Hay varios puntos sobre los cuales “La amante del libertador” podría haberse explayado: desde la tensión sexual que existe entre los dos personajes que interpretan, tanto en el pasado como en el presente, Gonzalo Revoredo y Wendy Vásquez hasta el descubrimiento del compromiso de Teresa (el personaje de Vásquez en la época de la independencia del Perú) con la causa libertadora, pasando por, por qué no, ser un fresco amplio de los complots y peligros que significó esa época particular, y que se cocinaban en la calle como en el convento, en la intimidad de la alcoba como en los cuarteles militares.
Pero el gran problema del filme radica en que Rocío Lladó, la directora, decide tocar todos esos puntos sin verdaderamente desarrollar ninguno. La película nos propone acompañar a Teresa (Vásquez), una mujer acomodada y esposa de un español, en el descubrimiento de su compromiso por la causa de la independencia. Compromiso que viene de la mano con la pasión que le despierta un joven revolucionario (Revoredo), y que la libera de las cadenas de ser la correcta mujer de un rico.
El tema está en que esa pasión nunca alcanza los niveles de sensualidad que debería: lo que vemos es una ilustración de esa atracción, que se explica a través de las declaraciones de amor que se prodigan los personajes, pero sin que se sienta verdaderamente a través de la puesta en escena. Sí, la pasión está en el papel, pero el filme nunca la transmite en su plena dimensión.
Y eso se puede decir de todas las tensiones y situaciones que “La amante del libertador” propone: desde la relación conflictiva entre las dos hermanas (Vásquez y Ana María Estrada), hasta la investigación de Lucía (el personaje de Vásquez en el presente) por salvar la casona en la que se encuentra, pasando por la evidente tensión entre Teresa y el soldado realista primo de su esposo (Cristian Rivero): ninguna de ellas se siente verdaderamente desarrollada, como si estuviéramos viendo un boceto de momentos que quizá necesitaban mayor profundización.
De esta manera, la historia que presenta “La amante del libertador” se va diluyendo, mientras los personajes explican sentimientos que nunca sentimos expresados en la pantalla. Lástima por los más que dignos trabajos de Vásquez y Rivero, quienes por momentos consiguen darle un poco más de vida a la propuesta.