Hace diez años, la psicóloga Mónica Vargas perdió a su madre. Ella era una mujer adulta, casada, autónoma y con tres hijos, y su madre una persona de 88 años con la que había desarrollado un vínculo “estrecho y saludable”. Su partida le ocasionó un dolor y una perplejidad de los que no logró reponerse en mucho tiempo. Esto la llevó a investigar en el tema del duelo y en la relación madre-hija, un estudio que convirtió en tesis doctoral y, finalmente, en un libro que, como ella dice, le permitió “elaborar y procesar su pérdida”.
En “Madres inmortales, hijas mortales”, Vargas indaga en cómo esos vínculos maternos, estrechos y sin conflictos, pueden terminar generando problemas de individuación en los hijos que estallan con la muerte del ser que sostiene esa relación. “Yo había visto a muchas mujeres adultas, profesionales, madres de familia y autónomas —escribe— que no llegaban a procesar del todo los duelos por la muerte de sus madres ancianas. Analicé la situación y comprobé que este tema no había sido estudiado a pesar del sufrimiento que causaba a un número elevado de mujeres. Probablemente, este tipo de duelos no se tomaban en cuenta porque la sociedad asume, sin cuestionar, que la pérdida de un ser querido mayor debe ser aceptada con facilidad”.
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Una dependencia sutil
En el libro cuentas tu experiencia personal y recoges testimonios de otras mujeres que hicieron duelos difíciles tras la muerte de sus madres, ¿por qué se da esto?
Sí, quería saber cómo se relacionaba ese buen vinculo materno que, aparentemente, te debía dar fortaleza con la orfandad, casi infantil, que yo y mis entrevistadas sentimos al morir nuestras madres. Vínculo, como sabes, viene de vinculum, que es atadura. Etimológicamente ya te hace pensar en algo fuerte. El vinculo que yo describo es saludable, son madres que te dan autonomía, que te acompañan, que te dan autoestima, pero hay algo no resuelto de ellas mismas que engancha con las hijas y les ocasionan duelos que, por su intensidad y duración, excede las características normales…
¿A qué se refiere?
Yo soy una mujer independiente, tengo hijos, viajo, etc., pero cuando murió mi madre sentía que me sacaban algo mío. Era como si mi madre hubiera estado supliéndome algunas necesidades y no dejándome encontrar el vacío existencial propio del ser humano. Yo creo que hubo un buen vinculo, definitivamente, pero hubo matices de dependencia, una dependencia muy sutil, de la cual yo no me di cuenta hasta que ella murió. Una dependencia muy interna, muy psíquica… Ninguna de las mujeres que yo entrevisté se percató de eso hasta que sus madres ya no estaban con ellas…
A veces los padres caemos en la fantasía de que vamos a estar siempre con los hijos y tratamos de reducirles al máximo el sufrimiento, ¿Qué negativo puede ser esto en términos reales?
Es una fantasía, como dices. Creo que es importante, por eso, que las madres (y padres) también se den cuenta de que el hijo tiene que caer, o que la hija tiene que vivir sus propias experiencias de soledad. Es como que estas madres quisieran evitar el sufrimiento y no podemos pasar por el planeta Tierra sin sufrir. Como madre, a veces, he pecado de lo mismo, de querer suplir todas las necesidades de mis hijos. Este libro me ha enseñado a entender que eso no es necesario…
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¿Cuánto ha cambiado la idea de maternidad en las últimas décadas?
Yo creo que se ha desidealizado. Creo que las chicas de hoy son conscientes que a veces tienen rabia, cansancio… y, además, el hecho de que muchas mujeres trabajen fuera de la casa, hace que los padres, en el mejor de los casos, se involucren más en la crianza. Hay una maternidad más compartida que, creo, es buena porque la presencia del padre rompe ese cordón umbilical.
La etapa del duelo
¿Cómo procesar el duelo en un momento tan difícil como el de una pandemia?
Lo que pasa ahora es terrible, pues las familias no tienen ni siquiera el cuerpo de sus seres queridos. No se pueden despedir, no pueden ir al cementerio, se están perdiendo una serie de rituales que ayudan a procesar el duelo. Lo que digo, en el libro, es que uno tiene que ser muy empático con la persona que pierde un familiar. ¿Qué pasa en el caso especifico de las madres o padres que mueren mayores? Lo que te dicen es “Da gracias a Dios que ya descansó, debes estar contenta que vivió”. Esa es una empatía cero, son palabras vacías. El duelo va a depender del vínculo que se haya tenido con la madre o el padre, y así tengan cien años, vas a sufrir. El duelo no se puede evitar, porque te puede pasar una factura muy fea.
Ahora el duelo se expresa también a través de las redes sociales, se comparten fotos, oraciones, etc., ¿Cuánto ayuda eso?
Debemos respetar la manera en que cada persona desarrolla el duelo. Si compartir en redes alivia, está bien; pero es una pregunta para hacer una investigación. Es algo que creo no se ha evaluado porque recién lo estamos viviendo.
Dato
(El libro se vende en Book Vivant, Miguel Dasso 111, San Isidro, y en Ediciones Libro Amigo).
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