La exposición en la galería Ginsberg + Tzu estará disponible hasta el 1 de septiembre. Ingreso Libre.
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“Garúa y Ocaso”: La exposición en la galería Ginsberg + Tzu que retratar lo ilusorio
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“Garúa y Ocaso”: La exposición en la galería Ginsberg + Tzu que retratar lo ilusorio

“Garúa y Ocaso”: La exposición en la galería Ginsberg + Tzu que retratar lo ilusorio

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Lo visible nunca es confiable. Entre lo que el ojo capta y lo que realmente existe se abre un espacio donde todo puede ser ilusión: imágenes que engañan, volúmenes que se repliegan, superficies que ofrecen más de lo que muestran. En ese terreno ambiguo, donde la certeza se vuelve difusa, se despliega “”, la exposición colectiva que reúne a Andrea Grau, Michelle Prazak, Saleta Rosón y Neira Pérez Rodríguez.

Lejos de revelar lo oculto, el espejismo no aparece aquí como un error de la mirada, sino como un lenguaje visual que confunde, desplaza y seduce. Desde las estrategias clásicas del trompe-l’œil hasta intervenciones conceptuales que alteran la percepción, las obras construyen un territorio incierto donde cada imagen cuestiona la confianza que depositamos en los sentidos.

“Hay una creencia particular donde todo lo sólido tiene un equivalente en un plano no físico. Esta es una forma de explorar esa experiencia que ofrece un espacio inmaterial hacia donde uno va al ver este trabajo”, comenta Michelle Prazak.

 Michelle Prazak, Torsión Doble 1, 2 & 3, 2025
Michelle Prazak, Torsión Doble 1, 2 & 3, 2025

Distintos lenguajes

Andrea Grau abre la conversación desde la pintura abstracta. Sus lienzos funcionan como paisajes emocionales que se sostienen en la frontera de la desaparición: capas de gestos, texturas densas y colores suspendidos que evocan más vibraciones que formas. “Se ve el tránsito del día a día, esa conversación entre lo general y el motivo detrás”, señala. Esa fragilidad aparente es, en realidad, su forma particular de fijar lo inasible.

Michelle Prazak plantea otra estrategia: la percepción espacial. Sus estructuras traslúcidas y estratificadas cambian con el desplazamiento del espectador, como si cada obra contuviera su propio clima. “Hay una certeza de que todo está en movimiento, y en ellas la repetición genera un desfase, el enigma sutil que atraviesa esta exposición”.

Neira Pérez, Untitled, 2025
Neira Pérez, Untitled, 2025

En un registro distinto, Saleta Rosón captura con la cámara lo que la mirada suele olvidar: paisajes desérticos, pueblos abandonados, ruinas reducidas a polvo por la luz y el silencio. Sus fotografías no muestran únicamente la ausencia: la hacen visible. Cada imagen testimonia cómo el tiempo desgasta las formas hasta volverlas casi minerales. “Lo que se ve es algo propio; lo que muestran esas imágenes tiene una historia particular, pero cada uno ve en ese espejismo una realidad que no necesariamente es cierta, sino lo que quiere creer”, señala la artista.

El recorrido culmina con Neira Pérez Rodríguez, artista amazónica de la comunidad iskonawa, que introduce una dimensión espiritual y ritual. Sus piezas, realizadas con materiales naturales y saberes ancestrales, no representan la bruma: la encarnan.

Garúa y Ocaso no busca revelar lo oculto en las obras de las cuatro expositoras. Su apuesta se direcciona en dejar pistas de que algo se esconde a plena vista. Invita al espectador a perderse en una coreografía de apariencias. Porque en este juego de reflejos, donde todo puede ser simulacro, nada resulta trivial.

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