Karin Elmore: "La danza es un ejercicio de meditación"
Karin Elmore: "La danza es un ejercicio de meditación"
Maribel De Paz

En EE.UU., Roma, México y Francia residió y ahondó su interés por los temas de la migración, el medio ambiente y lo cotidiano llevado a las tablas. En Nueva York estudió en la escuela de Merce Cunningham, esa leyenda y pieza clave de la danza contemporánea. De vuelta al Perú desde hace tres años, confiesa haberse aburrido del vegetarianismo y apreciar cada vez más la lentitud en los tiempos veloces que corren. Arranca esta conversación, con un té de por medio, sin mucho preámbulo.

— Tu maestro Cunningham decía que la danza no te da más que ese momento fugaz en el que te sientes vivo.
Efectivamente, esos instantes en los que te desprendes de la conciencia, como un ejercicio de meditación a través del movimiento, efímero, y quizá eso es lo interesante: no lo puedes agarrar, no lo puedes atrapar.

— ¿Dirías que el público limeño es indulgente con los espectáculos locales?
Aquí hay un gran problema que viene de la época del terrorismo, cuando Lima empezó una decadencia fatal, porque yo recuerdo hasta el año 79 que fui a ver a Pina Bausch al Teatro Municipal, venían grandes compañías y de vanguardia, cosa que hoy en día no se puede soñar. A partir de los años 80 empezaron a llegar menos cosas y, con el terrorismo, esto terminó en el año 92 con los teatros vacíos. Entonces, lo que se ha hecho después es una reconstrucción de la vida del espectáculo. Estamos en el 2017 y durante estos 25 años, el tiempo de la prisión de Maritza Garrido Lecca, se perdió el público, casi desapareció la danza como sector, y luego se han recreado el teatro y la danza, pero ahora la mayoría de los jóvenes que producen prácticamente no han visto nada, y casi todo es muy parecido, no hay una verdadera investigación.

— El tema de la migración ha estado presente en tus trabajos anteriores. ¿Migrar es morir un poco?
La vida es morir un poco. Migrar puede ser superdoloroso, dependiendo de los motivos que te impulsen a hacerlo, la mayoría obligada por la situación política o económica de sus países y entonces, sí, es morir un poco, es un desarraigo, y te obliga a concentrar todas tus fuerzas en tu persona, en tu cuerpo: el cuerpo del inmigrante es su país, su memoria, su familia, su barrio, sus ancestros, sus vivencias y experiencia.

— Y como migrante, personalmente, ¿cuál dirías qué fue el aspecto de nuestra idiosincrasia que más te gustó dejar atrás?
¡La criollada! El vivo, el que quiere pasar primero en la cola, el que te mete el auto, y cada vez que regreso me choca más, porque es como si este aspecto se hubiera solidificado, ha asumido un poder, ha tomado el poder del Congreso, y mientras antes eran malos hábitos, ahora parece ser una práctica cultural, sumada a la prepotencia.

— Trabajaste limpiando casas en Nueva York para pagar tus estudios, lo que para algunos podría sonar como una experiencia dura.
El caso peruano de las empleadas del hogar es otra cosa, porque en cualquier parte del mundo limpias casas y nadie tiene por qué maltratarte. Ahora, que uno al limpiar waters se sienta humillada ya ese es un problema personal. Yo no me sentía humillada. Es más, a veces hay que pasar por eso para relativizar lo que uno piensa de sí mismo, es un ejercicio de humildad también. Pero acá estamos en los niveles del apartheid de Sudáfrica hace cuarenta años.

— Con baño separado para las empleadas del hogar.
Y otras toallas, otros platos, otra comida, ¡y otros cubiertos! Es algo que a mí me sobrepasa, muy feo, muy violento.

— ¿Cuánto extrañas los tiempos en que bailabas más?
Vivir de gira en los festivales es una cosa preciosa, pero tiene una edad, porque llega un momento en el que tienes un hijo, en el que aprecias estar en el hogar y despertarte a las seis de la mañana para preparar la lonchera y estar con él. Es otra etapa en la vida y yo hice a mi hijo cuando tenía 36 años, y digamos que ya la había bailado bien. Y luego el cuerpo se te va cayendo a pedazos, seamos honestos, o sea, ¿cuántos años puedes usar tu cuerpo siete horas al día de una manera exagerada? No mucho más que hasta los 40. Después uno puede seguir trabajando, pero tienes que ir amoldándote al estado de tus tendones, que no perdonan, y al estado de tu columna.

— Mi madre siempre ha dicho que hay que saber envejecer con valentía.
Exacto, y con honor. Porque, sí, es la debacle.

MÁS INFORMACIÓN
​Festival Indisciplinados
Fecha: del 13 al 19 de octubre.
Sedes: Casa de la Literatura Peruana, Alianza Francesa de Miraflores, Instituto Italiano de Cultura, C. C. de España.
Información: horarios y ubicación de cada taller al e-mail indisciplinadoslima@gmail.com

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