"I, Tonya" le dio a Margot Robbie su primera nominación al Oscar como Mejor actriz. (Foto: difusión)
"I, Tonya" le dio a Margot Robbie su primera nominación al Oscar como Mejor actriz. (Foto: difusión)
Sebastián Pimentel

Venida con la temporada del Óscar, sigue en cartelera "Yo, Tonya" ("") sobre la vida de Tonya Harding, deportista estadounidense que descolló en los años 90. La cinta se concentra en su duro ascenso en el patinaje sobre hielo. También, en los líos judiciales debido a su supuesta participación en la violenta agresión que casi trunca la carrera de Nancy Kerrigan, oponente de Harding en las ansias de triunfar en los Juegos Olímpicos de Invierno de 1994.

Tonya (Margot Robbie) proviene de ese segmento social al que se llama, con sorna, basura blanca. Su madre LaVona (Allison Janney) trabaja como mesera y se esfuerza por mantener la costosa preparación profesional de su hija. El problema es que los jueces y entrenadores se resisten a apoyar a competidoras que no cumplan con estereotipos de refinamiento que, por su procedencia social, la ruda Tonya está lejos de cumplir.

La estrategia del director Craig Gillespie y su guionista Steven Rogers se anuncia con un texto que sirve de prólogo. Este señala que se verá una reconstrucción de acontecimientos reales, pero basada en diversos testimonios de los involucrados: Tonya, su madre, su esposo Jeff (Sebastian Stan) y personajes secundarios como la estirada entrenadora Diane (Julianne Nicholson) o el mitómano Shawn (Paul Walter Hauser).

La cinta se estructura, dinámicamente, con la ida y vuelta entre unas supuestas declaraciones a la TV –en tiempo presente– y las historias recreadas –en pasado–. El tono general –de reflexión desencantada, desesperación, humor negro, tristeza y desparpajo– salpica a todos por igual. Es el esperpento como género cinematográfico, con cámaras omnívoras que se aproximan a los rostros de todos los estratos de la sociedad, para evidenciar su hipocresía o monstruosidad.

Los personajes también hablan mirando hacia la cámara en medio de la acción: otro rompimiento de la ilusión verista de la representación. A Gillespie le interesa no tanto lo que los personajes hacen, sino lo que piensan, y las consecuencias de la injusticia social. El torbellino de descargos orales acerca de los hechos nos termina por llevar, finalmente, a una conclusión: pese a ser la mejor patinadora, el medio proletario de Tonya no dejó nunca de condenarla a ese fracaso que los medios de comunicación celebraron desde que pudieron.

Lo mejor del filme no está, entonces, en la distancia crítica sobre la imposibilidad de una verdad cristalina –desde "Ciudadano Kane" (1941), esto es ya moneda corriente–. Lo interesante está en lo miserable y violento de la vida doméstica, en los golpes que brotan en la cotidianidad desequilibrada y trágica de la clase trabajadora. Esto se logra gracias a la vibración de las interpretaciones del elenco y al equilibrio entre tensión contenida y temperamento pasional que recuerda al cine de Scorsese –sobre todo a "Buenos muchachos" (1990)–.

Por supuesto, destaca la actuación de Margot Robbie. Su transformación en Tonya es salvaje, llena de matices, conmovedora. Es definitivamente más interesante que la de la ganadora del Óscar Allison Janney, quien se vio favorecida por interpretar a la villana perfecta, a una madre infernal. Pero pese a las virtudes mencionadas, "Yo, Tonya" no convence del todo: hacia la mitad del metraje el guion da demasiadas vueltas sobre la relación de amor-odio de la pareja, que se hace algo repetitiva. Esto impidió que puedan tomar más relieve otros personajes secundarios, quienes terminan por acercarse a la caricatura, como el matón y amigo de Jeff, la contendora Kerrigan o la misma madre de Tonya.

Título original: "I, Tonya".
Género: drama, comedia, biografía.
País y año: EE.UU., 2017.
Director: Craig Gillespie.
Actores: Margot Robbie, Sebastian Stan, Allison Janney.
Calificación: 3 puntos de 5

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