“Vacancia: el Congreso no enmienda”, por Pedro Ortiz Bisso

Se ha dicho, en todos los idiomas, que aunque las acusaciones de corrupción contra el presidente Vizcarra parecen verosímiles, son aún versiones de aspirantes a colaboradores eficaces que necesitan elementos de corroboración.

Se ha repetido hasta el cansancio que a pesar de los problemas internos en la fiscalía, la investigación se encuentra en marcha.

Se ha recordado que la disminución de los números de la pandemia no implica que esta haya desaparecido, ni que una segunda ola esté descartada. Es más, si antes el número de muertos diario era comparable a la caída de un avión, ahora pareciera que todos los días un bus interprovincial cayera a un abismo.

Se ha insistido en que millones de personas han perdido su empleo o han visto disminuir considerablemente sus ingresos desde que el COVID-19 llegó al país.

Se ha explicado que el reciente caso de difteria –que ya ha cobrado una vida- es producto de la desatención a diversos programas de salud a causa de la pandemia.

Pese a todo esto, el Congreso acaba de aprobar por segunda vez en menos de dos meses una moción de vacancia contra el presidente Vizcarra. Poco les importa a sus integrantes que el 78% de los peruanos, según la última encuesta de El Comercio-Ipsos, esté en contra. Que el atribulado ciudadano de a pie ande más preocupado en cómo ganarse la vida, mientras driblea al virus, que en cambiar de presidente.

El tamaño de la desconexión del Parlamento con la realidad es desproporcionado. Grotesco. No busca escuchar a Vizcarra, sino aprovechar la atención de los medios para publicitar sus agendas particulares –ayer una congresista dijo que quería escuchar al presidente explicar por qué no permitía a los pensionistas de la ONP recuperar su dinero- y fingir, detrás de su acostumbrada altisonancia, un ánimo fiscalizador inexistente.

Será otra puesta de escena, eterna y aburrida, que pondrá la estabilidad del país nuevamente en la cuerda floja.