"Snowden", nuestra crítica del nuevo filme de Oliver Stone
Sebastián Pimentel

Pese a lo que digan sus detractores, el director Oliver Stone es un referente fundamental de los últimos treinta años del cine norteamericano. “JFK” (1991), épica obra maestra de más de tres horas de duración, no solo reabrió la polémica sobre uno de los casos más candentes de la historia de su país, sino que también trajo nuevas formas de montar las imágenes, de elucubrar sobre sus artificios, sobre las perspectivas que crean supuestas verdades y mentiras. Un “Ciudadano Kane” de los años noventa.

Otros títulos confirman su talento –mis favoritos, luego de “JFK”: “Talk Radio” (1988) y “Un domingo cualquiera” (1999)–. Pero quizá lo que caracteriza su filmografía no sean sus películas más logradas, sino sus fracasos. Porque, en su caso, son espléndidos. Basta citar “Nacido el 4 de julio” (1989), “Asesinos por naturaleza” (1994) o “Nixon” (1995) para saber que estamos ante cintas excesivas. Sin embargo, todas más que interesantes por su ambición y fuerza narrativa, el riesgo de la propuesta formal expresionista, o el calado político y moral que las anima.

No puedo decir lo mismo de “”. Se trata de una nueva apuesta de Stone por la biografía con trasfondo político –que ya había probado, con mejor suerte, en “Nixon” y “W.” (2008), película sobre el Bush hijo–. A partir de los libros de Anatoly Kucherena y Luke Harding, cuenta la historia del célebre informático estadounidense que, en el 2013, filtró documentos clasificados y dio a conocer las prácticas de espionaje de las agencias de inteligencia del Gobierno Norteamericano, con la intención de alertar sobre la salvaguarda de los derechos civiles.

No hay duda de que Stone conoce bien las técnicas narrativas básicas. Joseph Gordon-Levitt, como Edward Snowden, asume la tarea con sobriedad y contención. A partir de algunos ‘flashbacks’ que parten de una entrevista con los periodistas de “The Guardian” y “Washington Post” –en que da a conocer las prácticas de espionaje–, se ve cómo llegó a ese punto decisivo en que se juega la vida, desde sus inicios en la carrera militar hasta su meteórico ascenso en las filas de la CIA.

No obstante, lo poco que “Snowden” gana en suspenso e intriga lo pierde en complejidad psicológica y en drama humano. La fábula de “Blancanieves” –como le dice al héroe un colega de la CIA, en alusión a su inicial ingenuidad– es demasiado clara, cristalina, y por eso mismo sin mayor misterio. En la cima de un supuesto éxito profesional, el chico listo se siente atrapado por la red que ayuda a construir. Sin embargo, sigue siendo un personaje sin espesor, cuyas crisis personales se hacen con insólitos ataques epilépticos y cierto fastidio paranoico. En ese trance, queda muy poco de verdaderas preguntas morales o éticas.

Lo que le falta a “Snowden” es lo que le sobra a “JFK”: el misterio de las apariencias, de una realidad a construirse, de una verdad que se vuelve falsa. Rhys Ifans, como padrino de la CIA que trata de controlar la mente de su discípulo aventajado, es un Mefistófeles fascinante, aunque desaprovechado. Y todo vuelve a un cauce didáctico, que no mira las posibilidades de la ficción. Así, el formato se hace televisivo. Incluso se podría decir que por momentos el director de “Nixon” explica, con palabras prestadas a sus personajes, el funcionamiento del espionaje ilegal. De esta manera la película se vuelve una crítica algo retórica e informativa respecto a los abusos del poder del Estado, y una fría hagiografía. Esa que no confía en el poder de la imagen.  

FICHA
“Snowden”
Género: biografía, drama, thriller.
País y año: Estados Unidos, 2016.
Director: Oliver Stone. Actores: Joseph Gordon-Levitt, Shailene Woodley, Tom Wilkinson.
Calificación: 2/5.

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