Arturo Higa, diseñador y creador del nuevo sello editorial Álbum del Universo Bakterial. Foto: César Campos para El Comercio.
Arturo Higa, diseñador y creador del nuevo sello editorial Álbum del Universo Bakterial. Foto: César Campos para El Comercio.
/ Cesar Campos
Czar Gutiérrez

Los libros, además de ser los mejores amigos del hombre, como los perros, son estructuras espaciales que empiezan a narrar antes de que uno los tenga entre sus manos. Advertir sus formas desde lejos es ya una exploración de las posibilidades sensoriales que se avecinan, independientemente de haber sido creados para ser legibles, primero, y funcionales después. Un libro puede ser también un artefacto que transgreda el concepto tradicional de receptáculo de textos. Puede contener pedazos de cartón, fascímiles de fotografías en blanco y negro, dibujos, vidrios de celuloide y algunos textos humorísticos escritos a mano. Todo eso en una caja de 33.2 x 28 x 2.5 cm donde predomine el color verde.

Será precisamente “La boite verde” el primer libro de artista de la historia. Con siete ediciones distintas lanzadas entre 1941 y 1968 por ese genio travieso e irreductible llamado Marcel Duchamp, es un museo portátil y se le considera el primer libro de autor de la historia. Un objeto de experimentación simbólica y material a caballo entre la escultura, el grabado, la imagen y el texto. Pirueta experimental que una multitud de heterodoxos irían replicando en el tiempo y en todos los formatos: desde los surrealistas hasta las vanguardias más radicales, pasando por artistas conceptuales, novelistas gráficos, cultores del libro-álbum, tributarios del pop-art y amantes del libro-objeto.

Arturo Higa Taira es de esa raza. Escritor, editor y acróbata del diseño editorial, prefiere trabajar con un elemento consustancial al libro, el papel, e ir alimentándolo con ejercicios textuales hasta que el espesor semántico del texto adquiera determinado efecto multiplicador. “Una de las claves que utilizo al trabajar con los libros de la colección son fundamentos propios de la lectura poética, como la rítmica y la métrica, por mencionar cierto origen. Identifico el ritmo en los poemas y el de los poemas en el libro. La propuesta de edición y de diseño es trabajar análogamente con figuras retóricas visuales creadas a imagen y semejanza de las poéticas. Esto conlleva a que el trabajo de comunicación visual sea un proceso racional y de cálculo que tiene como forma y contenido a la poesía”, dice.

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Filigranas de papel

Cosa que ha venido haciendo desde el 2002 cuando fundó el Álbum del Universo Bakterial, que con identidad sui géneris ha dado a conocer autores como Alejandra del Valle, Julio Llerena, Tilsa Ota o Andrés Hare junto a poetas en crecimiento como Rafael Espinoza y dos distinguidos en el universo avant-garde peruano: Mario Montalbetti y Oswaldo Chanove. Como se trata de un proyecto artesanal, autosostenible y ciertamente quijotesco, Higa ha venido publicando intermitentemente veintiocho títulos hasta el 2017. Y ahora reaparece para anunciar el lanzamiento de cinco poemarios en lo que queda de este pandémico año.

¿Cómo controlas el efecto multimedial de tus intervenciones sin que interfiera con el espesor semántico de la obra?

El editor al ser lector escribe el libro nuevamente. La propuesta editorial de la colección es que los libros son lecturas creativas que empiezan con la poesía y terminan en poesía. La interferencia se instala si las elecciones que tomas son incómodas al lector, como una fuente ilegible, el tamaño de los caracteres y hasta el interletrado. Creo más bien que hacer uso de los conocimientos del diseño editorial y practicarlos conscientemente facilita la lectura. Si agrego algo al espesor semántico de la obra que publico es porque primero soy lector de poesía y luego soy un editor que escribe su lectura”.

Así, en 18 años de existencia, ninguno de los libros del AUB ha repetido formato, pocos títulos superan los 300 ejemplares y solo tres autores tienen igual número de publicaciones en una colección cuya marca de identidad es que ningún nombre aparece en portada. Dedicado a la creación poética, el diseño editorial y la producción gráfica, Higa mantiene proyectos paralelos como Central Satélite, Sputnik y Mun24u en los que también genera colecciones editoriales. Pero su pasión —junto a la de Alessandra Pinasco, su correctora de estilo— es la edición de filigranas en papel.

Las sutiles diferencias entre libro-objeto y libro de artista, ¿caminan en paralelo o se funden en el AUB?

“La colección enfoca sus intereses en hacer libros de poesía. Me interesa también que la singularidad del escritor se vuelva también única con la publicación de cada libro. No hay un libro igual a otro en la colección. Al no repetir formatos entre títulos, podría sugerirse que cada libro es un libro-objeto o de artista; es más bien diseño editorial a secas. No repetir significa que la singularidad va en dirección opuesta a la estandarización a la que nos tiene sujetos la cultura de consumo. La estandarización abarata la producción pero empobrece la expresividad individual de cada obra. Sin la singularidad, la pobreza profesional del editor llega a límites de que deja de reflexionar sobre su propio quehacer: la riqueza editorial es leer lo único en cada obra”.

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