Felipe Ortiz de Zevallos: "Soy un virgo prototipo"
Felipe Ortiz de Zevallos: "Soy un virgo prototipo"
Teresina Muñoz-Najar

A Felipe Ortiz de Zevallos, FOZ, el deseo de saber se le despertó a los tres años, cuando oyó que un médico le dijo a su madre que era probable que se quedara ciego. Entonces, se esforzó por aprender a leer cultivando a partir de ese momento la avidez por conocer, descubrir y entender con la que ha forjado su impronta. A continuación, su aguzada mirada sobre nuestra realidad e incluso sobre sí mismo.

En la introducción de su libro usted confiesa ser un “curioso disperso”, ¿podría mencionar sus intereses?
Bueno, he sido un ingeniero más interesado en la historia y en la economía que en máquinas y obras, un empresario preocupado por la formación de equipos humanos, antes que por una optimización patrimonial. En la universidad, fui un educador inquieto por estimular un aprendizaje diverso, más que una enseñanza erudita. Cuando estuve en funciones diplomáticas en Washington, prefería pasar la noche leyendo un buen libro de cuentos o ensayos, que asistiendo a festejos y reuniones para multiplicar contactos. Y como periodista aficionado me ha preocupado entender lo que implica la compleja transición tecnológica que vivimos actualmente.

También sostiene que “al final de la tarde”, aunque se pierden muchas cosas, uno tiene el privilegio de convertirse en quien realmente es… ¿cómo diría que es usted?
Alguien que podría pecar de flojo si no tuviera muy desarrollado el sentido de responsabilidad. Las pocas veces que tengo suelto el tiempo, me podría quedar descansando y leyendo por largas horas. De otro lado, me siento mal cuando estoy cinco minutos tarde a una reunión. Yo apenas leía el horóscopo hasta que descubrí que soy un Virgo prototipo: meticuloso, analítico, previsor, relativamente tímido, prefiero escuchar antes que hablar, planifico, hago listas. Soy una esponja para absorber información de cualquier tipo, aunque me demoro en reaccionar, he comprobado que la almohada resulta siendo buena consejera, tal vez durante el sueño la cabeza racional se pone en contacto con la tripa y la intuición. Puedo hacer buenos resúmenes. Y con relativa facilidad me pongo en los zapatos del otro. Busco una perspectiva amplia respecto de las cosas. Aspiro al balance y al sosiego. No siempre los alcanzo, claro, pero con el paso de los años se consiguen con más facilidad. Trato de ser fiel y leal, lo que me vuelve predecible y, tal vez, medio aburrido.

¿Se considera un optimista?
Soy un optimista realista, no utópico. Dicen que los navegantes pesimistas son aquellos que andan quejándose del mal tiempo y los optimistas los que esperan con tranquilidad a que éste mejore. Los más realistas serían aquellos que, sin perder la esperanza de que el viento cambie, también ajustan las velas.

El Perú, según usted, es “una república pendiente, una promesa y una posibilidad aún por lograr”. ¿Qué tiene que para que eso suceda?
Somos un país bastante diverso e informal y ocupamos un territorio demasiado repartido en regiones y provincias. Sería más fácil lograr una mejor afirmación nacional si el año entrante eligiéramos a 600 alcaldes y no a 2000. Nos falta también poner el estado en forma. Nuestro sector público cuenta con algunas pocas islas de modernidad que funcionan bien, pero éstas se encuentran en un archipiélago frondoso y burocrático. Se requiere de más instituciones que funcionen eficazmente, garantizando la propiedad, facilitando la formalidad, efectuando una regulación adecuada de las actividades productivas, permitiendo la resolución eficaz de conflictos, velando por los derechos de los ciudadanos.

¿Qué le suscita el actual Congreso de la República?
¡Uy! Esa sí resulta una pregunta en la que respetuosamente me permito levantar una bandera de off-side. Me autoimpuse, en un artículo público, un voto de silencio en aquellos temas vinculados con la política local. Eso me hace un entrevistado que puede resultar insulso por no generar titulares. Lo siento, pero creo que es la mejor manera en que puedo cumplir mi tarea de aconsejar bien al Presidente. No quiero que esta entrevista salte de la página cultural a la política!

¿Y qué siente cuando un congresista dice que leer da Alzheimer o que habría que construir un Disneyworld en Machu Picchu o que las mujeres tienen la culpa de que las golpeen y maten…
Me tengo que morder la lengua, pero prefiero seguir fiel a mi voto.

Muchos peruanos sentimos que en el gobierno de PPK, todo es muy improvisado. ¿Nos equivocamos?
Cada quien tiene derecho a su opinión. Yo tengo la mía, pero me siento en la obligación de guardarla en reserva. Mi tarea es aconsejar al presidente, no defenderlo.

¿PPK recurre a usted con frecuencia?
En principio, nos vemos y conversamos una vez a la semana. Hay momentos en que podemos vernos con más frecuencia. También nos podemos pasar dos semanas sin reunión, por viajes o prioridades del trabajo. Como hay confianza entre nosotros, puede llamarme cualquier noche o fin de semana a consultarme cualquier cosa. Yo prefiero no buscarlo. No es sólo mi amigo, también es el Presidente del Perú. Él, en todo caso, sabe dónde estoy. Cuando quiera preguntarme, le respondo. A veces le pregunto yo.

La educación es uno de los grandes temas irresueltos de este país…
Va a requerir estar en proceso de cambio y ajustes continuos durante las próximas décadas. En 20 años más, los robots pueden reemplazar a los humanos con ventaja, en al menos la mitad de los actuales empleos. ¿Cuáles serán las ocupaciones que sobrevivan? ¿o aquellas nuevas adicionales que se constituyan? Muchos de ellas ni se pueden imaginar bien actualmente. Para prosperar, las personas requieren aprender a aprender, así como ser capaces de desarrollar un pensamiento crítico. ¿Cómo se educa bien para ello? No lo sabemos. Contar con buenos directores de colegios resulta esencial. Pero se requerirá de mucha prueba y error.

La violencia en el Perú, toda clase de violencia, es escandalosa, ¿cuánto tiene que ver en esto el tema de los valores?
Toda transición social como la que vivimos genera un reajuste de valores tradicionales. Cuando por miedo a las ideas de los otros afloran prejuicios de tribu y cuando debido a la informalidad se carece de una institucionalidad adecuada que permita resolver los conflictos de todo tipo, recrudece la violencia. Es un tema crítico del cual quisiera saber más.

Las redes sociales nos unen pero también nos separan. A veces parecen verdaderos campos de batalla…
Sin duda. En Transparencia planteamos una propuesta de reglas comunes básicas para el debate de ideas en las redes sociales. Una de las columnas que el libro recoge las describe. El creador de Twitter creyó que su invento contribuiría a mejorar la comunicación universal. Ahora está preocupado por el impacto conflictivo de su creación.

¿Usted es usuario de Facebook y Twitter?
No. En ideas tal vez no, pero en costumbres soy más alguien del siglo pasado. Prefiero leer los diarios en la mañana con mi cafecito.

¿Cuán importante es para Ud. la amistad?
Me parece un componente esencial del quehacer vital. Aristóteles distinguía entre los amigos por beneficio mutuo, por placer compartido y aquellas amistades más profundas. Y Cicerón agregó que la verdadera amistad requería de cuatro elementos: amor mutuo, amor propio, virtud y no poco trabajo. El amigo es alguien capaz de sacar lo mejor que uno tiene dentro de sí. Por eso son tan valiosos. Como yo fui agrandado de niño y joven, tuve amistad con personas mayores; y ahora, ya en los 70s, con personas menores. Creo que la amistad intergeneracional resulta una vía valiosa para recoger y trasmitir lo rescatable de las creencias tradiciones y experiencias del pasado. Permite el relevo de la posta.

¿Por qué es importante el Bicentenario?
En primer lugar, es el recuerdo de una importante gesta. San Martín cruzó los Andes a caballo porque tenía que ir con su ejército a liberar el Perú. Conviene recordar que, hace pocos años, el Latinobarómetro realizó una encuesta entre los habitantes de la región, preguntándoles de que reinos se independizaron las correspondientes repúblicas a inicios del siglo XIX, y apenas la mitad lo sabía. Así que esta conmemoración constituye una oportunidad para que conozcamos nuestra historia mejor. También para reflexionar por qué, a diferencia de los estados unidos del norte, la región terminó siendo, contra quienes la imaginaron de alguna manera integrada, los estados desunidos del sur. Y reflexionar sobre cómo hacemos del siglo XXI uno distinto y mejor al XIX y al XX.

En los ochenta y noventa usted apoyó con mucho entusiasmo al ajedrecista arequipeño Julio Granda, ¿es el ajedrez uno de sus intereses dispersos?
Sí, aunque por falta de tiempo y exceso de vanidad, dejé de jugarlo de mayor. De chico, fui campeón nacional infantil. Pero Julio fue un verdadero fenómeno, campeón mundial infantil, varias veces campeón panamericano y se encuentra aún entre los 50 mejores jugadores del mundo. Algún contacto mantenemos y trato de ayudarlo cuando necesita algo. Una pregunta válida es ¿por qué los peruanos, a pesar de un apoyo oficial muy limitado, somos una potencia en ajedrez.

¿Algún sueño de niño que nunca pudo cumplir?
No de niño, pero sí de joven, y ¡está vinculado con el ajedrez! Aspiraba a que pudiera ser una disciplina que se aprenda opcionalmente en todos los colegios. Ayudaría mucho, de diversas maneras. Es un juego que enseña a planificar, a ser constante, a ser paciente. No costaría mucho divulgarlo. Se puede jugar encima de una carpeta o en el parque. Y, por alguna razón, que no podemos entender bien, los peruanos, como en la gastronomía, somos especialmente buenos en eso. Se podría volver un elemento de orgullo nacional.

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