El poeta resaltó la importancia de convertir al español en "una lengua de ciencia y tecnología". (Foto: EFE)
El poeta resaltó la importancia de convertir al español en "una lengua de ciencia y tecnología". (Foto: EFE)
Enrique Planas

García Montero adelantó que la cita mistiana girará en torno al mestizaje y a la convivencia del castellano con las lenguas indígenas.
Uno de los indicadores de la salud de una lengua es cuántos quieren aprenderla. Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, se sabe las cifras de memoria: según los estudios más recientes, hay 600 millones de hablantes de español. De ellos, 483 millones son nativos de la lengua. El resto, cerca de 120 millones, lo aprendió para hablarlo con fluidez. Como señala el poeta granadino, cabeza de la institución responsable de la promoción y enseñanza del español, la nuestra es la segunda lengua del mundo por cantidad de hablantes nativos (después del chino mandarín) y segunda como lengua de comunicación internacional (después del inglés).



Sin embargo, García Montero advierte que sería un error fijarnos solo en los números. Exaltar la fuerza del español solo por su influencia demográfica, nos distrae de una realidad preocupante: a nivel de producción de conocimiento e investigación científica, nuestra lengua está bastante retrasada.

“Es una preocupación que debemos tomarnos en serio”, afirma el director del Instituto Cervantes. “Me parece significativo que lo primero que hizo Donald Trump al llegar a la Casa Blanca fue quitar el español de su web oficial. Hace falta responder a las campañas despectivas diciendo no solo que somos 483 millones de hablantes nativos, sino respondiendo con prestigio. Y para eso, hace falta que el español se convierta en una lengua de ciencia y tecnología”, explica.

García Montero visitó recientemente el país encabezando la delegación del Instituto Cervantes que, el pasado lunes 15, firmó en cancillería el acuerdo formal para la realización del Noveno Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE) en en marzo del 2022. Inmediatamente después, partieron a la Ciudad Blanca para constituir la comisión presidida por Rohel Sánchez Sánchez, rector de la Universidad Nacional San Agustín, en la que participan además autoridades universitarias, el alcalde de la ciudad, Omar Candia, y representantes de la Cámara de Turismo. Para García Montero, el ánimo y el compromiso con el principal encuentro de lingüistas, escritores y expertos en el español es evidente. Se ha previsto la rehabilitación de los dos principales teatros del Centro Histórico y una serie de actividades que convertirán al CILE Arequipa 2022 no solo en una reunión de académicos, sino también en un acontecimiento popular.

— Vista la infraestructura que ofrece Arequipa, ¿cómo funcionará el futuro Congreso de la Lengua?
Se va a desarrollar por entero en el Centro Histórico, que es una verdadera maravilla. Aparte de los dos teatros municipales, tenemos las instalaciones de la Universidad Nacional San Agustín y su centro cultural. Hemos estado viendo también el Monasterio de Santa Catalina y los claustros de San Francisco. También nos parece atractiva la posibilidad de peatonalizar algunas zonas del centro. Se piensa hacer un gran concierto sinfónico en la plaza, frente a la Catedral. Creo que la ciudad, por su propia tradición, puede convertirse en protagonista de un congreso repartido en distintos lugares, separados por distancias que se puedan recorrer en cinco minutos a pie.

— La cercanía con el bicentenario le dará una personalidad especial al congreso en Arequipa?
Tuvimos una primera reunión de trabajo con la Real Academia Española y con la Embajada del Perú en España, y acordamos que un buen tema de debate para Arequipa sería una reflexión sobre el mestizaje y su importancia en los procesos culturales. Habrá las reflexiones de siempre sobre el futuro del español, pero queremos centrarnos en un debate sobre la manera en que el mestizaje ha enriquecido nuestra cultura y cómo las lenguas originarias han ido pasando a nuestro idioma. Arequipa, por su tradición, su historia, su diálogo con las culturas indígenas, incluso su gastronomía, es el lugar indicado para meditar sobre la riqueza que supone el mestizaje.

— ¿Cuál es la agenda inmediata en la preparación del CILE 2022?
Una vez que se aprueba la candidatura, se crea una comisión de trabajo en la que suele estar representado el gobierno del país que acoge, las distintas instituciones de la ciudad, su gobierno municipal, autoridades universitarias y representantes de la Academia Peruana de la Lengua, junto con los grupos de trabajo del Instituto Cervantes y de la Real Academia Española. Se va preparando el programa de actividades culturales y se va consensuando la propuesta de programa académico. A partir de allí, se empieza a configurar la lista de invitados. Se intenta siempre que haya una presencia numerosa del país organizador, con una paridad entre hombres y mujeres, con mesas que tengan que ver con reflexiones académicas y otras cuyos temas de debate puedan ser atractivos por su carácter divulgador.

— ¿Fue una audacia de Vargas Llosa que en la inauguración del Congreso de Córdoba este año anunciara a Arequipa como futura sede cuando aún no había sido elegida formalmente?
Mario Vargas Llosa ha sido un buen cómplice en este proceso. Fue una audacia, pero ya el tema estaba bastante trabajado.

— Sé que la academia de México se quedó renegando...
Sí, porque había algunas propuestas para Monterrey también, y algunas para Salamanca en España. Yo tuve una conversación con Mario poco antes de la celebración del Hay Festival del año pasado en Arequipa. Ya entonces declaró que sería muy interesante que Arequipa fuera la sede del siguiente congreso. Después coincidió con la visita del presidente peruano Martín Vizcarra a España, quien formalizó la propuesta. Trabajando en reuniones entre el Instituto Cervantes y la Real Academia, pensamos que sería muy oportuno, porque el Perú era una deuda para nosotros. Ya se había repetido en Argentina con Rosario y Córdoba. En México se realizó en Zacatecas, y en España, en Valladolid. Antes de empezar con las repeticiones, era importante que la celebración fuese en el Perú. Eso lo habíamos hablado, y Mario lo sabía. Lo que no se había planteado era la propuesta en la Asociación de Academias de la Lengua. Entonces, en el Congreso de Córdoba, antes de tomarse la decisión definitiva, Mario se adelantó y lo anunció, dando ya un paso muy adelante.

— ¿Se ha decidido ya qué autor peruano será elegido para la edición conmemorativa del congreso?
¿Te refieres al libro que publica la Real Academia con la editorial Alfaguara? Han decidido que esté dedicado a la obra de José María Arguedas. En el Instituto Cervantes queremos poner en marcha dos proyectos: uno para homenajear a César Vallejo y reconocer su generosísima vinculación y compromiso con España en la Guerra Civil. Y otro que exponga la gran presencia de la cultura peruana contemporánea en la vida cotidiana española.

— Ha señalado que el congreso no es solo un espacio para la reflexión académica, sino también de divulgación popular. En Córdoba, buscando ese efecto, se invitó a la exitosa poeta Elvira Sastre, que evidenció lo errática que está hoy la poesía joven en España, distorsionada por las redes sociales. ¿Cómo ve ese fenómeno?
Yo lo veo con mucha paciencia. Estoy acostumbrado a ver cómo, en momentos determinados, se despreciaron novedades en nombre de una idea de lo que debía ser la poesía. De pronto, Cristóbal de Castilla decía que lo que hacía Garcilaso de la Vega no era poesía, mientras que a Gustavo Adolfo Bécquer se le despreció diciendo que sus “suspirillos germánicos” estaban en contra de la retórica romántica del siglo XIX. Y por otra parte, estoy acostumbrado a ver el orgullo de gente joven que se cree que lo inventa todo. De pronto, los ultraístas iban a acabar con Juan Ramón Jiménez, con César Vallejo, y al cabo de los años, de los ultraístas quedó muy poquito. Las cosas hay que verlas con tranquilidad. Cuando veo el fenómeno de las redes sociales en la poesía, lo primero que pienso es que está teniendo mucha repercusión en la sociedad juvenil española porque plantea un diálogo entre lo íntimo, lo privado y lo público. Y eso ha conectado con las redes. Y eso hace que aparezcan muchos jóvenes que escriben un poema, lo cuelgan en Internet y a los 10 minutos tienen 25 mil “me gusta”. Y después, cuando publican un libro, venden miles de ejemplares mientras poetas de mayor calidad venden la quinta parte. Todo eso está dentro de lo natural. Las personas que vamos cumpliendo años debemos evitar convertirnos en viejos cascarrabias pensando que los jóvenes son tontos porque no tienen nuestros valores. Y por otra parte, hay que decirles a los jóvenes que no se crean que se están inventando el mundo. Yo estoy convencido de que la poesía buena la harán los jóvenes que participen ya de los códigos digitales pero que se hayan tomado la molestia de leer a Leopardi, a Baudelaire, a Vallejo. Si el poeta es malo, desaparecerá como tantas cosas ruidosas.

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