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Hacer cine en el Perú no es difícil, es dificilísimo: Pancho Lombardi revela los desafíos extremos de rodar su nueva película “El corazón del lobo”
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Hacer cine en el Perú no es difícil, es dificilísimo: Pancho Lombardi revela los desafíos extremos de rodar su nueva película “El corazón del lobo”

Hacer cine en el Perú no es difícil, es dificilísimo: Pancho Lombardi revela los desafíos extremos de rodar su nueva película “El corazón del lobo”

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Cuando recibió el Premio Luces Leyenda 2025, confesó que estos homenajes lo hacían pensar en un “final de curso”. Sin embargo, ¿cómo hablar de un final en la vida de alguien que ha hecho del cine su lenguaje y su destino, que ha imaginado mundos y contado historias capaces de marcar a generaciones? Lejos de despedirse, el maestro del cine peruano sigue creando. El próximo 2 de octubre estrenará “El corazón del lobo”, su décimo noveno largometraje, inspirado en hechos reales y basado en el libro de Carlos Enrique Freire, “El miedo del lobo”. Para Lombardi, el cine nunca es clausura, sino la posibilidad infinita de “volver a empezar”.

En una primera etapa, la película llevaba por título “El corazón del monstruo”, pero se cambió para evitar confusiones sobre el género de la historia. Lombardi optó por acercarlo al del libro que la inspira y, al mismo tiempo, establecer un vínculo con “La boca del lobo”, aquella obra fundamental de su filmografía que, al igual que esta nueva entrega, también partía de un hecho real.

Esta historia me interesó mucho porque aborda un mundo poco conocido: el de los secuestros en las etnias amazónicas. En este caso, se trata de un niño ashaninka que es separado de su familia y llevado por Sendero Luminoso. La película narra los diez años que pasa dentro de ese entorno, cómo crece en medio de la violencia, pero sin llegar a ser atrapado del todo por esas ideas. Es, en esencia, la historia de su resistencia y de su lucha por sobrevivir. Por eso la presentamos con una pregunta central: ¿Se puede escapar del infierno?”, narra el realizador.

“El corazón del lobo” se rodó en la selva peruana, en territorios de difícil acceso. El equipo enfrentó un rodaje extenuante: caminatas interminables por cerros empinados, suelos cubiertos de raíces, lluvias constantes, además de la convivencia con mosquitos, arañas y toda clase de insectos. Lombardi compara la experiencia con la que vivió en “Pantaleón y las visitadoras”, aunque entonces, con treinta años menos y en la selva plana de Iquitos, todo parecía más llevadero. Esta vez, la geografía del Vraem —montañosa y agreste— convirtió la filmación en un reto físico y logístico. La producción se extendió durante semanas y culminó en escenarios cargados de memoria, como los vinculados al Expreso Cabanino y la matanza de Soras, una de las peores masacres perpetradas por Sendero Luminoso.

Además de tener a Víctor Acurio, recordado por su papel en “Willaq Pirqa, en el rol principal, “El corazón del lobo” apuesta por un elenco compuesto, en su mayoría, por rostros poco conocidos. “Buscaba darle a la película un aire de verdad y frescura, alejado de la imagen reconocible de los actores habituales”, explica Lombardi.

Retos y desafíos

Para Lombardi, el mayor desafío de “El corazón del lobo” tuvo dos frentes. El primero fue atreverse a narrar una historia que muchos prefieren olvidar. Convertir un episodio tan doloroso en una propuesta cinematográfica capaz de llegar a un público amplio era, en sí mismo, una apuesta arriesgada. El segundo reto fue rodar en condiciones extremas y con un presupuesto limitado para la magnitud de la producción. “Es una película con explosiones, incendios, traslados de personal desde Lima; no era como las últimas que hice, que eran más pequeñas”, reconoce el director.

La cinta pudo concretarse gracias a un financiamiento mixto. Inicialmente, Lombardi invirtió en la escritura del guion y en la compra de los derechos del libro. Luego llegó un primer impulso al ganar un premio del concurso de la DAFO, lo que permitió cubrir parte de los costos iniciales. Pero aún faltaba cerca del 50% del presupuesto. Fue entonces cuando un grupo de empresarios con sensibilidad social decidió apostar por el proyecto, convencidos de su importancia cultural y de su valor como memoria. Sin ese respaldo, admite el cineasta, habría sido imposible culminar la producción.

El director también reflexiona sobre los dilemas que enfrenta hoy el cine, desde el uso de dobles digitales hasta la inteligencia artificial, como en el caso de “Putin”, filme donde se recreó el rostro del líder ruso. Reconoce que ciertas prácticas le generan dudas éticas, pero valora los avances tecnológicos cuando sirven para potenciar el trabajo de los actores.

Proyectos

Lombardi asegura que, mientras le sea posible, seguirá filmando. Tiene una lista de proyectos que espera concretar, aunque algunos llevan años en pausa. Uno de ellos es una adaptación de cuentos del escritor brasileño Rubem Fonseca, cuyos derechos compró hace tiempo y renueva periódicamente para no perderlos, pese a que cada año la propuesta queda fuera de los apoyos de la DAFO. Ese, como otros guiones, ha quedado detenido en el camino, víctima de plazos vencidos y de la falta de financiamiento.

Conseguir recursos es, reconoce, la parte más dura de la tarea. Incluso en películas pequeñas, como “La decisión de Amelia”, el esfuerzo es enorme: con pocos personajes y escenarios reducidos, el costo superó los 100 mil dólares. “Eso es dinero, y lamentablemente la taquilla y los cines ya no te responden para ese tipo de propuestas”, explica.

Para Lombardi, cada estreno tiene un valor que va más allá de lo artístico: hacer una película es, ante todo, un acto de resistencia cultural. Su propósito —dice— es que el cine no se limite a entretener, sino que también provoque reflexión, despierte un pensamiento crítico y ayude a comprender mejor la realidad a través de sus personajes y conflictos.

Haber convertido su pasión en un modo de vida es, asegura, una verdadera fortuna. “Lo más valioso que me ha dado el cine es sentido. Somos pocos los que tenemos la suerte de vivir de lo que nos gusta hacer. Esa es una bendición, y ese ha sido mi caso”, dice con la certeza de quien empezó en una época en la que el cine peruano prácticamente no existía y, pese a todas las dificultades, logró sostener una carrera hecha de películas.

No siempre hubo recompensa económica. Solo ‘No se lo digas a nadie’ y ‘Pantaleón y las visitadoras’ fueron éxitos de taquilla que me dieron cierta holgura. En contraste, filmes tan influyentes como ‘La ciudad y los perros’ o ‘La boca del lobo’ no generaron ganancias, pese a su impacto internacional, por el contexto de hiperinflación que vivía el Perú en los años ochenta”, recuerda.

El propósito de Francisco Lombardi es que el cine no se limite a entretener, sino que también provoque reflexión, despierte un pensamiento crítico. (Foto: Antonio Melgarejo)
El propósito de Francisco Lombardi es que el cine no se limite a entretener, sino que también provoque reflexión, despierte un pensamiento crítico. (Foto: Antonio Melgarejo)
/ ANTONIO MELGAREJO

Sueños pendientes

Entre lo que le hubiese gustado hacer y no hizo, aparece con fuerza la idea de vivir y trabajar en el extranjero. Tuvo oportunidades —desde Hollywood hasta España y Argentina—, pero siempre optó por quedarse. No descarta, sin embargo, que esa experiencia pueda darse todavía.

En su juventud lo intentó. A los veinte años viajó a Canadá con un amigo, convencido de que allí encontraría más posibilidades para hacer cine. Pasó un año trabajando en todo lo imaginable, desde cargador de camiones hasta repartidor, y estaba a punto de obtener su residencia. Solo necesitaba permanecer cuarenta días más en el país para completar la documentación. Pero la vida le cambió los planes: a los veinte días de esa espera murió su padre. Regresó de inmediato a Lima y, al salir de Canadá, perdió el trámite. Esa decisión forzada fue también un punto de quiebre: en lugar de abrirse camino afuera, se quedó en el Perú y comenzó a construir su carrera aquí.

No sé qué hubiese pasado si me quedaba, es una interrogante que nunca resolveré”, admite. Sin embargo, reconoce que le quedó ese pendiente. Hoy, con la serenidad de los años y la experiencia acumulada, no descarta probarlo: vivir un tiempo fuera, si es que no surge un proyecto inmediato en el Perú. “Nunca es tarde para cumplir pendientes”, reflexiona.

Esa apertura a lo que aún queda por vivir no le impide mirar con gratitud lo ya recorrido. “Aparte de la sordera que tengo un poco, estoy una etapa más tranquila, más plácida, con cierto grado de satisfacción. Hay que saber valorar lo que uno tiene. Yo siempre estoy un poco insatisfecho, pero trato de luchar contra eso”, confiesa.

La huella Vargas Llosaa

Mario Vargas Llosa fue el descubrimiento de la literatura en la adolescencia de Lombardi y, con el tiempo, una presencia determinante en su carrera como cineasta. Leer “La ciudad y los perros” a los 15 años lo impulsó a soñar con adaptarla algún día al cine. Ese sueño se cumplió gracias al apoyo directo del Nobel, quien facilitó los derechos y confió en él cuando apenas se abría camino como director. “Él ayudó, puso todos sus esfuerzos para que la película se pudiera hacer, rebajó sus pretensiones económicas”, recuerda el realizador.

Años más tarde, “Pantaleón y las visitadoras” consolidó esa relación marcada por la admiración, la gratitud y un afecto mutuo, aunque sin llegar a la intimidad de la amistad. Los encuentros fortuitos en Lima, Nueva York o Madrid, dejaron la huella de un vínculo genuino. “Ha sido muy importante para mí”, reconoce Lombardi, que incluso en “Tinta roja” rinde homenaje a su influencia, con un protagonista que quiere ser un Vargas Llosa.

27 DE OCTUBRE DEL 2010
ENTREVISTA Y RETRATOS DEL PERUANO PREMIO NOBEL DE LITERATURA 2010 ESCRITOR MARIO VARGAS LLOSA
LAS FOTOS FUERON HECHAS EN SU DEPARTAMENTO EN MANHATTAN. NUEVA YORK
FOTOS RICHARD HIRANO
27 DE OCTUBRE DEL 2010 ENTREVISTA Y RETRATOS DEL PERUANO PREMIO NOBEL DE LITERATURA 2010 ESCRITOR MARIO VARGAS LLOSA LAS FOTOS FUERON HECHAS EN SU DEPARTAMENTO EN MANHATTAN. NUEVA YORK FOTOS RICHARD HIRANO
/ RICHARD HIRANO
Además…
“El corazón del lobo” llegará a las salas de cine a nivel nacional el próximo 2 de octubre.


Ciclo de cine dedicado a Lombardi

La Alianza Francesa de Lima anunció la realización de Estado de Ficción: Retrospectiva Francisco J. Lombardi, un ciclo de cine que se realizará del 25 de setiembre al 4 de octubre en el Cine Lumière. La programación ofrece un recorrido por más de cuatro décadas de creación cinematográfica

El ciclo se inaugurará el 25 de setiembre con “Cuentos inmorales” (1978). Al día siguiente se proyectará “La ciudad y los perros” (1985). La programación incluye, además, títulos fundamentales de su filmografía como La boca del lobo (1988), Caídos del cielo (1990), Bajo la piel (1996), y Tinta roja (2000). Las entradas están disponibles en Joinnus.

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