Élida Román, curadora y crítica de arte, en una de sus tantas exposiciones. Hoy, la comunidad artística que ayudó a formar se moviliza para apoyarla en su momento más difícil. (Foto: Difusión)
Élida Román, curadora y crítica de arte, en una de sus tantas exposiciones. Hoy, la comunidad artística que ayudó a formar se moviliza para apoyarla en su momento más difícil. (Foto: Difusión)
Redacción EC

En el Perú, hay nombres que suenan con la fuerza de su impacto, pero que a veces no están en la boca del gran público. es uno de ellos. Curadora, crítica, promotora del arte cuando esa palabra aún no tenía peso local. Ahora, la comunidad artística que ella ayudó a construir se moviliza para ayudarla en su momento más difícil.

Desde el 24 de febrero, Román está internada debido a complicaciones de salud. A sus 85 años, no tiene familiares directos que puedan encargarse de su cuidado, pero sí amigos y colegas que no han dudado en actuar. José Carlos Revoredo y Hernán Pazos, desde la galería La Rama Dorada, organizaron en tiempo récord una exposición benéfica cuya recaudación será destinada a cubrir los gastos médicos de la curadora.

Desde el 4 de marzo se inauguró la muestra, que reúne más de 20 piezas entre pinturas, esculturas, grabados y fotografías de 12 artistas. A diferencia de otras exposiciones solidarias, los artistas conservarán su porcentaje de venta, y será la galería la que ceda su comisión en favor de Román. Un gesto que habla del respeto que le tienen.

Las piezas seguirán a la venta durante la semana en la Av. Camino Real 1236, San Isidro, de 11 a. m. a 7 p.m. (Foto: Difusión)
Las piezas seguirán a la venta durante la semana en la Av. Camino Real 1236, San Isidro, de 11 a. m. a 7 p.m. (Foto: Difusión)

Élida Román ha sido la voz crítica y el ojo agudo detrás de innumerables exposiciones. Trabajó con figuras como Fernando de Szyszlo y Jorge Eduardo Eielson, dirigió espacios clave como el Museo de Arte Italiano y el Instituto de Arte Contemporáneo, y fue jurado en bienales de todo el continente. “Soy curadora desde antes de que en el Perú existiera esa palabra”, dijo en una entrevista.

Revoredo, quien la conoce desde hace más de cuarenta años, resalta su rigurosidad y entrega al arte peruano. Pazos, por su parte, recuerda cómo Román fue la primera en darle una oportunidad cuando regresó al país tras estudiar en París. “Si alguien me considera un artista importante, es gracias a ella”, afirma.

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Más que una recaudación, esta exposición es un recordatorio: Élida no está sola. La comunidad artística que ayudó a formar ha respondido a su llamado. Su legado sigue vivo en cada curaduría, en cada texto crítico, en cada exposición donde su huella está presente. Ahora, es el arte el que retribuye lo que ella sembró.

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