A la izquierda, Malcolm McDowell en su personaje de Alexander DeLarge en "La Naranja Mecánica" (1971), amenazante. A la derecha, el personaje en el infame tratamiento Ludovico de la cinta. Finalmente, el actor en 2017, durante un evento en Nueva York.  (Fuente: Difusión)
A la izquierda, Malcolm McDowell en su personaje de Alexander DeLarge en "La Naranja Mecánica" (1971), amenazante. A la derecha, el personaje en el infame tratamiento Ludovico de la cinta. Finalmente, el actor en 2017, durante un evento en Nueva York. (Fuente: Difusión)

“El fin del mundo entero será muy pronto. Cuerpos frágiles y negros que se transforman en ceniza. (…) No hay tal cosa como una guerra equivocada. La violencia y la revolución son los dos únicos actos puros (…) La guerra es el último acto creativo posible”, dice Mick Travis, mientras parece reflexionar sobre el libro que tiene entre las manos. Sus compañeros lo interrumpen por ratos. Uno para hablar sobre su mal aliento o incipiente calvicie y otro para comentar sobre las personas que mueren de hambre cada 8 minutos en Calcuta. Ese mismo amigo suyo acaba de leerle de una revista el destino de Aries para ese día. “Aunque el impulso sea muy fuerte, resista la tentación de entrar en batalla este mes”, dice su signo zodiacal. Pero a Mick eso no parece importarle. Él esta absorto en otros pensamientos, con maneras y frases que parecen anticiparnos que el cine lo convertiría, poco tiempo después, en profeta juvenil de la ultraviolencia. Porque Mick es , aunque los diálogos anteriores no pertenezcan a La Naranja Mecánica, sino a “If.... “, la de 1968 sobre un grupo de jóvenes rebeldes, iconoclastas y con serios problemas con la autoridad que conviven en un internado inglés de clase media, que se convertiría en una de las favoritas de Stanley Kubrick. Eso llevó al ya consagrado director a querer como protagonista de su próximo film a aquel joven de 24 años, que admiraba a James Cagney y que antes solo había hecho pequeños papeles en televisión. La filmación de tuvo lugar entre septiembre de 1970 y el 28 de febrero de 1971, pero antes McDowell y Kubrick pasaron algunos meses planificando lo que sería el filme transgresor por excelencia de aquellos años.

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“Si Malcolm McDowell no hubiera estado disponible, probablemente yo no hubiera hecho la película”, dijo Stanley Kubrick sobre la posibilidad de contar con aquel joven actor que acababa de debutar en el cine. “If….” recibió la Palma de Oro en Cannes, lo que le dio notoriedad y abrió el camino para una prometedora carrera cinematográfica que se confirmó cuando interpretó a Alex DeLarge en “La Naranja Mecánica”. Otros nombres posibles, como David Hemmings, Oliver Reed, Jack Nicholson o el mismísimo Mick Jagger –con los Rolling Stones como su pandilla, los “drugos”-, quedaron en el camino por diversas razones.

A pesar de que su personaje era un villano capaz de golpear, asesinar o violar por pura diversión, el posterior sometimiento que experimenta bajo el tratamiento Ludovico –previsto para que le sea físicamente imposible volver a cometer actos violentos- que le es administrado a la fuerza, logra, de alguna extraña manera, que el público empatice con él y convierta el filme en parte destacada de la cultura popular de inicios de los 70. Aún eran tiempos de guerra, paradójicamente propicios para los antihéroes.

Tanto así que Holanda, una de las más brillantes selecciones europeas de entonces, fue apodada con el nombre de la película. Hasta Johan Cruyff sabía quién era Malcolm McDowell.

El Escándalo fue su nombre

Sin embargo, los niveles de violencia que alcanzó el filme dirigido por Stanley Kubrick, impactaron de forma negativa en muchos países, algunos de los cuáles finalmente postergaron o prohibieron su exhibición, a pesar de conseguir 4 nominaciones al Oscar. Eso sucedió en España, por ejemplo. La censura del franquismo hizo que su estreno se retrase hasta 1975, año de la muerte del dictador. El documental “La naranja prohibida”, que acaba de estrenarse en dicho país vía TCM, narra las vicisitudes que pasó el filme antes de llegar a los cines. La narración en off es del propio Malcolm McDowell.

El estreno del documental, que ha llevado al actor -que hoy tiene 78 años- a España, fue una oportunidad precisa para hablar de temas vinculados al filme, no solo por la libertad de expresión en tiempos de dictadura, sino porque lo que hace 50 años constituía una distopía, hoy es el terror cotidiano: violaciones, asaltos, corrupción, abuso a menores de edad o violencia de todo tipo en las calles.

“No puedes decir lo primero que se te venga a la cabeza constantemente –reflexionó McDowell en su presentación ante los medios-. Pero sí hay un problema cuando los gobiernos te dicen que no puedes hacer cosas o que quieren que vayas siempre pegadito a los límites, que no te pases ni un pelo, eso sí que es malo. Lo vemos por ejemplo con Putin en Rusia (…) El régimen de Franco no era mejor que lo que está pasando ahora en algunos de estos regímenes autoritarios. Había una censura estricta, él se consideraba el salvador del pueblo español. Ok, muchas gracias, pero si nos fijamos en retrospectiva, podemos ver que no salvaba a nadie”, acotó el actor.

Quien encarnara a Alex DeLarge también tuvo tiempo para referirse a las noticias en tiempos actuales: “En realidad, la película era pertinente entonces, puesto que habla de la censura y de la libertad, y lo es ahora. Han cambiado las formas de censuras y opresión, pero el problema de fondo se mantiene intacto. En la década de los 70, un régimen prohibía que se viera una cinta para ocultar la verdad; ahora, las fake news hacen que la verdad sea irrelevante. Han cambiado los modos, el problema de fondo es el mismo”.

Consultado por el tema, McDowell no evadió las comparaciones entre la violencia de La Naranja Mecánica y la actualidad: “Se habla mucho de violencia, pero en realidad cualquier cinta de Sam Peckinpah es más evidente y descarnada que La naranja... En este caso la violencia es puramente psicológica. Recuerdo que cuando se estrenó, a los hogares del mundo llegaban en directo las imágenes de la Guerra de Vietnam en toda su crudeza. Eran escenas de cuerpos desgarrados de verdad. Y nadie prohibió nada ni se escandalizó de nada. ¿Cómo es posible? Creo sinceramente que la obra de Kubrick, realista pero no real, plantea también esa pregunta: ¿Por qué nos irrita tanto la ficción y somos tan permisivos con lo que les ocurre a nuestros semejantes?”, se preguntó el actor. Y agregó: “¿Acaso somos unos hipócritas?”.

De La naranja a La casa Matusita

Cuenta una leyenda que, cuando McDowell estuvo por primera vez ante el legendario Stanley Kubrick, se sorprendió, pues esperaba ver a Stanley Kramer, director de A la hora señalada o El juicio de Nuremberg. “Yo era muy joven y cuando me dijeron que me llamaba Stanley, creía que era otro Stanley. Luego, él mismo me hizo saber que me había visto en “If.... “, de Lindsay Anderson, y que me quería para su nueva película. Sólo sabía que él era el director de “2001: una odisea del espacio”, la cinta de ciencia ficción que revolucionó el género, y que cuando le pedí información sobre mi personaje en La naranja... su respuesta fue que ese era mi trabajo”, recordó hace poco.

A pesar de que su filmografía siguió acumulando títulos interesantes, su carrera pareció no despegar como otros de sus contemporáneos, además de haber quedado encasillado como el díscolo Alex, ante los ojos de espectadores o productores. ¿Qué pasó entonces con Malcolm McDowell? Tras La Naranja Mecánica, volvió a trabajar con Lindsay Anderson para repetir el personaje de Mick Travis en dos nuevos filmes, “O Lucky Man!” (1973) y “Britannia Hospital” (1982). Desde aquellos primeros años, hasta hoy, ha sumado más de 200 títulos a su filmografía, en una trayectoria que incluye también trabajos en televisión y como actor de voz. En su vida personal, estuvo casado durante 10 años con la también actriz y ganadora de un Oscar Mary Steenburgen, con quien tuvo 2 hijos. Durante aquel mismo periodo tuvo serios problemas con el alcohol y las drogas, llegando a gastarse mil dólares a la semana en cocaína. Lo superó, aunque esto tuvo secuelas en su aspecto, envejecido y completamente canoso con apenas 42 años. Por un tiempo quedó relegado en el cine B y le fue complicado obtener papeles en cintas importantes.

A pesar de su trayectoria, los premios no han sido muy amistosos con él. Fue nominado al Globo de oro a Mejor Actor por La Naranja Mecánica, pero nunca más fue considerado ahí o en el Oscar. Sin embargo, la Academy of Science Fiction, Fantasy & Horror Films de Estados Unidos le otorgó el premio a toda su carrera (2014), y el Festival de Sitges su premio honorario (2009). Además, desde el 2012 cuenta con una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.

De entre los muchos proyectos del actor, uno llama la atención: “The Mistery of Casa Matusita”, filme de terror basado en una de las más célebres leyendas urbanas del Perú. La película se anunció originalmente en 2014, pero desde entonces no hay noticias. Se supo originalmente que sería dirigido por la peruana Catherine Pirotta y que la historia tratará, a la manera de El Conjuro, de una pareja de investigadores norteamericanos que llegan a Lima a descubrir el horroroso secreto de la casa.

Si bien a estas alturas ya está algo cansado de que le pregunten siempre sobre “La naranja mecánica”, asegura que el espíritu de Alex DeLarge, el protagonista de ‘La naranja mecánica’ todavía le acompaña “como ese primo lejano al que ves en las cenas de vez en cuando”. Será por eso que hace unas semanas, cuando un periodista español le preguntó qué cree que hubiera sido de su carrera de no haber conocido a Kubrick, McDowell respondió: “¿Y qué hubiera sido de él sin mí?”.

Emperador, nazi, perseguido o viajero

A continuación, 6 estupendas actuaciones de Malcolm McDowell –y un bonus track- más allá de La Naranja mecánica:

Figures in a Landscape (Joseph Losey, 1970)

Ya desde los inicios de su carrera, McDowell tuvo la oportunidad de trabajar con un extraordinario director como Losey, responsable de filmes como El otro señor Klein o Ceremonia secreta, y gestor de atmósferas claustrofóbicas y destinos insospechados para sus personajes, sometidos a situaciones incómodas o trágicas. En este filme, él y Robert Shaw –el recordado Quint de “Tiburón”- son dos desesperados prófugos que huyen en algún lugar de Latinoamérica, por costas y montañas, mientras son permanentemente acechados por un misterioso helicóptero.

Time After Time (Nicholas Mayer, 1979)

Estamos a fines del siglo XIX, en la Inglaterra victoriana. La estela sangrienta de los asesinatos de Jack El Destripador llena de pánico las calles, pero para la policía es imposible dar con su paradero. El asesino, sin embargo, huye no solo del país, sino de la época, a bordo de una novedosa máquina del tiempo. H.G. Wells, autor e inventor, va tras él hasta el siglo XX, para evitar que siga matando. Sobrio y controlado, McDowell lo personifica, bordando una de sus mejores interpretaciones, lejos de los manierismos que algunos críticos le achacaron.

The Passage (J. Lee Thompson, 1979)

El mismo director de la versión original de Cabo de miedo o Los cañones de Navarone, dirige a McDowell como un oficial nazi que sigue a través de la nieve y las montañas de Los Pirineos, en plena Segunda Guerra Mundial, a un científico alemán y su familia que está siendo ayudada a escapar de la Francia ocupada por un pastor vasco. Una fantástica oportunidad para que el actor luzca su talento al lado de pesos pesados como Anthony Quinn, James Mason o Christopher Lee.

Calígula (Tinto Brass, 1979)

Solo Malcolm McDowell podía superarse a sí mismo en cuanto a papeles polémicos se refiere. Su Calígula, sin duda, un personaje más excesivo y complejo que Alex DeLarge –al menos por lo que la historia nos cuenta-, llega a ser todo lo desagradable, sádico y cruel que se espera de él. A pesar de haberse rodeado de un gran elenco, que incluía a Helen Mirren, Peter O´Toole o John Gielgud, sobre un guion escrito por Gore Vidal, la edición posterior que decidieron hacer los productores –Penthouse- y que incluyó numerosos primeros planos de órganos sexuales y varias escenas pornográficas –incluyendo una orgía casi coreográfica-, hizo que algunos actores renegaran del filme y hasta se avergonzaran de haber sido parte de él. De hecho, McDowell la calificó como “la experiencia más ridícula que tuve en mi vida como actor”.

Cat People (Paul Schrader, 1982)

Schrader revivió el filme de Jacques Tourneur de los años 40, La mujer pantera, actualizando además los niveles de sensualidad y complejidad de sus personajes. McDowell tiene un intenso mano a mano con Natassja Kinski. Ambos son los hermanos Gallier, quienes guardan un terrible y oscuro secreto, como siempre en filmes que incluyen horror, sexo y distintas formas de violencia. Es una película oscura y fascinante en varios modos. Propicia para controlar los impulsos irresistibles… o morir en el intento.

Bombshell (Jay Roach, 2019)

McDowell ya está bastante lejos de sus años de joven rebelde o de las voracidades de otros tiempos, pero mantiene el pulso para interpretar personajes incómodos o al borde del precipicio. En este premiado filme se pone brevemente en la piel del magnate de los medios Rupert Murdoch, en un clima de denuncias de periodistas y conductoras que sufrieron machismo, abusos o acoso sexual en el ambiente de Fox News, perteneciente a su poderoso conglomerado, principal apoyo mediático para Donald Trump. Una película emblemática del movimiento #MeToo en la que el actor demuestra su vigencia.

Bonus: Evilenko (David Grieco, 2004)

Un papel que parecía preciso para las aptitudes de Malcolm McDowell. La vida le ha dejado marcadas, además, facciones capaces de adaptarse a personajes siniestros, oscuros, con horror interior y exterior, como varios de los que interpretó a lo largo de su carrera, incluso, en el cine de terror que tan poco le gusta. En esta oportunidad encarna a Andrej Romanovic Evilenko, un viejo profesor que se convirtió en violador y asesino en serie de niños y mujeres jóvenes en los años finales de la Unión Soviética. El personaje estaba inspirado en la figura de Andréi Chikatilo, el peor asesino en serie de la historia contemporánea rusa, que mutiló, abusó y asesino a 56 víctimas entre 1978 y 1992, según su confesión, aunque se sospecha que fueron muchas más. De él se decía, además, que tenía habilidades síquicas por las que le era más fácil doblegar a las personas. Aunque la película es irregular, el trabajo de McDowell es notable, pues crea a un asesino decadente, gélido y repugnante, como las circunstancias de aquel país en aquellos años.

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