"Caliente y valiente", por Marco Aurelio Denegri
"Caliente y valiente", por Marco Aurelio Denegri
Marco Aurelio Denegri

Al diminutivizar o superlativizar los adjetivos caliente y valiente se conserva en el uso culto la raíz latina de ellos y se dice entonces calentito y valentito, y calentísimo y valentísimo. En el uso popular y habida cuenta de que caliente y valiente son voces diptongadas, los diminutivos y superlativos correspondientes son calientito y valientito, y calientísimo y valientísimo.

Angélica Palma, la hija dilecta y predilecta del gran  tradicionista, fue escritora de fuste y compuso varias obras y en una de ellas titulada Por Senda Propia, el prologuista José de la Riva Agüero no vacila en decir que Angélica Palma es “indiscutiblemente la más distinguida de las literatas peruanas”.

Así se expresaba Riva Agüero en 1921. Hoy nadie lee a Angélica Palma, enhoramala, porque escribe muy bien y conserva antiguos usos. Por ejemplo, dice calentito. Dice también solecito y no “solcito”, porque los monosílabos terminados en consonante  llevan en el diminutivo los sufijos -ecito, -ecillo, -ecico, -ezuelo, -ichuelo.

En su novela Por Senda Propia, Angélica Palma usa varias veces y en un sentido hoy invigente, la locución adverbial a lo mejor, que desde mediados del siglo veinte equivale a tal vez o quizá, pero antiguamente a lo mejor significaba de pronto, de repente, súbitamente, imprevistamente, cuando uno menos se lo esperaba. En tal sentido la usan Ricardo Palma, Manuel González Prada, Nicolás Yerovi y César Vallejo.

Angélica Palma publicó una biografía de su padre, un libro de cuentos para niños, varias novelas y algunos ensayos y compilaciones. Viajó expresamente a España para supervisar la publicación de las Tradiciones Peruanas, en 6 tomos, con ilustraciones de Fernando Marco y con los auspicios del Gobierno del Perú; publicación que se hizo en 1923, 1924 y 1925.

Angélica Palma murió en 1935, en la ciudad de Rosario, en la República Argentina, a los 57 años de su edad.

—Autoestima—

“Valoración generalmente positiva de sí mismo.”

Así define la Academia en su Diccionario la autoestima, pero es una definición impropia porque el adverbio generalmente está de más y por otra parte la expresión “de sí mismo” es inadecuada en este caso y en su lugar debió decirse de uno mismo.

El término autoestima fue admitido en la vigésima segunda edición del DRAE, publicada en el 2001. No figura en el Diccionario de Pedagogía Labor, de 1964.

En realidad, el término autoestima comenzó a interesar y a difundirse hacia 1980. En inglés, la primera documentación de self-estem es de 1657.“

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