Luis Hernán Castañeda (Foto: El Comercio)
Luis Hernán Castañeda (Foto: El Comercio)
José Carlos Yrigoyen

"Desde Vermont enjoyado de otoño, / besada tarde a tarde por un idioma pálido / sumerges en olvido la cabeza" escribió César Calvo en uno de sus poemas más recordados. Lo mismo podría cantar Juan, el protagonista de "Mi madre soñaba en francés", la última novela de (Lima, 1982), quien entre los límites de dicho estado norteamericano busca rescatar del abismo de la memoria un turbio secreto familiar y a la vez hallar una lengua nueva para expresar su deseos y temores con fidelidad, y quebrar así el cerco de la incomunicación en el que se halla recluido.

Este es el noveno libro de Castañeda, quien en el 2004 sorprendió con su debut "Casa de Islandia", un trabajo que interpelaba con mucha imaginación los dobleces y fronteras de lo metaliterario. De ahí su carrera ha oscilado entre títulos fallidos, como "Hotel Europa" (2005) y otros en los que su afiatado oficio e innegable destreza con la prosa le ha deparado momentos de brillo (como ocurre en "La noche americana", 2011 y "La fiesta del humo", 2016). Esta novela se inscribe en el segundo grupo. Con un agregado: es tal vez la ficción más convincente, compleja y acabada que nuestro autor nos ha brindado hasta la fecha.

Si algo no se le puede escatimar a Castañeda es que en todos sus libros hay una noción de riesgo, una negativa a repetirse, la necesidad de explorar todas las posibilidades que una historia le permite. Esto se evidencia en la trama de "Mi madre soñaba en francés". Juan, estudiante de idiomas con escasas habilidades sociales, viaja a los Estados Unidos para emprender una huida hacia adelante. Ahí se reencuentra con su joven prima Stephanie, quien mantiene una relación clandestina con una profesora de cine, Adler Pelletier. Escarbando en ese vínculo, descubre que ambas están comprometidas en el plan de un atentado contra el gobierno de Auster, la autocrática y ultraderechista presidenta del país, una especie de Trump con faldas. En su afán por impedirlo, destapa un misterio que compromete sus propios orígenes y la vida oculta de su madre, quien por medio de imágenes y referentes poéticos –especialmente César Moro– va revelando los dolorosos sucesos acaecidos antes del nacimiento de Juan.

No es nada fácil amalgamar todas estas líneas en una estructura eficaz y coherente. Castañeda sale airoso de la prueba y se supera a sí mismo con respecto a empresas anteriores. Si en “La fiesta del humo” el encadenamiento de los avatares de un estudiante que combate sus agobiantes demonios limeños en un pequeño pueblo estadounidense y los cuentos que escribe para explicárselos no lograba enriquecer el desarrollo de ambos vectores paralelos, en esta oportunidad sí consigue evitar cualquier disparidad o cabo suelto en su empresa. La neurótica andadura de Juan se eslabona con apreciable precisión técnica a la turbulenta historia entre Stephanie y Adler, generando así una serie de situaciones y coincidencias que son en sí mismas metáforas del abandono, la incertidumbre y la desilusión íntima y colectiva por un tiempo en el que una ideología inhumana ha triunfado. La verdad de las palabras que Juan se empeña en aprehender nada puede frente a los simulacros y las mentiras con los que el poder opresor se vertebra y se sostiene.

A estas virtudes hay que sumar no solo el refulgente lenguaje al que el autor ya nos tiene acostumbrados, sino un factor ajeno a sus últimos libros: un sentido del humor inteligente y juguetón que se desliza por las divagaciones de Juan y sus diálogos con las mujeres que lo rodean y que otorga más frescura que ligereza al relato. Y aunque la conclusión se dilate por una innecesaria parsimonia en las páginas finales, esta aventura de Castañeda recoge un resultado positivo y la consolidación de una etapa de madurez a la que habrá que estar atentos.

AL DETALLE
​Puntaje: 3 y media / 5 estrellas
​Autor: Luis Hernán Castañeda.
Editorial: Alfaguara.
Año: 2018.
Páginas: 362.
Relación con el autor: cordial.

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