(Municipalidad de Jesús María)
(Municipalidad de Jesús María)
Pedro Ortiz Bisso

“En el Perú una cucaracha puede provocar el cierre de una cadena de restaurantes, pero a una empresa de transportes que debe millones por infracciones, ha causado accidentes y abandonado a sus víctimas, no le pasa nada”.

Así puede resumirse la crisis del transporte público en el país.
Las palabras, reunidas en un tuit, son de Juan Aurelio Arévalo, periodista y cabeza de , la campaña de El Comercio que busca poner freno a tanto bárbaro que recorre las calles de Lima.

Aurelio se refiere a La Nueva Estrella, la empresa de transportes que acumula ocho millones de soles por infracciones y una flota con no pocas unidades informales.

El último jueves, dos de sus vehículos protagonizaron un choque que dejó tres heridos. Pese a ello, siguen transitando por nuestra tres veces coronada villa porque sus propietarios y choferes tienen muy claro que, hagan el estropicio que hagan, no les pasará nada.

Lo mismo sucede con Víctor Alfonso Valladares, quien maneja un taxi colectivo que acumula 127 papeletas y 70 mil soles en multas sin pagar, pese que en el 2012 le quitaron el brevete.

El 4 de mayo fue intervenido por la policía y no se le movió un pelo. El 8 volvió a ser detenido, lo llevaron a una comisaría, le pusieron una multa de 4.150 soles –que, ténganlo por seguro, no pagará– y su carro fue llevado al depósito.

No hace falta ser un aprendiz de Agatha Lys para pronosticar que Valladares volverá a ponerse frente a un timón para continuar desparramando su impericia por calles y avenidas. Y sin que nadie se lo impida.

Hace tres años, un hombre encontró una cucaracha muerta en una pizza que había ordenado en una conocida franquicia. Su reclamo se viralizó en las redes sociales hasta convertirse en un escándalo internacional que derivó en el cierre de todos sus locales en el país. Solo después de año y medio, la empresa volvió al mercado nacional, con la imagen renovada, sus procesos de salubridad revisados y otros dueños.

La decisión de cerrar fue de la propia cadena. Sus propietarios comprendieron que un escándalo de esa dimensión no se solucionaba con un ambiguo comunicado de prensa o las etéreas promesas de mejora que suelen hacerse en situaciones de crisis. Necesitaban recuperar la confianza del público y para ello se requería una decisión dramática, que expresara que su compromiso con la gente era real.

En el Perú, los choferes de coasters pueden matar y no les sucederá nada. Las empresas de transportes, igual. Hasta son capaces de cambiar de razón social, como hizo Orión para no pagar la indemnización a la madre de Ivo Dutra.

La campaña electoral para la Alcaldía de Lima aún no calienta, pero uno de los compromisos públicos que debe asumir quien desee sustituir a Luis Castañeda es que no le temblará la mano cuando tenga que sancionar a algunos de estos desalmados. Para recuperar Lima, hace falta derrotar a la impunidad.


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