Janet Leyva, la imagen de la nueva edición del LIF Week
Janet Leyva, la imagen de la nueva edición del LIF Week

A Janet Leyva siempre la miran. Es guapa, morena, delgada y altísima, así que es casi imposible no hacerlo. Está acostumbrada, y también a que le pregunten en qué país nació. Cuando eso sucede, se ríe y responde: “Soy más peruana que la papa”. Leyva nació hace 18 años en Lima y su carrera como modelo empezó hace cinco años. Además de su talla, la convenció de tomar la decisión de incursionar en el modelaje profesional un desfile de Victoria’s Secret que vio en la televisión y del que se enamoró. Ahora ella es la imagen de (primavera-verano 2015/2016), la Semana de la Moda de Lima.

Leyva mide 1,82 metros. En una ciudad en la que el tamaño promedio de las chicas no llega ni al metro setenta, es evidente que sobresale. Pero su encanto no solo radica en su talla. La gente la mira porque la modelo anda con actitud. “Gracias al modelaje, he ganado mucha confianza, seguridad”, afirma.

Al sentarse a conversar con ella, cualquiera se olvidaría de que es una chica que acaba de terminar el colegio. Se nota su madurez. “Ya no paro mucho con mis amigas del colegio, pero no porque no quiera, sino porque las cosas se dieron así”, comenta. “Por mi trabajo comencé a parar con otras modelos y también con gente mayor”. Parte de ser modelo es establecer relaciones, conocer gente, cautivar, presentarse y sonreír. Ella era una chica tímida y que se encorvaba. “No podía ni hablar”, detalla. Ahora tiene las cosas claras y las disfruta. Toda una mujer.

UN ESTILO PROPIO
Janet Leyva lleva el pelo suelto y alisado, unas botas con taco, las uñas pintadas y los ojos delineados. Si ella no fuera modelo, es probable que la gente igual pensaría que ella lo es. “Me gusta arreglarme”, confiesa. “Sé que hay modelos que llegan a las sesiones de fotos en buzo porque saben que las van a arreglar, pero ese no es mi estilo. A mí me gusta verme bien”.

Para ella, sentirse bien con uno mismo es importante. “Cuando me veo al espejo, me gusta lo que veo. Estoy feliz”, señala. Aunque admite tener un complejo: “Tengo la espalda muy angosta y el busto muy grande”. Para algunos diseñadores, esto puede ser un problema, ya que las modelos de alta costura son dueñas de una característica: son como una tabla.

“¿Pero quién no tiene un complejo?”, se pregunta Leyva. “El modelaje no ha hecho que me sienta mal con algo... Creo que muchas personas, sin ser modelos, sienten que no les gusta algo en su cuerpo”. Además, asegura que la salud es lo más importante. “Me da mucha pena cuando escucho que hay modelos que sufren bulimia. Creo que es muy importante que estés saludable y que sepas que existen límites. Una vez me pidieron que bajara cinco kilos más, por ejemplo, y no lo hice porque sabía que podía enfermarme”, relata.

Ella es una chica fuerte en sus decisiones y disciplinada. Así –afirma– hay que serlo si se quiere ser modelo profesional. En el mundo hay miles de chicas que quieren salir en portadas de revistas o que buscan, al igual que ella, caminar por la pasarela de Victoria’s Secret. Muchas, lamentablemente, optarían por bajar esos cinco kilos.

Leyva se siente lista para enfrentar ese mundo competitivo e intenso que es el modelaje. “Hasta ahora muchas personas creen que solo vas, te sientas, sonríes y listo. Pero ser modelo no es fácil”, asevera. En la primera quincena de enero, partirá a Nueva York para presentar su portafolio a las agencias Elite Model y Wilhelmina. Si las cosas salen bien, en menos de un año podría estar protagonizando sesiones de fotos en París o en Milán. “Lo único feo de que eso suceda es que estaría lejos de mi familia y de mis amigos. A mí me encanta estar con mis papás. Cuando tengo tiempo libre, estoy con ellos”, confiesa. Ser mayor de edad tiene sus retos.

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