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Ricardo Maldonado: "No podemos caer en un cine oportunista" - 2

La Segunda División del fútbol nacional tiene matices surrealistas. Un toro puede meterse a la cancha en pleno partido, por ejemplo. Para el director Ricardo Maldonado, se trata de un mundo peruano, alucinante y de gran convocatoria. En ese contexto transcurre la cinta "Calichín", escrita por César de María y en la que el fervor pelotero sirve para abordar otros temas.

— Aldo Miyashiro no tiene la pinta de un futbolista que pudo haber triunfado en Europa. ¿No fue un planteamiento arriesgado? ¿O la comedia permite esto?

Lo que pasa es que ahora Calichín tiene ‘cuarenta y largos años’. En su momento, jugó y destacó en Europa. Por eso, como mostró tanta promesa, le pusieron Calichín. Hay un momento emotivo en el que él se dirige a su padre difunto y le confiesa que se quedó como un calichín. Hemos intentado llegar al fondo de ese concepto de los peruanos que no terminan de consagrarse, teniendo todo ahí al frente. 

— El tema de la paternidad está en "Calichín". En tu caso, ¿cuánto te influyó tu padre, quien fue director de cine publicitario?

Muchísimo. Mi familia ha sido construida alrededor de él. Mi padre falleció en el 2009 y que él no esté es lo que hace que decida crear una historia alrededor de la búsqueda de la paternidad. Es un tema constante en "Calichín", aunque no siempre está tan en la superficie [...] Mi padre no vio mi ingreso al cine. Me hubiera encantado sentarme con él y tomarnos unas cervezas mientras vemos mis películas, aunque te garantizo que no le hubieran gustado (risas).

— ¿Cuál es la mejor lección que tu padre te dio?

No sé si sea una virtud o un defecto, porque creo que todas las virtudes tienen un lado que puede ser un defecto: el asegurarse de no tener ningún tipo de tolerancia hacia la mediocridad. Eso me ayuda a rodearme de equipos sólidos y fuertes. Mi padre era un hombre meticuloso, perfeccionista y tecnológico, y tenía un lado duro, inflexible y dominante. Creo que me ha influenciado mucho.

— Hablando de lecciones, ¿cuál es el aprendizaje más valioso que obtuviste en las dos "¡Asu Mare!"?

He tenido unos 3 o 4 escalones. El primero fue "Perú, Nebraska". Fue un gran aprendizaje pasar de narrar en un minuto a hacerlo en 15. En "¡Asu Mare!" fue importante tratar de no tener una película con un montón de situaciones cómicas, por lo que buscamos hilarlas. En "¡Asu Mare! 2" ya procuramos tener un guion más estructurado. Ahí el aprendizaje fue cómo lidiar con un elenco, que yo pueda atender a los actores no solo delante de las cámaras, sino también detrás. Tal vez eso me faltó. En "Calichín" estuve un poco más para los actores en un ambiente de trabajo solidario.

LIMA, MIERCOLES 09 DE NOVIEMBRE DEL 2016.RICARDO MALDONADO, DIRECTOR DE LAS PELICULAS

Ricardo Maldonado, director de "Calichín".

— ¿Qué otras autocríticas harías?

Tengo la teoría de que, dentro de unos años, tendremos un cine peruano heterogéneo, exitoso y popular, y que se sostendrá en muchos frentes. Habrá cine taquillero, independiente o de autor. Estamos avanzando hacia eso. Para ello hay que construir una industria, lo que implica que todos tienen que aprender a hacer su chamba mejor. Creo que estamos en el inicio de algo. Queda mucho por aprender, desde cómo hacer los 'placement' más sutiles, que los productores cuenten con más métodos o modelos de negocio que sostengan nuestra industria, u otras maneras de distribuir.

¿Y en el caso de "Calichín"?

Mi crítica va hacia este punto: me gustaría saber con más claridad hasta dónde puedo arriesgar como director y que todavía me acompañe el gran público, porque estoy haciendo un tipo de cine que necesita que la gente se movilice. Con "¡Asu Mare!" descubrimos con claridad cómo es el cine que tienes que hacer para ser taquillero, pero no podemos seguir haciendo eso toda la vida. Tampoco podemos hacer cine de autor para que no vaya nadie en este momento. Digamos que yo no puedo porque el modelo de negocio que tengo no lo sostiene. Lo que ahora estamos haciendo con las decisiones de meter a César de María o de tener un guion un poco más sofisticado es agarrarnos todos de la mano para dar un paso, entrar al agua hasta que esta llegue al tobillo y ver qué pasa. Con la próxima película, avanzaremos hasta que el agua llegue a la rodilla. Así te aseguro que en 10 años contaremos con una industria con diversos frentes.

—Ahí está el riesgo de la repetición.

No podemos caer en un cine oportunista que siga haciendo las mismas cosas o que invierta lo mínimo indispensable, como si los espectadores fueran unos idiotas que van a consumir lo que les demos, como si les diéramos de comer en la boca. Pero, en estos momentos, tampoco puedo dar demasiados pasos o realizar algo de autor, porque las películas cuestan mucho dinero y necesitamos a los auspiciadores que esperan un nivel de éxito grande y el retorno de su inversión.  

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