MDN
La hora final portada
Sebastián Pimentel

Ya hay un buen puñado de películas que tocan, directa o indirectamente, la época de la violencia propiciada por Sendero Luminoso. El saldo incluye varios títulos olvidables, pero también algunos de buena factura. Entre los mejores, dos cintas que apuntan a las huellas que dejó el terrorismo: “La teta asustada” (2009), de la directora Claudia Llosa, y el documental “Lucanamarca” (2008), de Carlos Cárdenas y Héctor Gálvez. En cambio, pocas son las cintas con un planteamiento más cercano a las fórmulas del thriller y el policial.

” es el intento de tocar el tema desde esta última categoría. Eduardo Mendoza, el director de “El evangelio de la carne” (2013), traslada a la pantalla la gesta del Grupo Especial de Inteligencia del Perú (GEIN), gracias a la cual se capturó al líder terrorista Abimael Guzmán en 1992. Para ello, Mendoza escoge el punto de vista de dos agentes: Carlos Zambrano (Pietro Sibille) y Gabriela Coronado (Nidia Bermejo), quienes fingen ser una pareja cualquiera que pasea por la ciudad para poder vigilar la casa donde estaría el cabecilla senderista.

Es verdad que Sibille y Bermejo son actores competentes y hacen un esfuerzo de concentración. Lamentablemente, la realización y el montaje juegan en su contra. Los vemos interactuar fríamente en varios tramos. Hasta que se encuentran solos en el departamento de uno de ellos. Luego viene uno de los tantos apagones de aquella época y ellos comienzan a besarse y desvestirse. Son comportamientos inverosímiles, forzados, que no han sido construidos.

Pero la historia de amor es lo de menos, ya que termina siendo abortada por el guion. Otras líneas argumentales tratan de incorporar algo de drama: Carlos lucha por ver a su hijo, quien vive con su ex mujer (Katerina D’Onofrio), y Gabriela intenta convencer a su hermano (Tommy Párraga), quien viene del interior del país y está instalado en Lima, a que abandone la lucha subversiva. A pesar del desarrollo deficiente de la película, Sibille y Bermejo muestran algo de angustia por sus respectivos familiares, quizá lo poco de creíble que tiene “La hora final”.

Por otro lado, la tensión del GEIN con las huestes de Vladimiro Montesinos se insinúa con unas pocas conversaciones en los techos de las oficinas de los investigadores y con el secuestro de uno de los policías. Son una serie de subtramas que no llegan a despegar. La opresión se resuelve con un par de escenas de tortura que están allí para ilustrar, para ser didácticas, para completar un álbum de cromos que no tienen vida.

Parece que Mendoza dirigiera en la época del teatro filmado. Coloca a sus personajes a hablar frente a la cámara sin imaginación ni sutileza. Unos simples cuerpos parlantes registrados por encuadres muy similares. Los planos exhiben varios monólogos, pero no una atmósfera, un ritmo o una sensación de espera. Están casi ausentes el suspenso, la observación, el juego de edición con las grabaciones secretas obtenidas de los dispositivos de video y audio, tan comunes en el género de la vigilancia y la indagación.

Como thriller, el filme de Mendoza es un fracaso total. Como drama, es un bosquejo, un borrador que parece haber sido realizado burocráticamente, sin siquiera tentar un planteo audiovisual que supere al telefilme amateur. Es entonces que recordamos la única audacia creativa de Mendoza: unos drones que llevan la cámara por los aires, para grabar una conversación entre el jefe del GEIN (Toño Vega) y algún esbirro de Montesinos. Toma paisajística que, en su excentricidad, luce tan forzada como las acciones de los personajes.

Género: Thriller, drama.
País y año: Perú, 2017.
Director: Eduardo Mendoza.
Actores: Pietro Sibille, Nidia Bermejo, Toño Vega, Katerina D’Onofrio, Tommy Párraga.
Calificación: 1 estrella (de 5)

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