"Está detrás de ti": una crítica sobre la película de terror
"Está detrás de ti": una crítica sobre la película de terror
Sebastián Pimentel

El horror quizá sea el género fílmico más amado y, a la vez, más despreciado que cualquier otro. A diferencia del wéstern, nunca empezó a morir. Por el contrario, nunca tuvo tan buena salud. Y, pese a todo lo que digan los incré- dulos, si bien jamás ganará el Óscar, una buena película de horror suele resistir mejor el paso del tiempo que un buen drama.

Y, aun así, William Friedkin, el director de “El exorcista”, se pone furioso cuando le dicen que hizo una de las mejores películas de horror de la historia del cine. Es el miedo al encasillamiento, a haber creado un susto efímero. Para Friedkin, “El exorcista” es una película de amor, un drama metafísico, un cuento cruel sobre la fe y luego una película de horror.

Pues bien, “Está detrás de ti”, la nueva película de David Robert Mitchell, aspira también a esa utopía cinematográfica: ser una buena película de horror, y, a la vez, ser mucho más que eso. Y es interesante cómo, para lograr su cometido, convoca todos los elementos de cierta tradición moderna del género, esa que se afilia a “Pesadilla en Elm Street”, “Halloween”, o “Viernes 13”: un vecindario suburbano donde todos se conocen y la vida es muy aburrida, un grupo de adolescentes en plena ebullición hormonal, una chica virginal a la que todos desean y, finalmente, una serie de “apariciones” que nos remiten a fantasmas y a zombis por igual.

Jay, la chica en cuestión, adolescente con apariencia tan dulce como perturbada, es interpretada por Maika Monroe. Todo lo contrario a la mujer voluptuosa y desinhibida, agresiva o sensual, su estela sigue, más bien, la de Clhoe Sevigny, con esa mezcla de ensimismamiento comprensivo y algo de tristeza que otorga una inteligencia precoz. La pelí- cula se inicia con la vida rutinaria de Jay, quien pareciera sufrir su propia mundanidad pueblerina y, a la vez, espera el momento de la transgresión.

Hasta que un encuentro sexual, con un chico que apenas conoce, convierte a Jay en una “condenada” que es asaltada por asesinos que solo ella puede ver. Jay debe huir de los espacios cerrados y, a la vez, conseguir tener sexo con otro chico, ya que esa parece ser la forma de curarse. El logro de “Está detrás de ti” recae en esa poética de la enfermedad de transmisión sexual, que sin dudas hace pensar, como un atemorizante eco que vuelve a nuestro subconsciente colectivo, en lo que significaron los primeros años del sida, y el término de la liberación de los años sesenta y setenta.

Está detrás de ti” es una película sobre la angustia sexual, pero también sobre el miedo de amar, y sobre la paranoia de “ver”. El recuerdo de la epidemia está pauteado, también, por el hecho de que el filme presenta una ambientación atemporal – la ambigüedad es un valor en sí mismo del filme, por lo que deben dejarse resquicios de duda–, aunque anclada fuertemente en la década del ochenta.

Jay, entonces, debe huir, primero, y después cazar. A la vez, más de un chico, que no ven lo que ella ve, la desean. Alrededor de ese juego de seducciones también hay una competencia entre un “macho alfa” y un adolescente más tímido e ingenuo. Sin embargo, Jay no tiene que resistirse a ningún tipo de maldad. Y es que el Mal no está dentro de ella, ni del chico que la contagió. El Mal es ahora una peste que transforma la pasión en melancolía, y que ha convertido al sexo en una maldición.

Con el regreso de los años ochenta, con sus ropas y sus autos, así como con los sonidos trepidantes de los antiguos sintetizadores –en la senda también de la formidable “Drive”–, “Está detrás de ti” propone un viaje al pasado, a un pasado indefinido y que pareciera ser, por momentos, el presente. Por otro lado, la cámara siniestra de David Robert Mitchell captura la ansiedad y el letargo de una era postsexual como la nuestra, en la que hacer el amor ha dejado de ser una fiesta, el deseo se ha vuelto mórbido y el sexo termina por ser un acto algo mecánico, a la vez de sacrificio y de contagio.

“Está detrás de ti”, por último, es también una sensación y una reflexión. Su apuesta es por la lejanía y profundidad de campo, que permite ver en foco a mensajeros de la muerte que avanzan a paso lento, y se acercan a nosotros. Sin embargo, solo los condenados pueden “ver”, por lo que se crea una doble dimensión visual, ya en los inciertos caminos de la fantasía, del enloquecimiento o la neurosis óptica. Más allá de cualquier género, pocas películas están destinadas a perdurar. Por todo lo dicho, “Está detrás de ti” es una de ellas.

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