Autorretrato, circa 1938. Cuando era estudiante de la escuela de fotografía de Múnich.
Autorretrato, circa 1938. Cuando era estudiante de la escuela de fotografía de Múnich.
Enrique Planas

Su madre siempre lo recordaba: el sonido de las sirenas, la carrera hacia el sótano, el estallido de bombas cada vez más cercanas. Luego, despertar tras un largo sueño, lograr salir de una cueva de escombros, sacudirse el polvo del vestido y decirse a sí misma: "Estoy viva".



En 1944, los bombarderos aliados arrojaron miles de toneladas de bombas sobre ciudades alemanas. Aunque pocas veces habló del tema en casa, la fotógrafa Hannerose Herrigel compartía con su hija, Vera Lentz, alguno de esos recuerdos cuando los atentados en Lima les sobrecogía en los años ochenta.

Mercado dominical en Pisac, Cusco, 1949.
Mercado dominical en Pisac, Cusco, 1949.

Hannerose Dora Magda Herrigel había nacido en Dresde, Alemania, en 1916. Se mudó a Fráncfort con su familia, cuando su padre, el periodista Herman Herrigel, consiguió empleo como redactor en el "Frankfurter Zeitung", diario de oposición al régimen. Ella estudió en la Escuela de Fotografía de esta ciudad, y luego fue contratada por la Oficina Estatal de Conservación de Monumentos hasta el final de la II Guerra Mundial, registrando el patrimonio histórico de Múnich, destruido por los bombardeos.

Poco después de acabar la guerra, Herrigel se estableció con su esposo, un ingeniero de minas, en la ciudad de Cerro de Pasco, donde continuó haciendo fotografía. En 1948 ya había recorrido Huancayo, Ayacucho y Cusco, plasmando su aventura en espectaculares paisajes y retratos. Un año después, ya separada, llegó a Lima para abrir el estudio Foto Jeannette, en la primera cuadra de la calle Atahualpa, en Miraflores. Sus innovadoras técnicas de iluminación y el encanto de sus retratos infantiles hizo del negocio un lugar de referencia para las familias del distrito.

En el tren al Cusco, 1949.
En el tren al Cusco, 1949.

—Todo sobre mi madre—
Su hija, Vera Lentz, es una de las más prestigiosas fotógrafas peruanas, testigo de primera línea de los años de la violencia en el Perú. Mientras recorremos la muestra que inaugura mañana en el Centro Cultural Inca Garcilaso, recuerda que siempre animaba a su madre para exponer su trabajo. Sin embargo, Herrigel solo consideraba dignas de exponer las fotografías realizadas en el estudio: los animados retratos del Tío Johnny, los sonrientes artistas del sello Iempsa que la buscaban para retratarlos en sus discos, las luminosas niñas en sus vestidos de primera comunión. A su hija, sin embargo, le interesaba sus trabajos más personales, en los que había recorrido caminos poco transitados para una fotógrafa de su tiempo.

Navidad alemana. Imagen encontrada en archivo sin leyenda. Circa 1938.
Navidad alemana. Imagen encontrada en archivo sin leyenda. Circa 1938.

¿Por qué a Hannerose Herrigel le costaba apreciar su propio trabajo? Para Lentz, esta escisión es parecida a la sufrida por quienes vivieron la violencia en Ayacucho, en los años del conflicto interno. Ella tomó contacto con sicólogos alemanes que le hablaron de sus experiencias con ancianos testigos de la guerra. Ya en sus últimos años de vida, estos pacientes sentían la necesidad irreprimible de hablar del pasado que parecían haber tragado por décadas. "Los alemanes que han vivido la Segunda Guerra Mundial no se permitían hablar de sus experiencias. Era un tema cerrado. Con mi madre sucedía lo mismo", afirma Lentz.

De la guerra no se hablaba en casa. Y los recuerdos se medían con cuentagotas. Pero Vera Lentz quería conocer la historia de su madre y tras largas conversaciones, pudo sacar ideas en limpio: Hannerose Herrigel estaba lejos de haber participado en el partido nazi, pero tampoco había tomado partido por la resistencia. Es más, sintió pánico de recoger los volantes distribuidos por la Rosa Blanca, grupo que en su universidad abogaba por la resistencia no-violenta contra el régimen nacionalsocialista, y cuyos miembros fueron acusados de traición y condenados a la guillotina. Por ello, escoger un trabajo en el Ministerio de Cultura fue, para ella, la mejor opción. "Poco antes de morir, mi madre de dijo: 'Lo que más hubiese deseado es no haber vivido esa guerra'", comenta Lentz.

Arco del triunfo de Múnich, destruido tras el bombardeo aliado. Circa 1944.
Arco del triunfo de Múnich, destruido tras el bombardeo aliado. Circa 1944.

Quien recorra la notable muestra "El mejor ángulo: fotografías de Hannerose Herrigel (alias Jeannette) (1916 - 2009)", curada por Lentz y por Gredna Landolt, podrá advertir las obsesiones de una mujer marcada por la peor de las guerras. Por un lado, el trauma de la destrucción reflejado en los bombardeos en Múnich, el terremoto en Huaraz o la catástrofe ambiental en las playas del sur de Lima. Pero también, en sus imágenes se advierte una profunda inquietud vital, reflejada en imponentes paisajes, árboles inmortales y gente chapoteando el mar Pacífico.

Retrato de Vera Lenz, tomado por su madre en 1955, en Chaclacayo.
Retrato de Vera Lenz, tomado por su madre en 1955, en Chaclacayo.

Pero quizá lo que más nos atrae de sus fotografías sean sus retratos de profunda empatía, donde víctimas de la guerra europea o de la pobreza peruana nos confrontan con resiliente actitud, dando cuenta de su capacidad para superar toda circunstancia traumática.

"Igual que los soldados que desarrollan una fraternidad especial, mi madre contactaba con aquellas personas que habían sufrido el desamparo. Formaba con ellos un vínculo intangible", añade la fotógrafa, responsable de la recuperación de este valioso archivo.

Niño. Panamericana Sur en los años 60.
Niño. Panamericana Sur en los años 60.

MÁS DATOS
Lugar:
C.C. Inca Garcilaso del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Dirección: Jr. Ucayali 391, Cercado de Lima.
Inauguración:
4 de julio, 12 p.m. Hasta el 24 de agosto.
Ingreso: libre.

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