Ángel Navarro Quevedo

Hubo un tiempo en que la Feria del Hogar era sinónimo de grandes espectáculos y las últimas novedades. Cada julio, el escenario principal del recinto se iluminaba con artistas de talla mundial que hacían vibrar a un público ansioso por vivir el show del año. En paralelo, el Coliseo Amauta, imponente y ruidoso, acogía multitudes, mientras que la Concha Acústica del Parque Salazar, con su vista al mar, ofrecía un escenario único para disfrutar de conciertos bajo las estrellas. Hoy, estos lugares son solo un recuerdo para quienes vivieron su época dorada, y un misterio para las generaciones más jóvenes que nunca los conocieron.