Peatonalizar calles nos va dejando una primera lección: la gente quiere caminar. Si a las personas se les ofrece lugares atractivos para andar, es más probable que se bajen del auto y las recorran a pie. El Centro Histórico de Lima, durante décadas, traicionó al peatón: se había convertido en zona de paso de miles de vehículos particulares, taxis, combis y colectivos del norte al sur de Lima, a pesar de que las avenidas Tacna y Abancay cumplían ese rol.