Alejandro Neyra. (Foto: Hugo Pérez/ El Comercio)
Alejandro Neyra. (Foto: Hugo Pérez/ El Comercio)
Enrique Planas

Día ocupado en la oficina. Al trabajo administrativo se le suma la organización del velatorio de Augusto Polo Campos en el Gran Teatro Nacional, la recepción al Papa en el aeropuerto y las celebraciones por el aniversario de Lima. empieza a asumir su papel como Ministro de Cultura, sirviéndose de su experiencia como funcionario de la cancillería y ex director de la Biblioteca Nacional. Desde que entró en la Academia Diplomática, se acostumbró a cuidar lo que dice, saber lo que hace y no distraerse del trabajo. Es lo que él llama sentido de la responsabilidad. ¿Cómo construye el personaje de ministro?, le pregunto con la confianza que él permite. “En algún momento lo publicaré”, me confiesa el escritor. Pero me adelanta parte de la historia: de niño, cuando veía a representantes oficiales hablar en foros internacionales, ponía su atención en la placa que identificaba al expositor con el nombre de su país. Años después, siendo él mismo delegado del Perú en organismos internacionales, reconocía esa pieza de acrílico y se cuestionaba si era él el adecuado para tomar la palabra en representación de 30 millones de personas. “Te hace pensar cómo construyes tu rol como autoridad”, afirma.

— Integra un Gabinete criticado desde su nacimiento, a partir de su reconciliación con el fujimorismo. ¿Ha sido una decisión difícil coger la papa caliente del Ministerio de Cultura?
Sí. La pensé, conversé con muchas personas, pero al final primó el sentido de responsabilidad del funcionario público. Servir al Estado es algo que siempre he hecho, y un puesto de ministro es casi la máxima responsabilidad que puedes tener. Es una gran responsabilidad continuar el trabajo que Salvador del Solar ya había armado y en el que yo participaba desde la Biblioteca Nacional.

— ¿Sentía temor de que alguna figura improvisada ocupara el puesto?
Por supuesto. Como director de la Biblioteca Nacional me pregunté quién ocuparía el puesto de ministro y si contaría con su respaldo. Hubo esa incertidumbre. Con Salvador del Solar trabajé muy de cerca. Me sentía muy apoyado por él.

— Pregunta curiosa: ¿ha cerrado su cuenta de Facebook?
Imagino que tu pregunta va por todas las críticas que he recibido en las redes sociales. Sigo revisándolo, pero mandé un último mensaje de despedida por una cuestión de tiempo. La gente puede decir lo que quiera, no tengo problema con las críticas. Pero a veces resulta fácil calificar sin pensar cómo uno asume un puesto de servidor público.

— La crítica señala que, con su presencia, está aceptando el indulto a Fujimori.
Más allá del tema del indulto, formo ahora parte de un Gabinete en el cual continuaré con las cosas que han ido bien. Desde que asumí el cargo, miro para delante. No me pregunto por los hechos políticos que ya ocurrieron.

— ¿No responderse esas preguntas le hace las cosas más fáciles?
No es que no me las responda. He compartido mi inquietud sobre esta decisión con el mismo presidente y con la premier. Pero para la función que ejerzo, lo que vale es trabajar en lo que hay. Y es muchísimo trabajo.

— Ha señalado que la tarea del gobierno de PPK es generar consensos políticos. ¿Cómo hacerlo en medio de una grave crisis de confianza?
Encontrando espacios de diálogo, de debate público, que nos hagan mirar el horizonte más lejano. Así como hoy estamos en ‘modo Papa’, creo que deberíamos estar también en ‘modo bicentenario’. Si de verdad queremos pensar en lo mejor para el país, hay que mirar esta fecha tan cercana y con ello fijarnos metas nacionales. Hay que salir de la coyuntura.

— ¿Cómo proponer un diálogo en medio de las marchas y la indignación social?
Las marchas son algo completamente válido, y seguramente esa indignación durará buen tiempo. Pero más allá de la indignación y nuestra posición política está la necesidad de ponernos a conversar sobre otras cosas, que incluyen también lo que implica el indulto, pero de manera respetuosa y alturada.

— Pensando en la crisis de confianza del gobierno, le propongo un caso concreto: Perú será el invitado este año de la Feria del Libro de Santiago. ¿Qué pasaría si la mayoría de escritores declinara asistir?
Más allá de los manifiestos de los escritores, historiadores e intelectuales que respeto mucho, mi trabajo como ministro será el de conversar con la gente sobre la importancia de estos espacios. Hablamos de representar al Perú. Pensando así, no debería haber tanta gente que no responda.

— ¿Cómo se está recomponiendo el ministerio tras las renuncias?
Por suerte, todo el equipo de trabajo en el ministerio, empezando por la alta dirección, se mantiene. Los dos viceministros de Cultura se quedan. Hay que darle continuidad al buen trabajo que se venía haciendo.

— Faltan pocos meses para que caduquen las exoneraciones tributarias de la antigua Ley del Libro. ¿Hay tiempo para aprobar una nueva ley que evite la disparada de los precios?
Sí. Ya está casi lista. Hemos trabajado con la Cámara Peruana del Libro, la Biblioteca Nacional, el Ministerio de Educación, la Casa de la Literatura, con muchos actores. En este primer trimestre la Dirección del Libro debería tener ya listo el proyecto para que ingrese relativamente rápido al Congreso al inicio de la Legislatura. Hay tiempo para discutirla, mejorarla, socializarla y aprobarla antes de que venza la ley anterior, en el segundo semestre.

— ¿El Ministerio de Economía no será un obstáculo?
En principio, no debería.

— ¿Fluye el diálogo con el Congreso?
Es posible dialogar. Ya he hablado con la presidenta de la Comisión de Cultura del Congreso, y con Francesco Petrozzi, quien ha apoyado las leyes en la comisión. Podemos discutir políticamente en temas de coyuntura, pero en temas de Cultura no hay mayor resistencia.

— Otras dos urgencias son la ley de cine y la ley de mecenazgo cultural…
La ley de cine ya fue presentada y está en la comisión. Creo que hay buenas posibilidades de que se apruebe, no necesariamente este semestre, pero sí durante el año. En el caso de la ley de mecenazgo, tenemos que atraer la inversión privada en proyectos que integren la recuperación del patrimonio y la promoción cultural. El mecanismo de obras por impuestos permite invertir sobre todo en infraestructura, y desde hace ya dos años el sector Cultura es parte de este mecanismo. Creo que es la forma correcta de trabajar.

— Hablando de patrimonio, en noviembre pasado el ministro Del Solar dijo que los responsables del incendio en la huaca Ventarrón, en Chiclayo, asumirían su responsabilidad. Han pasado dos meses y nadie ha sido investigado…
Entiendo que ya hay procesos judiciales abiertos. Por suerte, no hubo ningún daño irreparable y la huaca Ventarrón se podrá recuperar en un 100%. A partir de mayo se estaría culminando una primera fase que permitirá reabrir la huaca en el segundo semestre. La idea es que abra mientras aún se estén llevando a cabo las obras de recuperación.

— Pero si la empresa Pomalca sigue ocupando el terreno adjunto, la posibilidad de un nuevo accidente persiste...
No he visto el caso judicial al detalle, pero creo que no es responsabilidad de la empresa dueña del terreno adyacente. Allí hay una labor de prevención importante que tenemos que hacer como sector, con todos los actores involucrados.

— ¿Su meta final será inaugurar el Museo Nacional de Arqueología en Lurín?
Es uno de los proyectos emblemáticos para el bicentenario. Y también hay una buena noticia: para el último trimestre del año deberían estar terminadas las obras de infraestructura física. Ya se ha empezado los trabajos de museología y museografía. No se tocará material de ningún otro museo. Las obras que tenemos en custodia permiten hacer un buen trabajo. Será un museo de la identidad peruana, de lo que somos los peruanos. Es un trabajo muy serio. Con toda seguridad, tendremos un museo nacional en Pachacámac para el 2021.

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