“El telar de la codicia”, por Pedro Ortiz Bisso
“El telar de la codicia”, por Pedro Ortiz Bisso
Pedro Ortiz Bisso

Parecía una escena salida de una teleserie de abogados. Era noviembre de 1994 y en la Corte Federal de Miami, una fila de hombres enmarrocados, vestidos con uniforme beige, caminaban silenciosos hacia una sala de audiencias para escuchar la presentación de sus causas. Uno de ellos, de calvicie incipiente y ojos adormitados, resultaba familiar. Al pasar frente a los periodistas peruanos que lo aguardábamos, reconoció a una de ellos, sonrió levemente y musitó: “Buenos días, señorita”, sin mostrar un ápice de vergüenza.

Era Carlos Manrique, quien acababa de ser capturado en Estados Unidos después de destaparse la estafa de CLAE, la financiera informal que dirigía y que llegó a manejar US$640 millones de decenas de miles de personas.

Cuando se habla de timos y pirámides, Carlos Manrique aparece de inmediato como un pesadillesco flashback. Y junto con él, su súbita esposa, su afortunado chofer, los políticos que lo protegieron, así como otros bellacos que bajo el mismo esquema se robaron  la plata de miles de incautos entre los 80 y 90, como los hermanos Zarzar y su financiera Refisa.

En una estupenda columna publicada el jueves último, Patricia del Río dio a conocer que existe una organización similar, aunque maquillada de esoterismo y cierto lenguaje paulocoheliano, que ha logrado subyugar a mujeres de clase alta del país. El esquema de seducción parece calcado: un aporte inicial (en este caso US$1.400 dólares), bajo la promesa de recibir en pocas semanas hasta US$33.600, luego de otras entregas más de dinero y de haber incorporado a dos personas que hagan lo mismo.

Haber revelado esta “” que, como señala Del Río, ya ha pasado por otros países, le ha valido insultos y amenazas, algunas de ellas desde misteriosas cuentas de Twitter. Es el costo de haber tocado carne o, mejor dicho, bolsillos muy holgados.

Pero también ha provocado que la Superintendencia de Banca y Seguros advierta que telar de mujeres, telar de los sueños y flor de la abundancia, los nombres bajo los cuales funcionarían estos sistemas de captación de dinero, no tienen autorización para hacerlo, y haya iniciado una investigación.

A primera vista, sorprende que tras el escándalo CLAE y otros similares, existan personas que sigan pensando que es posible multiplicar su dinero mágicamente, sin que haya detrás un entramado tramposo o poco claro.  

No olvidemos, sin embargo, que ya libre, Manrique fue encarcelado en dos oportunidades más, en una de ellas tras estafar a un grupo de claeístas a quienes aseguró que les devolvería su dinero.

“La codicia es buena”, decía Gordon Gekko en “Wall Street”, esa película que definió gran parte del sentir de los 80. En este caso hay codicia y más que ingenuidad, torpeza. Y en cantidades industriales.

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