(Anthony Niño de Guzmán)

Jorge Malpartida Tabuchi
María del Carmen Yrigoyen


Un padre ama a todos sus hijos por igual, pero cuando Percy Espinoza tuvo que decidir quién lo acompañaría al para ver el -Nueva Zelanda, sin dudarlo eligió a Juan Diego, de 8 años. Es el tercero de sus vástagos y el goleador en una academia de fútbol de su natal Motupe, en Lambayeque.

“El pequeño quería asistir al último partido contra Colombia y se quedó con las ganas”, cuenta. Aquella vez, padre e hijo se amanecieron para comprar una entrada por Internet, pero no obtuvieron ningún cupo por la alta demanda de los hinchas. “Ahora nos encomendamos a la Cruz de Motupe y nos hizo el milagro”, dice Percy.

Juan Diego espera gritar los goles desde la tribuna norte. Cree que Flores y Cueva le darán el triunfo a la selección. “Verlos jugar es la felicidad”, dice el niño.

—Sin egoísmos—
A sus 73 años, Aurora Velásquez no tuvo reparos en viajar más de 14 horas en bus desde Mollendo (Arequipa). El trayecto de casi 950 kilómetros lo hizo con su nieto Jeampier Aquino, a quien le regalará sus entradas.

Aquino ha seguido a Perú en casi todos sus encuentros en casa. Su abuela desea que esta no sea la excepción. “Yo ya tuve la suerte de ver a Perú en tres mundiales y quiero que mi nieto sienta una alegría similar”, dice. Además, insiste la mujer, ella prefiere alentar a la selección desde su tierra. Su cábala es ver los partidos con sus paisanos.

—En familia—
Mauricio, de 20 años, llegó ayer al Estadio Nacional con su tía Maritza, de 60, a comprar sus entradas para el encuentro. Su vuelo, desde Arequipa, aterrizó a las 9 a.m. y con las mismas corrieron al coloso deportivo. “Toda la familia se inscribió, pero él ganó el sorteo”, señala la mujer. Explica que en casa todos son futboleros, sobre todo si juega la selección. “Y si se va al Mundial, con más razón”, agrega.

Mauricio, que estudia el cuarto año de la carrera de Ingeniería Industrial, viaja con el permiso de sus profesores. “Esto no ocurre así nomás. Mientras entregue mis trabajos, me han dicho que no hay problema”, asegura.

El joven pronostica que ganaremos 2-0. “¡No seas tan ambicioso! Mientras ganemos, no importa por cuánto”, le dice la tía.
Edgar Kevin ha viajado 15 horas en bus desde Huamachuco, en los andes de La Libertad. “La tierra de Cuevita”, precisa. Al partido irá con su hermano y su padre. “Ya tenemos dos entradas para occidente; la tercera será de reventa”, cuenta.

Edgar le tiene fe a su paisano. Dice que será él quien meta el gol del triunfo. “No importa que él sea de Alianza y yo de la ‘U’. ¡Merecemos ganar!”, exclama.

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