestras fortalezas, así estas sean escasas.
La política del “no se puede”, “así no es”, “no conoces el Estado peruano” no debe manejar el país. Y las medidas que se tomen, necesitan comunicarse bien. Desde julio, por ejemplo, todos recibimos un mensaje de texto en el celular pidiéndonos participar en la “Encuesta Nacional COVID-19”. ¿Alguno de ustedes recuerda que se haya explicado con claridad cuál es el objetivo de la misma o qué uso se le dará a nuestros datos? ¿Existe una campaña comunicacional que refuerce la necesidad de responder a ese sondeo?
Según los datos oficiales, cada día mueren unas 200 personas por el COVID-19. Me parece que fue el periodista Marco Sifuentes quien dijo que era como si todos los días se cayera un avión. ¿Se dan cuenta en el Gobierno del tamaño de la tragedia que estamos viviendo?