“Creo obras para las personas que se hacen preguntas”
“Creo obras para las personas que se hacen preguntas”

No abundan las certezas. Sobre el título de su muestra, Javier Rodríguez Canales afirma: “La palabra ‘peces’ nos vincula con un universo del que provenimos y del que no tenemos mucha idea, pero algo intuimos”. Es la intuición –agrega el artista– de que “todo ser humano proviene de un universo líquido, ya sea porque estuvimos en el vientre materno o porque la vida biológica vino del mar”.

Este buceo acompaña a una obsesión sideral que guía opciones cromáticas y dialoga con maestros de una estética abstracta como Thierry W. Despont o Mark Rothko.

Además de pinturas, dibujos y esculturas conforman la exposición “Peces”, que se inaugurará el jueves 5 de mayo en la Galería Delbarrio (calle Bernardino Cruz 148, Chorrillos).

Rodríguez Canales también es miembro del Sodalicio de Vida Cristiana, por lo que en esta entrevista se abordan temas tanto de su quehacer artístico como aquellos relacionados con las denuncias de abusos sexuales que habrían ejercido diversos miembros de la organización. Recientemente, el Vaticano aceptó intervenir en la reforma interna del Sodalicio.

—¿Es “Peces” un viaje en el misterio de lo desconocido?

La principal motivación fue preguntarme qué significa ser humano en este mundo acelerado, globalizado y de plástico, en el que se presentan –creo– dos caminos a seguir: el de la vida natural hacia la vida artificial, lo que propicia que se tenga cada vez más plástico y más prótesis, hasta que nos convirtamos en objetos. La otra posibilidad es el viaje de lo natural a lo sobrenatural o la apertura hacia el misterio, que de alguna manera se relaciona con las grandes religiones y filosofías.

—¿De qué manera se complementa tu necesidad de búsqueda artística con el llamado de seguir el plan de Dios?

Cuando era joven, estudié con las escultoras Cristina Gálvez y Margarita Checa. De la primera fui discípulo. En ese contexto, cuando todavía no era una persona muy practicante de la fe cristiana, me encontré con grandes preguntas humanas: ¿qué sentido tiene la vida? ¿Hacia dónde vamos? ¿De dónde venimos? Aprendí a escuchar diferentes posturas. Esa apertura de mente me llevó a hacerme las preguntas sobre Dios y el sentido de las cosas. Luego, cuando veo que mi experiencia de encuentro con Dios se puede volcar en una experiencia artística, dije: “Esto es”. La actividad artística se complementa muy bien con mi vida espiritual.

—¿Cómo influye esto a tu obra?

No soy un artista sacro. No hago obras para iglesias. Creo obras para las personas que se hacen preguntas. En todo caso, mi labor como artista es poner a la persona ante las preguntas fundamentales. Cuando vamos a lo sobrenatural, hay gente que me ha preguntado: “Eso que es sobrenatural, ¿qué es? ¿Es Buda, Krishna, Jesucristo, Mahoma? ¿Quién está ahí?”. Mi labor no es responder esa pregunta. Mi tarea es poner a uno ante una situación para que se pregunte qué es lo que se viene. Mi impresión es que, en el fondo, esa pregunta fundamental debería llevar a encontrarnos con alguien personal. Porque creo que todos anhelamos un encuentro interpersonal, más que convertirnos en una cosa o en una energía.

—Más de un creyente suele invocar la fuerza transformadora de la santidad. ¿El arte puede propiciar una fuerza similar?

Hundertwasser, el famoso artista austríaco, decía que el arte es una religión. Y Gerhard Richter, artista alemán, apunta hacia lo mismo en tanto que el arte te religa con las preguntas esenciales. Me parece que el arte, más que ser una religión, nos predispone a comprender o a abrirnos a dimensiones que están más allá del mundo natural. Es por eso que en todas las religiones hay una propuesta artística.

—En una ocasión afirmaste que “el arte auténtico lleva a la fe y la fe auténtica produce arte de calidad”. ¿Un arte que carece de esta dinámica tiene la misma pertinencia?

Sí, totalmente. Se trata de una frase crítica. En el fondo, estoy criticando a la Iglesia Católica, a pesar de que pertenezco a ella. Lo que estoy diciendo es: ojo, si la Iglesia Católica, la Iglesia Protestante o cualquier creyente no llega a producir un arte que conmueva, hay un problema. Y aparentemente, al menos en el Perú –su arte es el que más conozco–, el último arte religioso que ha tenido un impacto profundo es el barroco, que es del siglo XVI. En cambio, el arte secular ha logrado mantenerse en una gran sintonía con el hombre actual. Por eso es valioso estar en diálogo con el arte secular. Un ejemplo interesantísimo es el de Picasso. Él se sentaba junto con Breton y otros grandes pensadores. Y Picasso era una persona que se quedaba callada. Pero él tuvo la genialidad de convertir esas reflexiones del siglo XX en imágenes. Ese es el gran valor del artista posmoderno, quien tiene una gran sensibilidad para percibir las inquietudes espirituales de nuestro tiempo.

—¿Te desconcierta el mundo actual? ¿Este desasosiego pone a prueba tu fe o impulsa tu quehacer artístico?

Me preocupa y me fascina. Me preocupa porque percibo en esta globalización y tecnificación dinámicas en las que el hombre se está volviendo un ‘transhumano’. Ahora se está hablando de poshumanismo, de reintegrar al hombre con las máquinas, y creo que la muestra trata de expresar eso. Es preocupante la pregunta de qué es lo que va a pasar con el hombre. De otro lado, es fascinante porque lo que está sobre el tapete son las grandes preguntas: ¿qué significa ser hombre? ¿Qué nos diferencia de las máquinas?

—Sobre las denuncias de abusos sexuales cometidos por miembros del Sodalicio, ¿cuál es tu postura como artista e integrante de esta agrupación?

Mis obras artísticas reflejan de alguna manera lo que hemos estado viviendo como Sodalicio, que es una comunidad que se une y, luego, el poder va quedando en una sola persona que lo generó a su alrededor mediante unos mecanismos de abuso que no todos conocíamos. Solo algunos sabían. Cuando nos enteramos, nos sorprendimos.

—¿Qué reflexiones te han generado las acusaciones?

Una primera reflexión es que el poder por mucho tiempo en manos de uno, sea religioso o no, tarde o temprano te termina desviando. Por eso es saludable que los superiores o las autoridades cambien cada cierto tiempo, y que haya más transparencia y apertura. Comprenderás que las instituciones eclesiales están pasando de un esquema más antiguo y discreto a uno que esté en diálogo con la cultura actual. De otro lado, esto me ha llevado a conmoverme con las personas que han sufrido estos abusos. La sexualidad o el espacio interior es algo muy íntimo, y que alguien se valga de su autoridad para entrar ahí y hacer daño es algo terrible. Estoy reflexionando sobre ello para una siguiente muestra, posiblemente.

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