Variedades de octubre, por Gonzalo Torres del Pino
Variedades de octubre, por Gonzalo Torres del Pino
Gonzalo Torres

La revista “Variedades”, junto a “Mundial”, fue el termómetro gráfico, social y político del Perú y la Lima de comienzos del siglo XX. Su publicación va desde 1908 hasta 1931, y en ese periodo de tiempo están retratados varios rincones de una Lima desaparecida y, por supuesto, varios episodios de nuestra vida política dominados por el embrujo de don Augusto Bernardino Leguía y Salcedo, durante la mayor parte de esas décadas. Al revisar las ediciones de octubre de esa revista semanal, encontramos una fecunda vida social en uno de los meses con más tradiciones.

En 1929 se celebraron los cincuenta años del Combate de Angamos y se resaltó la figura de Grau en los ámbitos de Lima, embelleciendo la avenida que lleva su nombre que en aquellos tiempos era una alameda (¡oh, tiempos idos!). Se destacaba su monumento en el Callao, su avenida en Barranco y un liceo que llevaba su nombre en la Magdalena Nueva. En esa edición de la revista figuran los retratos de los descendientes del héroe y sus ascendientes, que constituyen novedades a nuestros ojos contemporáneos. Y en otros años, además, hacen semblanzas a la Marina de Guerra del Perú por su día, con la cambiante imagen de buques, maniobras y uniformes.

El otro hecho a celebrarse en sus páginas de octubre son las novilladas. La Feria del Señor de los Milagros recién comenzaría a partir de 1946, siendo tradicionales las corridas en Acho, hasta ese entonces en los primeros meses del año. Lo curioso de las novilladas de esa época eran las locaciones de una Lima enteramente rural en la que había que irse de paseo a los fundos en los alrededores, como San Miguel o Monterrico, para disfrutar de una tarde bucólica.

El 7 de octubre se celebraba la procesión de la Patrona del Perú, la Virgen del Rosario, cuya imagen es tenida como la más antigua del Perú, supuestamente donada por Carlos V. Se retrata su coronación canónica en octubre de 1927 por el arzobispo Lissón y el siempre ubicuo presidente Leguía. Junto a la magnificencia de esta virgen de los españoles se contrapone la Virgen del Rosario de los Indios. Su imagen se veneraba y salía en procesión en la misma época desde la pequeña capillita del puente con una concurrencia más popular.

Octubre es dominado también por el imán de muchas tradiciones, la Procesión de los Milagros, como se le llamaba. Sin embargo, es curioso notar cómo en las primeras ediciones es virtualmente ignorada y comienza a ganar presencia en la década de los años diez al aumentar su devoción. Allí, “Variedades” retrata a los personajes, morenos en su mayoría, que conforman el séquito de su procesión; sahumadoras con sahumerios de plata, candileros con faroles vistosamente adornados, las turroneras con sus mesitas de madera, el clero empingorotado; en fin, reportajes gráficos de una procesión que refleja a Lima más que nada.

El cierre de octubre, noviembre ya, se fija con las impresiones de las visitas y romerías solemnes a los cementerios de la capital, en especial, al Presbítero Maestro.

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